La suma redenci¨®n
El poeta ingl¨¦s G. M. Hopkins (1844-1889) no es en absoluto ajeno a una atenci¨®n m¨¢s o menos regular entre nosotros, probablemente porque se nos hace cercano debido a que representa el cruce de dos tradiciones con un fuerte arraigo en la poes¨ªa espa?ola: por un lado, la tradici¨®n barroca en la que prima la pasi¨®n formal; por otro, la tradici¨®n m¨ªstica dominada por la m¨¢xima pasi¨®n espiritual y experiencial. Sabemos que el jesuita Hopkins hab¨ªa le¨ªdo a santa Teresa y con toda probabilidad a san Juan de la Cruz y de ah¨ª que sus clamores ext¨¢ticos y sus abismos purgacionales nos sean familiares como, por otro lado, tambi¨¦n nos lo son su enrevesada sintaxis, sus extravagantes opciones l¨¦xicas, su deslumbrante metaforismo y, ahorm¨¢ndolo todo, su sistema r¨ªtmico y sonoro, lleno de aliteraciones, rimas internas y externas, y de cadencias acentuales que ¨¦l quer¨ªa novedosas y que le aproximan a los flujos del verso libre.
POEMAS
G. M. Hopkins. Traducci¨®n de Jos¨¦ Julio Cabanillas Renacimiento. Sevilla, 2002 109 p¨¢ginas. 9,02 euros
Este volumen selecciona algunos poemas conocidos y ya traducidos -por D¨¢maso Alonso, Carlos Pujol o J. ?. Valente-, como V¨ªtores en la cosecha, Primavera, Noche estrellada, El mar y la alondra o El halc¨®n, entre otros, todos ellos maravillosos poemas, originales, emotivos, o raramente cr¨ªpticos, como ese monumento que es El halc¨®n, poema hermoso y complejo donde los haya, cima de la imaginaci¨®n po¨¦tica que a¨²na el retorcimiento formal y la luminosidad espiritual, llena de fuerza y de fe, de misterio y de impenetrable claridad.
Junto a ellos, aparece el no
menos complejo, dram¨¢tico y largo El naufragio del Deutschland, que Hopkins escribi¨® como consecuencia del naufragio en diciembre de 1875 del citado barco y de la muerte en ¨¦l de cinco franciscanas que hu¨ªan de la anticat¨®lica Alemania de Bismarck camino de Am¨¦rica. Poema descriptivo y meditativo a la vez cuya finalidad ¨²ltima es recuperar la noci¨®n b¨¢sica del mensaje cristiano: la muerte de Jes¨²s no fue en balde porque demostr¨® que desde el sufrimiento la salvaci¨®n es posible. Por tanto, el sufrimiento de las monjas ahogadas es la antesala para el reencuentro con Dios.
Mal que nos pese, no podemos estar de acuerdo con muchas de las opciones del traductor, por su muy frecuente dar la espalda a muchas de las dificultades y escabrosidades del estilo de Hopkins en las que reside precisamente buena parte de su originalidad y atractivo. El resultado es un Hopkins m¨¢s llano, m¨¢s limpio, m¨¢s claro, m¨¢s sencillo, es decir, exactamente el poeta que no es. Ninguna traducci¨®n, por buena que sea, puede aproximarse a las complejas y muy trabadas redes sonoras que arman los poemas de Hopkins pero s¨ª debe hacerlo a su sintaxis endiablada, a sus elecciones l¨¦xicas, a su imaginaci¨®n excesiva y herm¨¦tica y, de su mano, a sus m¨¢s rec¨®nditos sentidos, se entiendan o se dejen de entender, porque, como dec¨ªa T. S. Eliot, esa acumulaci¨®n de rarezas nunca nos parecen meros juegos formales, sino irremediables consecuencias de una experiencia profunda que no pod¨ªa expresarse de otra manera.
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