El nuevo desalojo de la playa provoca una grave crisis en el sector tur¨ªstico de Santa Pola
El Ayuntamiento admite que hay 'psicosis' y los hosteleros resaltan la merma del negocio
El desalojo en la tarde de ayer, por segunda vez en 48 horas, de la Gran Playa de Santa Pola, por un aviso de bomba ha sumido al sector tur¨ªstico de la localidad en la crisis. Muchos turistas se apresuran a adelantar el fin de sus vacaciones. Los empresarios, especialmente los hosteleros de ese tramo del paseo mar¨ªtimo, aseguran que el acoso terrorista ha frustrado las expectativas de negocio en el mes de agosto. El Ayuntamiento, en boca del concejal de Seguridad, el socialista Francisco Blasco, admite que los sucesivos golpes de ETA 'est¨¢n creando un clima de psicosis en la poblaci¨®n'.
Los residentes y turistas de Santa Pola se despertaban ayer con la intenci¨®n de recuperar la normalidad y dejar atr¨¢s un semana de angustia y nervios por sendos golpes de ETA: La sangrienta explosi¨®n del coche bomba contra la casa cuartel el pasado d¨ªa 4 y el desalojo de la Gran Playa, desde el mediod¨ªa del viernes por una amenaza de bomba hasta la tarde del s¨¢bado, cuando los artificieros concluyeron el rastreo sin hallar artefacto explosivo alguno.
Sin embargo, la tranquilidad volvi¨® a alterarse a primeras horas de la tarde de ayer. Un nuevo aviso de bomba oblig¨® a desalojar la Gran Playa. Los efectos de este nuevo embate terrorista sobre la poblaci¨®n se presentan letales para uno de los pilares de la econom¨ªa de Santa Pola, el turismo. Mientras los turistas evaluaban la posibilidad de acortar las vacaciones por el acoso de los etarras, a los empresarios tur¨ªsticos de la poblaci¨®n las cuentas no les salen. 'El mes de agosto est¨¢ acabado. Esto es la ruina. Desde la pasada semana el negocio ha bajado al menos un 50%', asegur¨® Reme Garc¨ªa, propietaria de un restaurante en la zona. Otro propietario ratific¨® el diagn¨®stico de su colega, aunque matiz¨®: ' A m¨ª me est¨¢ afectando menos porque tengo clientela fija del pueblo'. Mercedes Vado, due?a de una tasca, abundaba en las negras perspectivas para su negocio: 'Estamos todo el a?o esperando agosto, pero esta temporada nos han hecho polvo. Entre los que ya se han ido y los que no vendr¨¢n el mes est¨¢ pr¨¢cticamente perdido', explic¨¦.
Encuesta municipal
El Ayuntamiento de Santa Pola, gobernado por el PSPV, tambi¨¦n es consciente de las consecuencias de las acciones terroristas sobre la econom¨ªa del pueblo. El concejal de Seguridad, Francisco Blasco, reconoci¨® que la explosi¨®n del coche bomba y los sucesivos desalojos de la Gran Playa est¨¢n haciendo mella en los turistas. 'Es cierto que se est¨¢ marchando gente, porque hay cierta psicosis. Tambi¨¦n sabemos que el sector de la hosteler¨ªa se est¨¢ resintiendo', afirm¨® el edil. 'No obstante, hasta el lunes, cuando realizaremos una encuesta, no podremos ofrecer una estimaci¨®n aproximada', a?adi¨®.
Este oscuro panorama de las ¨²ltimas horas de la tarde contrastaba con el moderado optimismo de la ma?ana, cuando la arena de la Gran Playa volv¨ªa a cubrirse de sombrillas y toallas. 'Ha venido gente, unas 500 personas, muchos menos que otros domingos', coment¨® un agente de la Polic¨ªa Local.
Sobre las 16.30 horas, cuando muchos ba?istas dormitaban sobre las hamacas, el susto y la angustia se apoder¨® de ellos. Los agentes de la Polic¨ªa Local volvieron a desalojar la playa y vetar el paso mediante un cord¨®n de seguridad, que abarcaba 10.000 metros cuadros de extensi¨®n. ETA, mediante una llamada a la asociaci¨®n de ayuda en carretera DYA de Vitoria, anunci¨® que la bomba que ten¨ªa que estallar a las 14 horas del viernes estaba en el lugar, y en concreto en un grupo de palmeras pr¨®ximo a la discoteca Elcano.
'El desalojo ha sido m¨¢s tranquilo que la primera vez, al menos nos han permitido llevarnos las toallas', se?al¨® Mar¨ªa Paz Garc¨ªa, una veraneante de Madrid. 'Pero el susto no nos lo ha quitado nadie. Estaba dormida y, de pronto, los pitos de los polic¨ªas me han despertado', a?adi¨®. Esta mujer, que veranea en Santa Pola junto a su marido, una nieta de seis a?os, su hijo y su yerno, no ocult¨® el miedo y la posibilidad de poner fin, antes de lo previsto, a sus vacaciones.
El nerviosismo por la nueva amenaza de bomba era palpable en el ¨¢nimo de todos los que desde las cercan¨ªas del cord¨®n de seguridad o los balcones de las viviendas del paseo, contemplaban, por segunda vez, el rastreo de los artificieros. 'Qu¨¦ te voy a decir. Claro que tengo miedo. Esta ma?ana he estado paseando por la playa, y ahora me entero de que podr¨ªa haber una bomba', coment¨® Nerea, una adolescente de Bilbao, que junto a su familia pasa los veranos en un apartamento.
A Mar¨ªa del Carmen Garc¨ªa y Francisco del Olmo, un matrimonio madrile?o, la nueva amenaza de bomba les sorprendi¨® cuando iban a tomar el ba?o. 'No hay derecho. Se est¨¢n riendo de nosotros y acabando con la ilusi¨®n de unos trabajadores de pasar unas vacaciones tranquilas. No pedimos nada m¨¢s', se?al¨® la mujer.
Samuel y Ayna, una pareja de j¨®venes, a los que s¨®lo les sorprendi¨® el primer desalojo, eran menos pesimistas. 'Estamos intranquilos, pero siempre veraneamos aqu¨ª, y no nos vamos a ir para que ellos se queden', dijo Ayna.
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