Chillida a escala infantil
Un centenar de ni?os homenajea al artista en el 25? aniversario de la colocaci¨®n del 'Peine del Viento'
A Shara Cuadrado, las esculturas arboladas del Peine del Viento le quedaron 'un poco m¨¢s torcidas que a Chillida'. Esta ni?a de siete a?os del barrio donostiarra de Intxaurrondo necesit¨® ayer apenas media hora y un pu?ado de pinturas de colores para retratar el conjunto escult¨®rico que se abre al horizonte donostiarra al final (o comienzo) de su paseo mar¨ªtimo. Garazi Artola, de la misma edad, se retrat¨® a s¨ª misma y escribi¨® el mensaje 'Mira al mar' junto a las tres piezas que peinan el mar cuando entra en San Sebasti¨¢n.
El Centro de Atracci¨®n y Turismo, organizador de la Semana Grande donostiarra, reuni¨® ayer a un centenar de ni?os de entre tres y 14 a?os en un homenaje infantil a Chillida con motivo del 25? aniversario de la colocaci¨®n del Peine del Viento. Este 'sencillo, pero intenso' acto, a juicio de sus organizadores, fue una fiesta que termin¨® con la colocaci¨®n de un gran mural colorista plagado de 'hierros torcidos', como defini¨® Ainhoa Morr¨¢s, de seis a?os, las may¨²sculas piezas de acero corten que Chillida dise?¨® sobre tres rocas situadas en un costado del mar.
'Para la familia Chillida es un orgullo comprobar la ilusi¨®n con que estos artistas est¨¢n dibujando, con ingenio en muchos casos, la obra de nuestro padre'. Luis Chillida fue mesa por mesa interes¨¢ndose por los trabajos. Su hermana Susana tampoco falt¨® a la cita. Sus hijos Kiti y Adi, de siete y nueve a?os, respectivamente, le mostraron orgullosos el resultado de sus ejercicios art¨ªsticos. El menor fue el ¨²nico que plasm¨® en la l¨¢mina a su abuelo Eduardo.
A la plaza de roca que mira al Peine del Viento donde se celebr¨® esta fiesta art¨ªstica, tambi¨¦n acudieron su autor, Luis Pe?a Ganchegui, y el alcalde donostiarra, Od¨®n Elorza, una de las personas que m¨¢s ha insistido en celebrar un homenaje de este tipo a Chillida.
La m¨¢s joven de los participantes, Ana, de dos a?os, hizo un garabato. Wences, de cuatro, no dud¨® en escribir un n¨²mero de tel¨¦fono m¨®vil junto a su nombre. Gabriele no se inspir¨® en la obra del escultor, pues dej¨® plasmada en su hoja la t¨ªpica estampa de los rascacielos neoyorquinos. Y dos ni?os portugueses remataron su faena con la ense?a lusitana flameando en mitad del Cant¨¢brico.
Sara Essery, de 11 a?os, ha heredado el arte. Acab¨® su dibujo, de una envidiable val¨ªa figurativa, en un santiam¨¦n. Sin embargo, se le atragant¨® el mensaje escrito con que acompa?¨® la pintura: 'T¨ªa, no s¨¦ qu¨¦ poner', le dijo a Susana Chillida. 'Lo que te sugieran las esculturas. M¨ªralas, piensa y escribe lo que sientas', le respondi¨® ¨¦sta. Sara permaneci¨® varios minutos pensativa, ausente al bullicio de los payasos, los gigantes y los cabezudos presente. Finalmente escribi¨®: 'Cuando las olas chocan, el aire silba'. Sara tambi¨¦n es nieta de Chillida.
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