No le echen la culpa al presidente
El primer toro de El Juli result¨® ser un manso con peligro. El joven torero empez¨® la faena de manera decidida. Trat¨® de darle cuatro series de derechazos, sin que pudiera trazarlos con verdadera limpieza, porque el toro no estaba para que le torearan, ni bien ni mal. Mientras dejaba en el aire dos de cierta solvencia, entre tanto intento, s¨ª se palpaba el peligro que ten¨ªa el toro, y la gran profesionalidad del torero, adem¨¢s de estar muy valiente. Se comprob¨® que lejos de pensar en el hule, su actitud tuvo el perfil de valiente como animal ciego. Mat¨® con suma eficacia al encuentro. Como quiera que el p¨²blico se hab¨ªa apercibido del peligro que llevaba el toro dentro, quiso compensarle pidiendo la oreja, aunque bien es verdad que no fue objetivamente mayoritaria. Pero el presidente se la neg¨® y ah¨ª naci¨® la primera bronca.
P¨¦rez / Caballero, El Juli, Valverde
Toros de Javier P¨¦rez Tabernero: en su mayor¨ªa mansos, de desigual presentaci¨®n, algunos blandos; manejables, 1? y 4?. Fueron sustituidos 2? y 3?, por uno del mismo hierro (con peligro) y otro de J. M. Criado, de poco valor. Manuel Caballero: estocada delantera -aviso- cae el toro; casi entera (petici¨®n y gran ovaci¨®n). El Juli: estocada al encuentro (petici¨®n y gran ovaci¨®n); media estocada y cuatro descabellos (silencio). Javier Valverde: media estocada (leve petici¨®n +y gran ovaci¨®n); pinchazo, m¨¢s de media estocada, descabello -aviso- y descabello. Plaza de Vista Alegre. 22 de agosto. 6? de feria. Lleno.
Su segundo toro no serv¨ªa. Cualquier intento hubiera sido como matar gorriones con pu?ados de alpiste. As¨ª todo, el tercer par de banderillas fue hermos¨ªsimamente arriesgado.
La otra bronca al presidente lleg¨® en el cuarto de la corrida, segundo toro de Manuel Caballero. Despu¨¦s de cuatro series de derechazos de diverso pelaje, puesto que la primera serie fue regular, en la segunda hubo tres ciertamente templados, y la tercera y cuarta salieron al modo de un funcionario cualificado del toreo. Se ech¨® la muleta a la izquierda y se dio cuenta de que por ah¨ª el toro iba: entonces le peg¨® dos series con muy buen son. En la faena de su primero, Caballero no acab¨® de acoplarse con el toro. Su labor tuvo el sello de lo discreto, con alg¨²n muletazo bueno y otros no tan buenos. Es verdad que aunque el toro iba, en el viaje llevaba la cabeza muy alta, por lo que no acababa de humillar.
El debutante Javier Valverde acredit¨® una actuaci¨®n muy aceptable en su primero, en especial con la mano derecha, instrumentando series en redondo que le salieron muy limpias y densas. Cerr¨® la faena con tres manoletinas muy ce?idas. Aguant¨® bien y demostr¨® valor en ese toro. En el sexto de la tarde, que embest¨ªa con la cara alta, bastante hizo con robarle alg¨²n pase a aquel marmolillo. La labor qued¨® ensombrecida por unos cuantos enganches y un desarme.
Esas dos broncas al presidente sobran. El presidente no tiene la culpa de que el toro que le toc¨® a El Juli fuera un toraco de aspecto terror¨ªfico -lo hab¨ªan dejaron fuera como sobrero, por si acaso- ni que acreditara mansedumbre y peligro. Se le debe dar todo el m¨¦rito que se quiera, mas no una oreja como premio. Ni es de recibo ir a ver a El Juli con deseos de que se estrelle, como no lo es ir con la manga ancha de atribuirle excelencias si no llega a hacerlas. En esto hay una advertencia de Nieztsche que nos parece oportuno transcribir: 'En el elogio hay m¨¢s entrometimiento que en la censura'.
Por otra parte, la bronca a trav¨¦s de Caballero tampoco tiene raz¨®n de ser. No es culpa del presidente que el torero no se d¨¦ cuenta -o no quiera darse cuenta- de que la faena la tuvo que iniciar con la mano izquierda, porque ese era el pit¨®n bueno, el pit¨®n del triunfo, en vez de esperar a que acabara de darle cuatro series con la mano derecha. Conclusi¨®n: no se le eche la culpa al presidente.
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