Una f¨¢bula para estresados
Los barrios residenciales de las afueras de Boston, las estaciones y los trenes de cercan¨ªas, los gimnasios para ejecutivos estresados, los centros comerciales, los despachos de los acristalados rascacielos...: as¨ª es el paisaje por el que deambulan los personajes de El diagn¨®stico. Su autor, Alan Lightman, se ofrece para acompa?arnos en esta en¨¦sima incursi¨®n en uno de los territorios favoritos de la narrativa norteamericana, el de la cr¨ªtica del american way of life, y lo hace sin hurtarnos ninguno de los detalles que caracterizan sus versiones de ¨²ltima generaci¨®n: j¨®venes con walkman, profesionales que encienden sus ordenadores port¨¢tiles all¨¢ donde est¨¦n, hombres y mujeres cuya comunicaci¨®n interpersonal se ha desviado hacia el correo electr¨®nico y los chats...
EL DIAGN?STICO
Alan Lightman Traducci¨®n de Pilar V¨¢zquez Tusquets. Barcelona, 2002 412 p¨¢ginas. 18 euros
A medio camino entre la s¨¢tira despiadada y la f¨¢bula afligida, El diagn¨®stico se sirve de la crisis nerviosa y la posterior enfermedad de Bill Chalmers, un ejecutivo de 40 a?os que trabaja en un centro financiero, para reflejar las contradicciones de un sistema econ¨®mico basado en la competencia extrema, la eficacia empresarial, el sue?o del ¨¦xito. En ese mundo, en el que el individuo est¨¢ sometido a un proceso continuado de selecci¨®n natural que descarta a los cansados y los enfermos para dar cabida a los m¨¢s j¨®venes y en¨¦rgicos, todos son a la vez v¨ªctimas y culpables, y el propio Chalmers no puede considerarse una excepci¨®n, ya que su desafecci¨®n con respecto a ese sistema y esos valores s¨®lo llega a trav¨¦s de lo accidental de sus nuevas circunstancias. ?Habr¨ªa cambiado su visi¨®n acr¨ªtica de ese mundo si la enfermedad no le hubiera reducido a la condici¨®n de simple despojo? Los personajes de El diagn¨®stico son, todos ellos, seres sin grandeza ninguna, y el nuevo punto de vista de Chalmers no hace sino revelarnos su rid¨ªcula peque?ez: los episodios del bingo parroquial y la fiesta en la mansi¨®n del potentado, en los que Lightman da rienda suelta a sus dotes de escritor sat¨ªrico, son insuperables.
Pero he dicho que la novela tiene tambi¨¦n algo de f¨¢bula y, en estos tiempos nuestros, en los que la f¨¢bula que triunfa se titula ?Qui¨¦n se ha llevado mi queso? y consagra la sumisi¨®n y la insolidaridad del ser humano como valores dominantes del nuevo liberalismo, la funci¨®n higi¨¦nica de El diagn¨®stico se hace m¨¢s necesaria que nunca. S¨®lo la injustificada inclusi¨®n del prolijo relato de la muerte de S¨®crates, cuyos paralelismos con los infortunios de Chalmers resultan m¨¢s que forzados, resta coherencia a la historia y aten¨²a la intensidad de su efecto.
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