La oscura muerte de Abu Nidal
Que la muerte de Abu Nidal, extra?a y violenta como toda su carrera, coincida con el apogeo de Osama Bin Laden tiene su l¨®gica hist¨®rica. El palestino Abu Nidal fue en los a?os setenta y ochenta del pasado siglo el m¨¢ximo representante de un terrorismo ¨¢rabe de ra¨ªz secular y nacionalista; el saud¨ª Bin Laden se ha convertido en nuestro tiempo en el gran promotor internacional de un delirio homicida basado en el integrismo musulm¨¢n. Tal ha sido la evoluci¨®n pol¨ªtica esencial en las ¨²ltimas cuatro d¨¦cadas del complejo universo situado entre Casablanca y Yakarta: la expresi¨®n nacionalista e izquierdista del rechazo a Israel, Estados Unidos y, en general, Occidente ha dado paso a la expresi¨®n religiosa y apocal¨ªptica.
Poco o nada religioso, Abu Nidal ordenaba sus ejecuciones a altas horas de la madrugada, desde sus refugios secretos y con mucho whisky en el cuerpo
Hace unos d¨ªas, Abu Nidal se suicid¨® de un tiro en la boca en su casa de Bagdad cuando iba a ser detenido por agentes de los servicios secretos iraqu¨ªes. ?sta es la versi¨®n que, apoyada por unas fotograf¨ªas, ha ofrecido el r¨¦gimen de Sadam Husein. Como este r¨¦gimen tiene poca o nula credibilidad y como todo en la vida de Abu Nidal es de lo m¨¢s oscuro, puede que fuera as¨ª y puede que no. Lo obvio es que a Sadam le viene muy bien la muerte de Abu Nidal para quitarle un argumento adicional, el de la presencia en Irak del ominoso terrorista, a la discutida acci¨®n militar en su contra que prepara Washington. 'Es posible que Sadam haya decidido que era el momento oportuno para deshacerse de ¨¦l', afirma el ex agente israel¨ª David Kimche. Es muy posible. Lo que tambi¨¦n es seguro es que nadie va a pedir una investigaci¨®n exhaustiva del suceso. En realidad, muy poca gente, incluso entre los palestinos y los ¨¢rabes, ha llorado la desaparici¨®n de este hombre de 65 a?os de edad y posiblemente enfermo de leucemia.
Objetivo: matar
En los archivos del FBI, la CIA, el Mossad, el MI6 y todos los dem¨¢s servicios de espionaje del planeta, los ficheros sobre Abu Nidal llenan muchas estanter¨ªas y ocupan mucha memoria dura de ordenador. En los pasados a?os setenta y ochenta, Abu Nidal fue tan c¨¦lebre universalmente por sus cr¨ªmenes como hoy lo es Bin Laden. Sus esbirros, que llegaron a ser unos 2.000 y estaban agrupados en un tinglado llamado Fatah Consejo Revolucionario, mataban, selectiva o indiscriminadamente, en Londres, Par¨ªs, Madrid, Roma, Bruselas, Viena, Kuwait, Beirut, Atenas, Estambul y T¨²nez. Cuando los ataques eran indiscriminados, como los tiroteos en los aeropuertos de Roma y Viena y la sinagoga de Estambul, las v¨ªctimas eran jud¨ªos y occidentales que simplemente estaban all¨ª. Cuando los asesinatos eran selectivos, ca¨ªan colaboradores palestinos de Yasir Arafat o diplom¨¢ticos y esp¨ªas de pa¨ªses ¨¢rabes.
?A qui¨¦n serv¨ªa Abu Nidal? En primer lugar, a una visi¨®n extremista y desesperada del combate palestino que consideraba una traici¨®n el realismo y la moderaci¨®n crecientes de Arafat. En segundo lugar, a los servicios secretos del r¨¦gimen autoritario ¨¢rabe que en cada momento le apadrinaba, y Abu Nidal desarroll¨® un arte particular para ser adoptado sucesivamente por el Irak de Sadam, la Siria de Hafez el Asad y la Libia de Muamar el Gadafi. Bien hizo el periodista brit¨¢nico Patrick Seale al titular as¨ª su biograf¨ªa del personaje, publicada en 1992: Abu Nidal, a Gun for Hire. Abu Nidal era una pistola, un arma de alquiler.
Abu Nidal se llamaba en realidad Sabri al Banna, y era todo un hijo del drama de los palestinos. Naci¨® en 1937 en Jaffa, en lo que entonces era la Palestina bajo mandato brit¨¢nico, en el seno de una familia que no era pobre, sino que, al contrario, pose¨ªa pr¨®speros naranjales, viv¨ªa de un modo acomodado y era ampliamente respetada por ¨¢rabes, jud¨ªos y occidentales. Pero en 1948 los Al Banna tuvieron que abandonar su hogar y sus propiedades en Jaffa ante el asalto de los soldados jud¨ªos que alumbraban el Estado de Israel. Para el chico de 11 a?os fue un espantoso trauma, que se prolong¨® con las estancias en campos de refugiados de Gaza, Cisjordania y Jordania. Luego, Abu Nidal estudi¨® ingenier¨ªa en Egipto, pero no lleg¨® a terminar la carrera; mont¨® negocios en Jordania y Arabia Saud¨ª, y a finales de los a?os sesenta se incorpor¨® a la OLP y adopt¨® el alias de Abu Nidal, que en ¨¢rabe significa El Padre de la Lucha.
En 1974, Abu Nidal rompi¨® con un Arafat que, en su opini¨®n, se estaba haciendo demasiado realista, acomodaticio, templado, toda una paloma. Fund¨® Fatah Consejo Revolucionario y comenz¨® su colaboraci¨®n con el te¨®ricamente m¨¢s radical r¨¦gimen baasista de Bagdad. Muchas de sus acciones de los a?os siguientes tuvieron como v¨ªctimas a los enemigos ¨¢rabes de Irak, empezando por la tambi¨¦n baasista Siria. Pero en 1982, Sadam Husein, que en su guerra contra el Ir¨¢n del ayatol¨¢ Jomeini quer¨ªa presentarse como un defensor de los ¨¢rabes moderados y de Occidente, le puso de patitas en la calle. En uno de sus muchos cambios de chaqueta, Abu Nidal se traslad¨® desde Bagdad a Damasco y comenz¨® a trabajar como sicario para Hafez el Asad y sus mujabarats o servicios secretos. Dado que Hafez el Asad odiaba al rey Hussein, Damasco comenz¨® encarg¨¢ndole la eliminaci¨®n de todos los diplom¨¢ticos y agentes jordanos que encontrara a tiro.
En los a?os ochenta, el grupo de Abu Nidal, protegido por los sirios, ten¨ªa una oficina abierta en Beirut, adem¨¢s de bases en los campamentos de refugiados palestinos de los suburbios de la capital libanesa y de Sid¨®n y en el valle de la Bekaa. Este cronista era corresponsal all¨ª y recib¨ªa comunicados verbales o escritos de representantes del hombre considerado entonces el terrorista m¨¢s peligroso del planeta. Uno de ellos, estremecedor, inform¨® en 1986 del asesinato de Alec Collett, un periodista brit¨¢nico que hab¨ªa sido secuestrado en L¨ªbano el a?o anterior. Era, seg¨²n el comunicado, la muestra de solidaridad de Abu Nidal con la Libia de Gadafi, que acababa de sufrir un severo bombardeo estadounidense.
Desp¨®tico y violento
Uno o dos a?os despu¨¦s, Hafez el Asad tambi¨¦n quiso ponerse el traje de dirigente no hostil a los estadounidenses y orden¨® que Abu Nidal saliera de Damasco. Esta vez fue Gadafi el que recibi¨® con los brazos abiertos a un personaje que, seg¨²n testimonios de ex miembros de su grupo, era extremadamente paranoico, desp¨®tico y violento. Poco o nada religioso, Abu Nidal ordenaba sus ejecuciones a altas horas de la madrugada, desde sus refugios secretos y con mucho whisky en el cuerpo. Un procedimiento que le encantaba para castigar a los disidentes de Fatah Consejo Revolucionario era enterrarlos vivos con un peque?o tubo met¨¢lico en la boca para que pudieran respirar. Por ese mismo tubo llegaba m¨¢s tarde la bala que pon¨ªa fin al calvario. Otro de sus m¨¦todos favoritos para arrancar 'confesiones', seg¨²n Seale, era 'fre¨ªr' los test¨ªculos de los sospechosos.
Tras haber empleado el mismo calificativo para Sadam y Hafez el Asad, Abu Nidal agradeci¨® la hospitalidad tildando a Gadafi del 'verdadero Saladino de nuestro tiempo'. Sin embargo, el caudillo libio tambi¨¦n lleg¨® a la convicci¨®n, a lo largo de los a?os noventa, de que si quer¨ªa seguir manteni¨¦ndose en el poder, ten¨ªa que limitar a lo verbal su odio a Israel y Estados Unidos. Hacia 1998 expuls¨® de Tr¨ªpoli a un Abu Nidal que probablemente ya estaba enfermo de leucemia. A partir de ah¨ª se le situ¨® de nuevo en Bagdad, aunque, en su versi¨®n oficial de la muerte del terrorista, el jefe de los servicios secretos iraqu¨ªes afirm¨® que acababa de llegar a la capital iraqu¨ª procedente de Ir¨¢n. Este dato son¨® a una manera de echar el muerto al vecino y eterno rival de Sadam.
Hac¨ªa a?os que ning¨²n servicio secreto o autoridad policial o judicial atribu¨ªa atentados a Abu Nidal. Su grupo estaba pr¨¢cticamente disuelto, aunque ¨¦l siguiera manejando grandes sumas de dinero y explotando con fines de mera supervivencia sus viejos contactos con los mujabarats de reg¨ªmenes dictatoriales ¨¢rabes. El terrorismo integrista de Hezbol¨¢, Ham¨¢s, Yihad Isl¨¢mica, el GIA y Al Qaeda tomaba con fuerza el relevo del de individuos o grupos seculares como Abu Nidal y Carlos el Chacal, e introduc¨ªa un nuevo y escalofriante m¨¦todo de acci¨®n: el suicida, el kamikaze. As¨ª que el enfermo Abu Nidal s¨®lo esperaba que alguno de sus antiguos patrones le propinara el tiro de gracia. Era, como dice David Hirst, 'un patriota que se hab¨ªa convertido en un psic¨®pata'.
La sombra de una sospecha
ARAFAT Y SU GENTE sostienen que Abu Nidal tambi¨¦n trabajaba para Israel. Es un hecho que Abu Nidal asesin¨® a numerosos dirigentes moderados de la OLP, incluido Abu Iyad, el brazo derecho y jefe de los servicios de inteligencia de Arafat. Tambi¨¦n lo es que muchos de sus atentados fueron el desencadenante de acciones b¨¦licas israel¨ªes, y el caso m¨¢s famoso fue el tiroteo del embajador de Tel Aviv en Londres, que sirvi¨® de ¨²ltimo pretexto para la invasi¨®n de L¨ªbano en 1982. Pero en su libro, Seale va m¨¢s all¨¢ de la coincidencia objetiva entre la brutalidad de Abu Nidal y el deseo israel¨ª de presentar la totalidad del combate palestino por su tierra y su libertad como una cosa de terroristas. Seg¨²n Seale, el Mossad consigui¨® en muchos momentos altos niveles de penetraci¨®n en la organizaci¨®n de Abu Nidal. Es ¨¦sta una sospecha imposible de demostrar que tambi¨¦n comparten otros dos reporteros brit¨¢nicos especializados en Oriente Pr¨®ximo. '?C¨®mo es posible que Israel, que ha sido capaz de matar a tanta gente de la OLP, no consiguiera destruir a Abu Nidal? ?Por qu¨¦ le necesitaba?', se pregunta Robert Fisk. 'Mucha gente ha pensado durante mucho tiempo que Abu Nidal era el golpe maestro, el agente extraordinario del espionaje israel¨ª; en cualquier caso, ning¨²n terrorista, excepto Menahem Begin, ha rendido a Israel mayores servicios', dice David Hirst. Israel siempre ha negado con gran vehemencia estas sospechas y ha puesto el acento en el elevado n¨²mero de jud¨ªos asesinados por el jefe de Fatah Consejo Revolucionario.
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