Hemorragia incesante
En los primeros seis meses del a?o se han registrado en Espa?a 574 muertos en accidentes laborales, casi un 10% m¨¢s que el a?o anterior. Se trata de un dato en s¨ª mismo escalofriante, que interpela a la conciencia de cuantos tienen responsabilidad en las medidas preventivas contra esa sangr¨ªa. Pero supone tambi¨¦n la constataci¨®n de un fracaso: el de la Ley de Prevenci¨®n de Riesgos Laborales, aprobada en 1995, y que no ha impedido que Espa?a registre una tasa de mortalidad en siniestros laborales que dobla la del conjunto de la Uni¨®n Europea.
Alba?iles en el andamio sin red protectora, operarios que manipulan sustancias abrasivas sin guantes, utilizaci¨®n aleatoria del casco en las obras. En Espa?a sigue habiendo una escasa cultura de la seguridad en el trabajo, tanto en los empleados como en las empresas. El resultado, ese millar largo de v¨ªctimas, sit¨²a a Espa?a en el segundo lugar europeo, tras Portugal, en siniestralidad laboral. Los t¨¦cnicos de la Administraci¨®n dicen que faltan estudios sobre las causas de que se mantenga esa tendencia, pero todos los expertos admiten que existe una relaci¨®n directa entre precariedad en el trabajo (lo que implica menor destreza y falta de h¨¢bitos de seguridad) y accidentes laborales. Pero si es as¨ª, habr¨ªa que idear planes espec¨ªficos de reforzamiento de la seguridad en los sectores, como los servicios, en que esa precariedad es mayor. De hecho, es en ese sector en el que se ha registrado el mayor incremento de siniestralidad en el semestre.
No hace mucho, el presidente del Consejo Econ¨®mico y Social (CES) elabor¨® un informe por encargo del Gobierno que conclu¨ªa que las estad¨ªsticas subestiman la incidencia real de los accidentes, aunque desde el Ejecutivo se ha argumentado que el sistema de medici¨®n es en Espa?a m¨¢s riguroso que en otros pa¨ªses, en cuyas estad¨ªsticas no se incluyen los accidentes en los desplazamientos hacia o desde el lugar de trabajo. Y que aunque haya aumentado el n¨²mero de personas fallecidas, se ha reducido el del n¨²mero total de accidentes. El a?o pasado ocurri¨® lo contrario.
Como en otros terrenos, el costo de no hacer -de no gastar en medidas preventivas- acaba resultando mucho mayor, desde su impacto social y tambi¨¦n desde el econ¨®mico, que el de invertir en seguridad. En 2000, el costo sanitario y en horas de trabajo perdidas provocado por el casi mill¨®n de accidentes registrado fue de unos 360.000 millones de pesetas, es decir, de casi seis millones de euros al d¨ªa. Esta otra sangr¨ªa tampoco nos la podemos permitir.
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