Juan Gonz¨¢lez Encinar, constitucionalista
A quienes apenas conoc¨ªan a Juan Gonz¨¢lez Encinar les llamaba la atenci¨®n en ¨¦l, antes que nada, su voz -profunda e inconfundible- y su figura un poco de otro tiempo. A los que, como yo, fuimos sus amigos no dejaba de sorprendernos nunca su sentido del humor, su inteligencia y el cari?o con que siempre correspond¨ªa al afecto que le dabas. Por eso su p¨¦rdida es mucho m¨¢s que irreparable: es obsceno que la muerte -?jod¨ªa muerte!- se haya llevado a quien tanta falta nos hac¨ªa.
Catedr¨¢tico de Derecho Constitucional en Alcal¨¢, el profesor Gonz¨¢lez Encinar hab¨ªa trabajado en algunos de los mejores centros europeos: en la Sorbona, en el Instituto Max Planck, en la Rock Ferry High School de Liverpool o en la Universidad de Heidelberg. En 1982 obtuvo el premio nacional concedido por el CIS y en 1984 dirigi¨® una gran obra colectiva, el Diccionario del Sistema Pol¨ªtico Espa?ol, que a¨²n no ha sido superado.
Aunque sus aportaciones se extendieron a ¨¢mbitos diversos del derecho constitucional y la ciencia pol¨ªtica, es de justicia destacar las referidas al campo de las autonom¨ªas y de la comunicaci¨®n. Y ello porque Juan Gonz¨¢lez Encinar fue uno de los primeros que entre nosotros se atrevi¨® a decir con claridad lo que hoy aceptamos ya muchos de quienes fuimos sus colegas: que el espa?ol era un Estado federal. Y fue tambi¨¦n de los primeros en prevenirnos de a d¨®nde iba a conducir el modelo de televisi¨®n por el que hab¨ªamos optado: a la programaci¨®n basura y a la manipulaci¨®n sistem¨¢tica de la informaci¨®n.
Su visi¨®n como constitucionalista era, de hecho, la de quien como ciudadano se sent¨ªa concernido por los problemas que ten¨ªa alrededor. Fue esa visi¨®n la que le llev¨® a estar vinculado al PSP en los ¨²ltimos a?os del franquismo y a mantener luego una independencia, siempre dentro de la izquierda, que no le impidi¨® nunca estar donde tocaba.
Hoy, adem¨¢s de sus familiares y allegados, le recordar¨¢n sus compa?eros de tertulia del Sulaika, sus colegas de la antigua escuela Ollero, sus amigos de la infancia de Monforte, los profesores de ciencia pol¨ªtica y derecho constitucional, y, en fin, todos los que un d¨ªa tuvimos la fortuna de compartir con ¨¦l su alegr¨ªa de vivir.
La ¨²ltima vez que nos vimos, mediado julio, disfrutamos de un buen vino de Rioja viendo el mar en Castro-Urdiales. Estaba ya entonces muy enfermo, y aunque hab¨ªa perdido gran parte de sus fuerzas, manten¨ªa intacta esa elegancia que fue siempre su se?a personal de identidad. No me dijo, como sol¨ªa, que pensaba en ser profesor en Galicia. Quiz¨¢ porque sab¨ªa ya que pronto volver¨ªa. Para siempre. Ten¨ªa 57 a?os. Nada m¨¢s.
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