LA VISI?N DEL ARTE O LA CESTA DE HUEVOS QUE NO GUST? AL REY
El ex director del Prado, Fernando Checa, descubre los secretos de los cuadros que decoran las paredes del monasterio de El Escorial
El padre Sig¨¹enza es un personaje bien conocido en San Lorenzo de El Escorial. Fue el cronista de la gran obra que Felipe II mand¨® levantar para enterrar a los suyos, y muchos de los detalles de aquella construcci¨®n y de las obras de arte que la decoran los recogi¨® con fidelidad la pluma del religioso.
Esta semana se ha convertido de nuevo en el protagonista de uno de los cursos de verano de la Universidad Complutense, el que se titula Pintura narrativa y sistemas de representaci¨®n en tiempos de Vel¨¢zquez. Con el libro de fray Jos¨¦ de Sig¨¹enza bajo el brazo, el ex director del Museo del Prado, Fernando Checa Cremades, gui¨® ayer a sus alumnos en una visita al monasterio. Un cursillo acelerado y provechoso sobre la pintura de aquella ¨¦poca que Checa Cremades concret¨® en un aspecto: la mirada a los cuadros de cerca y de lejos.
El grupo se detuvo ante la bas¨ªlica del monasterio donde se casar¨¢ el 5 de septiembre la hija de los Aznar. Desde la distancia donde podr¨¢n colocarse ese d¨ªa los curiosos (si les dejan), que es la misma hasta donde pod¨ªa llegar el pueblo en tiempos de Felipe II, el ex director del Museo del Prado explica los lienzos que decoran el altar, algunos de Zuccaro y otros de Tibaldi, esos italianos que tan poca gracia hac¨ªan al padre Sig¨¹enza, salvando el caso de Tiziano.
El religioso cuenta en sus cr¨®nicas c¨®mo Zuccaro, habiendo concluido las pinturas de la base del altar, llam¨® al rey para que las viera. Felipe II se acerc¨® a los lienzos y no dijo ni p¨ªo. Tras este momento de silencio que al pintor debi¨® hac¨¦rsele tan largo como la propia obra del monasterio, el monarca pregunt¨®: '?C¨®mo es posible que haya un pastor con una cesta de huevos si el cuadro es un amanecer?'. 'Temprano ponen estas gallinas y mucho corren los pastores para recoger lo puesto', pensar¨ªa para s¨ª el padre Sig¨¹enza. Pagaron al pintor, que se volvi¨® a Italia, y los cuadros fueron retirados del altar.
De las pinturas del pobre Zuccaro s¨®lo quedaron las de la parte alta del retablo y tampoco fueron del agrado del padre Sig¨¹enza. Sospechaba el religioso que en esta ocasi¨®n Zuccaro no hab¨ªa llamado al rey para pedir su experta opini¨®n sobre los lienzos, 'porque, como se hicieron con fuerza para ver de lejos, no ser¨ªan tan apacibles para ver de cerca'. 'Se ve que al padre Sig¨¹enza no le cay¨® bien este pintor', bromeaba ayer Checa Cremades con sus alumnos, que se fueron deteniendo en obras de Tiziano o Claudio Coello. No inclu¨ªa la visita el maravilloso cuadro de Vel¨¢zquez que atesora el monasterio de San Lorenzo, La t¨²nica de Jos¨¦, a pesar de que el pintor es el otro gran protagonista de este curso. Se trataba pues, de mirar las obras de cerca y de lejos y ver las t¨¦cnicas que usaban los pintores de cada escuela. Los flamencos con esos cuadros detallistas que lo mismo pueden mirarse a un metro que a 20; los italianos (y en esta escuela se incluye a Vel¨¢zquez), con sus borrones gloriosos que son reales en la lejan¨ªa y manchas de pintura donde hundir el dedo cuando uno se acerca. Manchas distantes, que en ti son verdad, no semejantes, que dec¨ªa Quevedo sobre una obra de Vel¨¢zquez. Otros se fijaban en la cesta de los huevos.
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