Desde el fin de la noche
Ya tenemos aqu¨ª, por fin, a C¨¦line en persona, dentro de esta magn¨ªfica operaci¨®n editorial que Lumen est¨¢ llevando a cabo -en colaboraci¨®n con este su excelente traductor que es Carlos Manzano- para proporcionar al p¨²blico espa?ol con la mayor perfecci¨®n posible la obra de uno de los genios m¨¢s importantes de la literatura actual, que tan anfractuosamente se ha abierto camino para colocarse en uno de los primeros puestos del canon literario universal. Una obra muy discutida a lo largo del siglo XX, aunque indiscutible ya a estas alturas de principios del siguiente, y una figura que a pesar de todo sigue siendo sin embargo muy discutida, pues a lo largo de su no muy larga existencia (1894-1961) levant¨® filias y fobias sin parar, y todav¨ªa parece no dejar de removerse como si su tumba siguiera todav¨ªa abierta, sin que las aguas, a veces tempestuosas, que la rodearon en vida dejen de estar a¨²n tormentosamente vivas, sin que a¨²n podamos verlas tranquilas y serenas, como lo requerir¨ªa el estatuto de cl¨¢sico que parece haber alcanzado ya. Pues lo bueno de los cl¨¢sicos es que en ellos se ha llegado a la contemplaci¨®n serena a la que tienen derecho, aunque en su caso la posteridad siga neg¨¢ndole esa tranquilidad. ?Es por tanto leg¨ªtimo ese clasicismo con el que respetamos a este personaje tan poco respetable que hasta lleg¨® a ser condenado por los tribunales franceses a la 'indignidad nacional', junto a algunas sanciones econ¨®micas a?adidas, bien que fuera amnistiado despu¨¦s por sus m¨¦ritos en la Primera Gran Guerra, donde fue herido, declarado inv¨¢lido en un 75% y condecorado?
CARTAS DE LA C?RCEL
Louis-Ferdinand C¨¦line Traducci¨®n de Carlos Manzano Lumen. Barcelona, 2002 448 p¨¢ginas. 21,50 euros
Bien, todo esto es historia
ya muy conocida, y adem¨¢s, est¨¢ contada a trav¨¦s de su obra entera, aunque a trav¨¦s de su petite musique en la forma -su inigualable estilo, oral, popular, arg¨®tico e imprecatorio- y con el m¨¦todo de la 'trasposici¨®n' en el fondo, que lo eleva todo al plano po¨¦tico y art¨ªstico. Pero aqu¨ª ya no hay ficci¨®n, se trata de sus cartas, que nos presentan la figura del autor al desnudo, su persona en carne y hueso, viva la fuente y el origen humano de todo este arte descomunal y sus implacables sombras. Toda correspondencia es siempre sospechosa, no se olvide, no hay que creer nunca en su sinceridad total. Las cartas tienen siempre dos autores, quien las escribe y los destinatarios a quienes se dirigen y en cuya funci¨®n se escriben.
Durante los seis a?os que C¨¦line pas¨® refugiado en Dinamarca al final de la Segunda Guerra Mundial, de 1945 a 1951, perseguido judicialmente por las nuevas autoridades francesas, sucesivamente preso, enfermo y finalmente asignado a residencia, escribi¨® sin parar, no solamente las obras que luego publicar¨ªa hasta su muerte en 1961 (sobre todo el segundo tomo de Guignol's Band y otros dos de Fantas¨ªa para otra ocasi¨®n, aunque ambas series han aparecido despu¨¦s con numerosos fragmentos in¨¦ditos en la Biblioteca de La Pl¨¦iade en su pa¨ªs, de lo que aqu¨ª carecemos), sino unas cinco mil cartas que se han ido publicando parcialmente aunque nunca en su totalidad, pues quedan muchas in¨¦ditas o no se han encontrado. De todas las que conozco -a su esposa, su editorial, a sus amigos (Paraz) o amigas, a sus abogados franceses Naud y Tixier, ¨¦stas poco m¨¢s de 200 dirigidas a su abogado dan¨¦s Mikkelsen (que ocultaban en su interior muchas veces emotivos mensajes clandestinos a su esposa Lucette), conservadas en la fundaci¨®n danesa que lleva el nombre del difunto letrado, constituyen sin duda su mejor parte, la m¨¢s potente y contradictoria, la que mejor nos devuelve la imagen del C¨¦line derrotado y aullando en el desierto: para aquellos a quienes les interese el autor y su obra, no es posible perd¨¦rselas, no lo olviden.
?Y c¨®mo era este C¨¦line en el fondo de su noche, en los momentos m¨¢s graves de su existencia? Es f¨¢cil imagin¨¢rselo, paranoico, quejica, protest¨®n, defendi¨¦ndose sin parar, atacando todo lo dem¨¢s, acusando a sus acusadores, proclamando su inocencia, enarbolando su pasado, sus enfermedades, una voz que aullaba sin parar, meticuloso, avaro y m¨¢s orgulloso que nunca. Nunca pareci¨® m¨¢s seductor con las viejas amigas y con sus defensores, m¨¢s tierno con su mujer, aunque la re?ir¨ªa para evitar sus peleas con Karen Marie Jensen, bailarina danesa que le prest¨® innumerables servicios, entre otras cosas les cedi¨® su apartamento y recuper¨® el oro puesto a salvo para su fuga.
Cada personaje viene docu-
mentado por el preparador franc¨¦s de la edici¨®n, Fran?ois Gibault, su mejor bi¨®grafo hasta hoy, aunque echemos en falta el siempre necesario ¨ªndice onom¨¢stico que s¨ª completa la francesa de 1998. Luego el temporal pas¨® y vendr¨ªan las correspondientes cr¨ªticas hasta contra Mikkelsen y sus amigos daneses, lo que escandaliz¨® a su primer partidario americano que as¨ª dej¨® de serlo, Milton Hindus. C¨¦line lleg¨® a Dinamarca, tras una laber¨ªntica hu¨ªda a trav¨¦s de Alemania, el 24 de marzo de 1945, donde los ocupantes nazis le proveyeron de un permiso de residencia legal. Pero pronto huyeron los alemanes, la democracia volvi¨®, la diplomacia francesa lo denunci¨® y el matrimonio fue detenido (Lucette s¨®lo por diez d¨ªas) el mes de diciembre siguiente en la prisi¨®n de Vestre Faengsel de Copenhague, con vistas a su extradici¨®n a Francia sumida entonces en una depuraci¨®n terrible, donde abundaron las detenciones, los juicios, las condenas, las ejecuciones, penas de c¨¢rcel y hasta alg¨²n que otro asesinato. Y de todo eso, los defensores daneses salvaron al escritor, que sin embargo pas¨® a?o y medio privado de libertad en la c¨¢rcel, la enfermer¨ªa y el hospital, hasta su salida final en residencia vigilada. De lo que nadie pudo librar nunca a C¨¦line fue de s¨ª mismo. Por eso nos persigue desde el fin de la noche sin parar.
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