El Problema de la Universidad.Unos apuntes breves, pero in(tempestivos)
Jos¨¦ Barata-Moura, rector de la Universidad de Lisboa y Catedr¨¢tico de la Facultad de Letras, analiza la universidad actual y establece cu¨¢les son, en su opini¨®n, los cuatro problemas que debe afrontar en estos momentos.
1. El planteamiento contemporaneo del "problema" de la Universidad se encuentra sobredeterminado por el papel estructurante del saber en nuestras sociedades, por la necesidad acrecida de calificaci¨®n por parte de sus miembros, por la reconfiguraci¨®n de los espacios de formaci¨®n y investigaci¨®n.
Desde el campo de la economia hasta el marco de la cultura, el cultivo aprofundado e innovador de los distintos saberes adquiere un rango cada vez menos ornamental, para convertirse tendencialmente ? en los planos tanto te¨®rico como pr¨¢ctico y t¨¦cnico ? en ?potencia de producci¨®n? (Produktionspotenz) , bajo las condiciones y relaciones sociales vigentes.
Los desempe?os sociales contemporaneos requieren aptitud a orientarse creativamente en ambientes tejidos y entretejidos de complejidad moviente, para cuya dilucidaci¨®n el concurso de saberes distintos es imprescindible, ya que ?lo simple? no es m¨¢s que ?resultado de una simplificaci¨®n? y que el ?ser? mismo de algo no es distinto del proceso de su devenir .
El fen¨®meno de la mondializaci¨®n, que acompa?a los desarrollos de la modernidad y que quiz¨¢s no tiene que conformarse a un ¨²nico modelo hegem¨®nico, determina tareas, m¨¦todos y formas de articulaci¨®n nuevos que no ahorran las comunidades tradicionales de ense?anza, de investigaci¨®n y de producci¨®n cultural.
2.?Crisis? y cr¨ªtica, ?problematicidad? y demanda de respuestas, ?tensi¨®n? con las realidades y proyecci¨®n de un abanico de ?posibles? a materializar practicamente ? son rasgos de un caminar historico al que las Universidades no vuelven las espaldas. Def¨ªnen un horizonte en el que su entra?able responsabilidad social se despliega in concreto.
Frente a la tentaci¨®n (utilista) del rapto por banda de la inmediatez sin aliento ni perspectiva, pero tambi¨¦n frente a la tendencia (eburnea) hacia el arrebato de las proclamaciones de apoteosis ret¨®rica ? el quehacer radical pasa por el acogimiento del reto de repensar y de refigurar las modalidades determinadas bajo las cuales la Universidad trata de cumplir su misi¨®n.
La conocida advertencia de Ortega s¨ªgue cobrando su sentido: ?Una instituci¨®n en que se finge dar y exigir lo que no se puede exigir ni dar es una instituci¨®n falsa y desmoralizada? . Convertir a la Universidad en ficci¨®n ( p¨ªa o respectable, pero sin anclaje en la realidad) no es por supuesto objectivo que compartamos; sin embargo, hay que cuidar siempre de que no se desplome por essos derrumbaderos.
Fichte, a su vez, recordaba que ?todo lo que se reivindica del derecho a la existencia tiene que ser y que prestar [leisten]? . Significa esto que a la Universidad no solo le cabe firmarse y afirmarse en su contorno hist¨®rico, como por su pr¨¢ctica diversicada le incumbe proveer a la sociedad de productos y procesos impregnados de (buena) calidad.
3. En este marco se juega la faena de la Universidad en tanto que instituici¨®n social de nivel superior, comprometida con el cultivo de los saberes en un proceso de formaci¨®n de humanidad.
El saber, la ciencia, son hoy dia un pilar tambi¨¦n de la soberania, un ingrediente indescartable de la ciudadania informada y participante, una dimensi¨®n constitutiva de la calidad humana que, indiviual y colectivamente, seguimos inscribiendo en el cuerpo de la historia con nuestro pensar, nuestro hacer, con los anelos que acalantamos.
Importa recuperar, tal vez, y retrabajar, un concepto amplio y enriquecido de ?cultura? (Bildung) que Hegel comprend¨ªa como ?la red [Netz] en la que se recoje todo el material concreto que ocupa al hombre en su actuar y en su andanza [in seinem Tun und Treiben]? .
La Universidad es, sin duda, un instituto de cultura, en el sentido de que corresponde a una organizaci¨®n plasmada a lo largo de los siglos, de sus luchas y de sus des¨ªgnios; pero la Universidad es tambi¨¦n instituci¨®n de cultura, en la medida en la que activamente interviene, bajo la mediaci¨®n pr¨¢ctica del saber, en la hechura de la historia.
Cuando se habla de responsabilidad p¨²blica por la formaci¨®n calificada de los miembros de la sociedad, de gobierno democratico participado de las instituciones universitarias, de nuevas tecnolog¨ªas y modalidades nel proceso de trasmisi¨®n/aprendizaje, de construcci¨®n de una dimensi¨®n europea (desde luego) de la ense?anza superior y de la investigaci¨®n , de los riesgos de una conversi¨®n de la educaci¨®n en simple ?mercanc¨ªa?, etc. ? no ser¨¢ estulta pedanter¨ªa de intelectual abstracto insistir en la relevancia y en la pertinencia de un pensar fundamental (y fundamentado) de estas materias.
Por el entramado historico-cultural que compartimos, por la tomada a cargo de nuestra humanidad que no rechazamos, quiz¨¢s podria el ambito ibero-americano convertirse en un forum apropiado para estas (y otras) discusiones. Por lo menos, para todos aquellos que s¨ªguen valorando la vocaci¨®n emancipadora del saber, en tanto que herramienta cr¨ªtica para la reconfiguraci¨®n de nuestro vivir conjunto.
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