VACAS, GANDUL Y SAT?LITES
Ahora que ha quedado patente que dar de comer a las vacas los residuos de sus propias madres no es la mejor de las ideas, parece oportuno ir desempolvando la m¨¢s antigua e inteligente de las tecnolog¨ªas para alimentar al noble ganado bicorne: los pastos. Cuando pastan, las vacas no se vuelven locas, pero la verdad es que tampoco se vuelven muy listas, y s¨®lo utilizan el 30% o el 40% de la superficie de hierba disponible. Convencer a una vaca para que paste donde al ganadero le viene bien es casi tan dif¨ªcil como persuadir a un burro de que se tire por un barranco, y mejorar la eficacia de la alimentaci¨®n bovina va a requerir probablemente un poco de tecnolog¨ªa punta.
Dave Ganskopp, del Servicio de Investigaci¨®n Agr¨ªcola de Estados Unidos, acaba de dise?ar un sistema que puede ayudar (www.nps.ars.usda.gov), al que podr¨ªamos denominar GPS cencerrero. GPS son las siglas inglesas de Sistema de Localizaci¨®n Global, y es ese receptor de se?ales de sat¨¦lite que algunos fabricantes de coches quieren vendernos ¨²ltimamente para que no nos saltemos el cruce cuando vamos a visitar el rancho de los cu?ados. Ganskopp les ha colgado el GPS a las vacas como si fuera un cencerro, y ha introducido algunas mejoras en el sistema que le permiten saber por la noche por d¨®nde se han movido las vacas a lo largo del d¨ªa. Un sensor especial ajustado al cencerro tambi¨¦n revela si la vaca est¨¢ comiendo, paseando o ech¨¢ndose una buena siesta del carnero. 'Con este sistema espero llegar a predecir d¨®nde les gusta pastar a las vacas', asegura el investigador agropecuario.
Los primeros datos recabados por Ganskopp han venido a confirmar lo que ya sab¨ªan los ganaderos con mejores dotes de observaci¨®n. A las vacas no les gusta alejarse m¨¢s de un par de kil¨®metros de un arroyo, abrevadero o cualquier otra fuente de agua. Tampoco les hace la menor gracia pastar en una ladera cuya pendiente supere el 20% de inclinaci¨®n. Y abominan de los terrenos demasiado pedregosos. Ya s¨¦ que nada de esto es para tirar cohetes: las razones m¨¢s probables para esos tres rasgos de comportamiento son que a las vacas les gusta beber de vez en cuando, que no tienen un especial inter¨¦s en caerse rodando pendiente abajo y que pasan mucho de masticar piedras, respectivamente. Natural. Pero lo que espera Ganskopp, tras unos cuantos experimentos m¨¢s, es enga?ar a las vacas mediante el dise?o de un laberinto de vallas, senderos, peque?os canales de agua y otras artima?as que las fuercen a pastar en los sitios donde normalmente no lo har¨ªan. La t¨¦cnica es parecida a la que usan los hipermercados: como nadie se acuerda de comprar pilas, chocolatinas y maquinillas de afeitar, los Ganskopps de las grandes superficies te las ponen al lado de la caja para que se te ilumine la idea mientras te eternizas en la cola. No olvide su cencerro la pr¨®xima vez que haga la compra.
Cuando uno no tiene a mano una red de sat¨¦lites, en ocasiones se ve forzado a pensar, y ¨¦ste es el caso del ingeniero agr¨®nomo Srinivas Rao, del Laboratorio Grazinglands en El Reno (Oklahoma, EE UU). En zonas como las Grandes Llanuras norteamericanas, que se extienden entre el R¨ªo Grande y el delta del Mackenzie, uno de los problemas con la alimentaci¨®n de las vacas es que, desde que se acaba la temporada de las gram¨ªneas perennes a principios de verano y empieza la del trigo invernal a finales de noviembre, hay una crisis oto?al de forraje que es preciso paliar con alimentos menos aconsejables. Rao present¨® el viernes en la revista t¨¦cnica Agricultural Research una soluci¨®n simple y brillante consistente en sembrar una legumbre muy bien conocida por los agricultores asi¨¢ticos. Su nombre cient¨ªfico es Cajanus cajan, y en distintas zonas se la conoce como gandul, pigeonpea, quinchoncho o frijol de palo. La productividad del gandul (si se me permite la paradoja) es m¨¢xima entre julio y octubre, coincidiendo exactamente con la crisis del forraje, y su digestibilidad y contenido en nitr¨®geno son ¨®ptimas para el gourmet bovino en esas fechas. El artilugio tecnol¨®gico m¨¢s avanzado que precisa la t¨¦cnica de Rao es un tractor. Como sat¨¦lite, basta en este caso con la Luna.
?Imaginan que, como consecuencia de ¨¦stos y otros avances del ingenio agropecuario, podamos volver a hacer el caldo con un buen hueso de espinazo de vacuno? ?Hasta los sesos de ternera podr¨ªan acabar volviendo a las cartas de los restaurantes! Los avances cient¨ªficos suelen ser de dos tipos: los que plantean una nueva pregunta y los que permiten comerse la respuesta.
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