El d¨ªa despu¨¦s de la ilegalizaci¨®n
El autor critica la pol¨ªtica antiterrorista del PP, en especial en lo que conlleva de ruptura de unidad de los dem¨®cratas frente a ETA, y razona su discrepancia del proyecto de ilegalizar Batasuna.
Si no fuera porque la perplejidad es un sentimiento que la pol¨ªtica no puede permitirse, nos sentir¨ªamos as¨ª pensando que puede haber alguien que justifique, o simplemente que no se estremezca, ante hechos de muerte como los que hemos tenido, otra vez, que soportar en Santa Pola. Si alguien cree que el dolor de las familias o las propias vidas arrebatadas son un precio a pagar por alcanzar metas pol¨ªticas, tenemos que decirles que sus c¨¢lculos macabros son tan absurdos como in¨²tiles, porque tienen enfrente a la raz¨®n y a todo un pueblo que les grita su condici¨®n de criminales. Junto a toda la ciudadan¨ªa, todas las fuerzas democr¨¢ticas compartimos el dolor de los familiares afectados por la barbarie y no cejaremos hasta poner fin a esta sinraz¨®n sangrienta que hace que unos pocos justifiquen la violencia en nombre de un pueblo al que no representan.
El que compartamos el fin, la desaparici¨®n de ETA, no significa que compartamos los medios
La ruptura del consenso, propiciada por el PP, no ha fortalecido la lucha antiterrorista
La ciudadan¨ªa debe saber tambi¨¦n qui¨¦n condena y qui¨¦n no condena estos atentados. Y en esta ocasi¨®n, como en tantas otras, Batasuna ha demostrado no estar del lado de las v¨ªctimas. Su silencio les sit¨²a como subalternos de los que directamente aprietan el gatillo. Pero Batasuna renunci¨® hace tiempo a la oportunidad de demostrar que sus ideas y su programa pod¨ªan defenderse desde la pol¨ªtica y sin la complicidad con la violencia. Habr¨ªa sido una ayuda decisiva para la paz que esta formaci¨®n hubiera declarado p¨²blicamente su distanciamiento de las acciones criminales de ETA.
Pero no lo han hecho hasta ahora y no parece que lo vayan a hacer en un futuro pr¨®ximo. Y eso los convierte en una organizaci¨®n irrecuperable para la democracia y tambi¨¦n para un proceso de paz. Han perdido demasiadas ocasiones para reivindicar su autonom¨ªa y ahora s¨®lo queda esperar que el mundo aberzale que quiere defender leg¨ªtimamente sus opiniones desde la pol¨ªtica se desmarque de esta organizaci¨®n y organice su propio espacio al margen y en contra de ETA.
Pero tan importante como constatar esta evidencia es dar cuenta de una m¨¢s que tiende a menospreciarse en los ¨²ltimos tiempos. Todos los dem¨¢s partidos hemos condenado y condenamos siempre los atentados de ETA. Todos nosotros, que defendemos de manera democr¨¢tica nuestras opciones diferentes y nuestras propuestas alternativas, estamos unidos en la incuestionable denuncia de los asesinos de ETA. Este 'todos' incluye a partidos que gobiernan en sus respectivas comunidades aut¨®nomas y que han sido apoyos parlamentarios importantes en reiteradas ocasiones tanto del PP como del PSOE.
Conviene recordarlo justo en el momento en que la discusi¨®n sobre el mejor modo de derrotar de manera definitiva la violencia se instrumenta de modo que los que no comulgan con las propuestas y posiciones del Gobierno del PP son acusados por sus portavoces y gacetilleros de c¨®mplices del terrorismo. Cuando no directamente de terroristas. El PP pide que no se haga electoralismo con el terrorismo, pero no duda en excluirse de ese mandato.
El que todos compartamos el fin -la desaparici¨®n de ETA- no significa que compartamos los medios. Y la gravedad del asunto exige espacio para la divergencia leg¨ªtima y para la pluralidad de opiniones.
En este tema tambi¨¦n el pensamiento ¨²nico se convierte en pensamiento cero. Por eso es importante que puedan escucharse con el mismo inter¨¦s y respeto las observaciones y propuestas de quienes no tienen que pedir perd¨®n por su historia pol¨ªtica y atesoran una trayectoria democr¨¢tica de mayor credibilidad que la que puede ofrecer hoy el partido en el Gobierno. A nosotros, el Partido Popular no puede ense?arnos democracia.
La estrategia seg¨²n la cual 'quien no est¨¢ conmigo est¨¢ contra m¨ª' en la lucha antiterrorista est¨¢ produciendo un importante da?o en la cultura democr¨¢tica en nuestro pa¨ªs y, lejos de solucionar ning¨²n problema, est¨¢ agravando con cada medida la situaci¨®n en todos los ¨®rdenes. Los terroristas deben estar frot¨¢ndose las manos viendo la falta de sinton¨ªa entre los partidos que debieran estar unidos contra la banda criminal.
La ruptura del consenso democr¨¢tico propiciada por el PP, y que ha arrastrado a otras fuerzas pol¨ªticas, no ha fortalecido la lucha antiterrorista. Al contrario, la ha debilitado y ha introducido una ruptura en el debate pol¨ªtico que amenaza nuestra convivencia democr¨¢tica. Si hoy ya se dice sin rubor que el PNV no es un partido democr¨¢tico -los mismos, por cierto, que ayer gobernaron con su apoyo- ?qui¨¦n detendr¨¢ ma?ana la ola medi¨¢tica que propondr¨¢ su ilegalizaci¨®n? Y si esto es lo que se denuncia hoy respecto al PNV, ?qui¨¦n impedir¨¢ ma?ana que lo mismo se predique de los 'separatistas' catalanes o gallegos, de los federalistas, de los republicanos o de aquellos que seguimos pensando que el capitalismo genera m¨¢s problemas de los que resuelve? Lejos de propiciar la convivencia, el respeto y la comprensi¨®n entre los pueblos y nacionalidades que forman lo que llamamos Espa?a, la l¨®gica amigo-enemigo promovida por Aznar nos hace m¨¢s d¨¦biles como pa¨ªs e introduce obst¨¢culos preocupantes en sociedades plurinacionales que s¨®lo mediante la integraci¨®n y el di¨¢logo tienen viabilidad.
La estrategia de la confrontaci¨®n liderada por el PP ha hecho posible adem¨¢s el incremento de la distancia entre la sociedad vasca y el resto de la sociedad espa?ola. Tras su fracaso en las elecciones vascas, el PP no ha dudado en trazar una frontera entre el Pa¨ªs Vasco y el resto del pa¨ªs. Mala forma de entender Espa?a.
En relaci¨®n con la Ley de Partidos, la sociedad vasca se ha pronunciado clara y mayoritariamente en contra en todas las encuestas. Y eso ha ocurrido tambi¨¦n con su representaci¨®n parlamentaria. ?Y no hubiera sido un ejercicio de la m¨¢s elemental prudencia atender a esta situaci¨®n para buscar otros caminos y negociar otras respuestas? ?No hubieran gozado de mayor eficacia propuestas fundadas en un consenso m¨¢s amplio?
Pensamos que es un buen momento para evaluar las medidas que se han puesto en marcha en los ¨²ltimos a?os y evitar, en la medida de lo posible, mantener una estrategia que da continuidad a otros llamativos fracasos, aunque puede haber producido algunos r¨¦ditos electorales.
?D¨®nde est¨¢n los balances sobre el impacto real de las diferentes leyes de excepci¨®n que ¨¦ste y otros gobiernos han venido aprobando? ?Por qu¨¦ no evaluamos con serenidad qu¨¦ ha ocurrido, por ejemplo, con los cambios en la Ley del Menor? ?No ser¨ªa bueno un debate m¨¢s abierto sobre la seguridad y la eficacia de los cuerpos de seguridad del Estado y la mejor manera de incrementarla?
Las estrategias fundadas en la excepci¨®n han fracasado reiteradamente, y por eso la ilegalizaci¨®n de Batasuna no es un buen camino en la lucha antiterrorista. El d¨ªa siguiente despu¨¦s de la ilegalizaci¨®n, los miserables a los que el presidente del Gobierno se refiere seguir¨¢n pase¨¢ndose por las calles del Pa¨ªs Vasco convertidos para algunos en 'm¨¢rtires del Estado espa?ol'. ETA, que ya es una estructura clandestina, seguir¨¢ actuando sin que podamos mirar a ning¨²n sitio y sin que nadie, en su nombre, tenga que responder pol¨ªtica ni judicialmente por sus atentados.
Ese d¨ªa, ETA habr¨¢ conseguido los objetivos que buscaba con atentados como los de la costa levantina, pues explicar¨¢ a los que quieran o¨ªrla que el Estado de derecho espa?ol impide otras expresiones pol¨ªticas. La brecha que separa las opiniones p¨²blicas de Euskadi y del resto del pa¨ªs se habr¨¢ agrandado un poco m¨¢s.
Ese d¨ªa habremos perdido una oportunidad para que la resultante de la lucha antiterrorista sea una sociedad que ha aprendido que la democracia es m¨¢s fuerte que el terror y que hubiera conseguido aislar a los violentos de tal modo que cualquiera de sus acciones disminuyese a¨²n m¨¢s su cada vez m¨¢s reducido espacio. El d¨ªa despu¨¦s habremos perdido la oportunidad de demostrar, como ven¨ªamos haciendo, que el espacio de Batasuna cada vez era m¨¢s estrecho.
El criminal atentado de Santa Pola y las otras acciones terroristas empeoran la situaci¨®n pol¨ªtica y psicol¨®gica, pero pueden ser tambi¨¦n la oportunidad para reconsiderar la estrategia de confrontaci¨®n y colocar en el centro de nuestros debates la necesidad de recuperar la unidad de los dem¨®cratas en la lucha contra el terrorismo, de tender puentes para hacer posible que la derrota del terror sea completa y definitiva.
Las experiencias de otros pa¨ªses pueden y deben ense?arnos algunas cosas. El fin del terror se consigue con menos costes, menos dolor y menos muertes cuando las sociedades afectadas est¨¢n unidas frente a los criminales. Cuando las reivindicaciones pol¨ªticas que sirven de justificaci¨®n para sus acciones se ven claramente como un sinsentido porque se oponen a ellas la democracia y el m¨¢s absoluto respeto a las formas y el fondo democr¨¢ticos. Cuando, frente a la actitud de los violentos, la grandeza de la democracia no sacrifica sus modos. Cuando se hace evidente que pueden defenderse todas las aspiraciones pol¨ªticas -incluidas la independencia o la autodeterminaci¨®n- mediante procedimientos democr¨¢ticos.
Lo interesante de las ¨²ltimas elecciones en Euskadi es que pusieron de manifiesto el agotamiento de las propuestas pol¨ªticas c¨®mplices con la violencia. El delirante rumbo de ETA y Batasuna recibi¨® un duro rev¨¦s electoral. La desaparici¨®n pol¨ªtica del nacionalismo c¨®mplice de la violencia estaba, fruto del coraje de muchas vascas y vascos, en la agenda pol¨ªtica. Las propias disensiones internas en Batasuna as¨ª lo demostraban.
Pues bien, sigamos ayudando a crear las condiciones para que la deslegitimaci¨®n de la violencia alcance ese punto cr¨ªtico en el que s¨®lo har¨¢ falta soplar un poco para que se desvanezca la pesadilla del apoyo social a los criminales y a quienes les exculpan.
La pol¨ªtica puede hacer mucho m¨¢s para conseguir poner fin al terrorismo y hacerlo de tal modo que la democracia, la pluralidad y la convivencia salgan reforzadas.
Gaspar Llamazares es coordinador general de Izquierda Unida (IU).
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