Sin pistas sobre el paradero de Bin Laden
EE UU pudo capturar al l¨ªder de Al Qaeda en Tora Bora y todos los expertos creen que se esconde en la zona tribal de Pakist¨¢n
Envuelta en una densa nube de polvo, una caravana de 200 veh¨ªculos todoterreno abandon¨® a toda velocidad la ciudad de Jalalabad, al este de Afganist¨¢n, a mediod¨ªa del 11 de noviembre. Los coches, llenos de combatientes ¨¢rabes y talibanes, pusieron rumbo a Tora Bora, un rec¨®ndito enclave al pie de la cordillera de Spin Gar o Monta?as Blancas. Varios testigos han relatado que Osama Bin Laden viajaba en el tercer coche. La guerra de EE UU contra los talibanes marchaba sobre ruedas y la Alianza del Norte estaba a punto de tomar Kabul con el apoyo de la aviaci¨®n norteamericana. Bin Laden, vestido con camisa y pantal¨®n gris y su chaqueta de camuflaje, hab¨ªa hablado el d¨ªa anterior ante un millar de l¨ªderes tribales pastunes en un centro isl¨¢mico de Jalalabad. 'Los americanos tienen planes para invadirnos, pero si nos mantenemos unidos y creemos en Al¨¢, les daremos una lecci¨®n, la misma que les dimos a los rusos', dijo el l¨ªder de Al Qaeda. Tras compartir un almuerzo a base de cordero y arroz, el multimillonario saud¨ª reparti¨® sobres con grandes fajos de rupias paquistan¨ªes entre los dirigentes tribales. Unos recibieron 300 euros; los m¨¢s importantes, hasta 10.000.
Pakist¨¢n ha negado que Bin Laden est¨¦ en el pa¨ªs, pero las zonas tribales est¨¢n fuera de su control
EE UU quiso que Tora Bora fuese la tumba de Al Qaeda, pero acab¨® siendo su mayor fracaso
Fue la ¨²ltima vez que Osama Bin Laden, el terrorista m¨¢s buscado del mundo, apareci¨® en p¨²blico. Desde entonces, su organizaci¨®n ha difundido v¨ªdeos con su imagen dif¨ªciles de autentificar y de fechar; los expertos han barajado todo tipo de teor¨ªas sobre su paradero y EE UU ha gastado miles de millones de d¨®lares en seguir su pista. Pero el velo de misterio no ha sido descubierto. Hay muchas hip¨®tesis, pero ninguna certeza: ?Est¨¢ vivo o est¨¢ muerto? Si est¨¢ vivo, ?d¨®nde se esconde? ?Result¨® herido en la ofensiva sobre Tora Bora? ?Est¨¢ enfermo? ?Cu¨¢ndo se grabaron los v¨ªdeos que difundi¨® la televisi¨®n ¨¢rabe Al Yazira? ?Qui¨¦n le protege? ?Sigue al frente de Al Qaeda? ?Han estado a punto de capturarlo alguna vez?
'Creo que Bin Laden est¨¢ muerto, pero ¨¦sa no es la cuesti¨®n', afirma Larry C. Johnson, que trabaj¨® para la CIA y el Departamento de Estado como experto en antiterrorismo y ahora es uno de los asesores en materia de seguridad m¨¢s prestigiosos de EE UU. 'Lo que en realidad deber¨ªamos preguntarnos es si estamos haciendo todo lo posible para acabar con las redes terroristas y creo que la respuesta es no'. Johnson debe ser una de las pocas personas que cree que la cuesti¨®n esencial no est¨¢ en saber si Bush llegar¨¢ a cumplir su promesa de 'capturarlo vivo o muerto'.
Si ha logrado sobrevivir a la ofensiva sobre Afganist¨¢n, casi todas las miradas apuntan hacia el mismo lugar, lo que el periodista Robert D. Kaplan llama La frontera sin ley. 'Si est¨¢ vivo, se encuentra en la zona tribal de Pakist¨¢n o en Karachi', asegura el profesor franc¨¦s Olivier Roy, uno de los grandes expertos europeos en Afganist¨¢n. August Hanning, el jefe de los servicios secretos alemanes, se pronunci¨® en el mismo sentido en unas declaraciones al diario Welt am Sonntag. 'Estamos convencidos de que Bin Laden vive', dijo el responsable del espionaje alem¨¢n, quien se?al¨® que la frontera entre Pakist¨¢n y Afganist¨¢n es 'muy probablemente' el lugar que hab¨ªa escogido para esfumarse. Yossef Bodanski, autor de Bin Laden: el hombre que declar¨® la guerra a Am¨¦rica (Random House) y director de un comit¨¦ de expertos en terrorismo creado por el Congreso estadounidense, tambi¨¦n se ha manifestado en el mismo sentido: 'Vive entre el este de Afganist¨¢n, la parte de Cachemira controlada por los paquistan¨ªes y algunas zonas del noroeste de Pakist¨¢n cruzando a Afganist¨¢n'.
Las autoridades paquistan¨ªes han negado la presencia de Bin Laden en su territorio, pero la zonas tribales del pa¨ªs est¨¢n muy lejos de su control. EE UU cree que unos 3.000 combatientes de Al Qaeda y talibanes han cruzado la frontera desde Afganist¨¢n. Lo m¨¢s probable es que ni siquiera permanezcan unidos: una vez separados, una operaci¨®n de caza y captura es como buscar una aguja en un pajar.
La zona tribal de Pakist¨¢n fronteriza con Afganist¨¢n, de 1.500 kil¨®metros de largo y 150 de ancho, es un conjunto de monta?as ¨¢ridas y valles profundos salpicados de peque?as aldeas. Sus habitantes son pastunes de religi¨®n musulmana -la mayor¨ªa de los talibanes pertenec¨ªan a esta etnia- y se rigen por un c¨®digo milenario, el pashtunwali, que domina todos los aspectos de su vida. Tienen su propio sistema judicial, sus propias milicias y la autoridad del Gobierno de Islamabad raramente se impone. Junto a la agricultura y la ganader¨ªa, las principales fuentes de subsistencia son el secuestro, el contrabando y el tr¨¢fico de drogas. Para atravesar la regi¨®n es necesario un salvoconducto de las autoridades tribales y los extranjeros deben ir acompa?ados por milicianos pastunes armados.
Las monta?as que separan Pakist¨¢n de Afganist¨¢n han sido siempre una frontera porosa, sin control, por la que es f¨¢cil escapar si se conoce el terreno y se cuenta con ayuda de la poblaci¨®n local. Y los ind¨®mitos habitantes de esta regi¨®n han utilizado pasos casi inexpugnables en todas las guerras en las que han combatido, contra los ingleses o los sovi¨¦ticos. Es, sin duda, un lugar perfecto para ocultarse y Bin Laden goza de enorme simpat¨ªa entre la poblaci¨®n local. En los costados de sus carreteras de tierra, pintadas sobre la roca, pueden leerse alabanzas al l¨ªder de Al Qaeda y su guerra santa. Muchos ni?os se llaman Osama.
Y all¨ª, Bin Laden goza, adem¨¢s, de la protecci¨®n que le otorga la compleja situaci¨®n en la que vive el presidente paquistan¨ª, Pervez Musharraf. Aunque ha sido uno de los principales aliados de EE UU en su guerra contra el terrorismo, Musharraf no puede permitir que tropas estadounidenses campen a sus anchas en su territorio. A pesar de ello, las agencias de seguridad, como la CIA, colaboran discretamente con la polic¨ªa paquistan¨ª y numerosos testimonios se?alan que miembros de la Delta Force han sido vistos en la zona tribal. En Karachi, una ciudad de 12 millones de habitantes que es un aut¨¦ntico territorio sin ley (all¨ª fue secuestrado y asesinado el periodista Daniel Pearl y han tenido lugar tres atentados contra occidentales), la actuaci¨®n de la polic¨ªa es todav¨ªa m¨¢s dif¨ªcil.
Todo indica que Bin Laden ten¨ªa su huida planeada antes de los atentados del 11-S, pero hubo un momento, a finales de 2001, en que estuvo a punto de caer en manos del enemigo. EE UU y sus aliados lo ten¨ªan localizado y pensaron que estaba rodeado. Pero se equivocaron. Casi todos los expertos creen que en Tora Bora, al otro lado de las Monta?as Blancas, en el este de Afganist¨¢n, las tropas de EE UU y el Reino Unido estuvieron a punto de capturarlo. Aquella regi¨®n fue el objetivo de una impresionante ofensiva a finales de noviembre y principios de diciembre de 2001. El periodista Abdel Bari Atwan, director del diario ¨¢rabe editado en Londres Al Qods Al Arabi, asegura que Bin Laden se encontraba bien despu¨¦s de haber recibido un 'impacto de metralla en un hombro' durante aquella ofensiva, en la que la aviaci¨®n de EE UU lanz¨® toneladas de bombas. Aquella herida explicar¨ªa el aspecto desmejorado que ofrec¨ªa en el ¨²ltimo v¨ªdeo de la cadena Al Yazira, emitido el 15 de abril.
Si muri¨® all¨ª, nadie ha sido capaz de encontrar su cad¨¢ver. De hecho, tropas estadounidenses y canadienses han recogido y analizado cientos de muestras de ADN en la zona y todos los resultados han sido negativos. No se ha encontrado ni rastro del m¨¢ximo l¨ªder de Al Qaeda. 'Sabemos casi de forma segura que estaba all¨ª y tambi¨¦n creemos que logr¨® huir', dijo a The Washington Post un alto funcionario de los servicios secretos estadounidenses.
Otros, en cambio, creen exactamente lo contrario. 'Osama Bin Laden ha muerto', ha dicho el periodista Amir Taheri. 'La noticia vino primero de Afganist¨¢n y Pakist¨¢n hace unos seis meses: el fugitivo muri¨® en diciembre y fue enterrado en las monta?as de Afganist¨¢n. Lo que queda de la banda de Bin Laden ha permanecido en silencio para mantener vivo su fantasma o porque no han podido comunicarlo. Con un ego tan grande como el Everest, Osama Bin Laden no habr¨ªa podido permanecer en silencio durante tanto tiempo si siguiese vivo', agreg¨®. Sin embargo, como todas las noticias en torno al l¨ªder de Al Qaeda, se trata de especulaciones. Sin pruebas, sin cad¨¢ver, est¨¦ donde est¨¦, todav¨ªa no ha acabado la caza. Las autoridades de EE UU han llegado incluso a contratar al ge¨®logo Jack Shroder para analizar las rocas que se ven en sus v¨ªdeos e identificar el lugar donde fueron grabados.
La sierra de Spin Gar, por las que los muyahidin cruzaban hacia Afganist¨¢n desde Pakist¨¢n durante la guerra contra sovi¨¦ticos, sigue guardando sus secretos. Todos menos uno: que la operaci¨®n estadounidense en Tora Bora empez¨® mal y acab¨® peor. 'En marzo de 1997 se instal¨® en los alrededores de Jalalabad. Su base lleva el nombre de Najan al Yihad (Estrella de la guerra santa). Bin Laden tambi¨¦n dispone de un escondite habilitado en varias cuevas cerca de Jalalabad (...), un lugar inc¨®modo e inexpugnable, pero equipado con ordenadores port¨¢tiles y un tel¨¦fono sat¨¦lite', escribi¨® el franc¨¦s Roland Jacquard, director del Observatorio Internacional contra el Terrorismo, en su libro En nombre de Osama Bin Laden (Salvat). Lo inquietante es que esta obra fue publicada antes del 11-S y que, por tanto, los servicios secretos de EE UU deb¨ªan tener esta informaci¨®n. Y debieron utilizarla con mayor eficacia despu¨¦s de que Bin Laden fuese visto aquel 11 de noviembre saliendo de Jalalabad y perdi¨¦ndose en aquellas monta?as.
'El convoy estaba lleno de ¨¢rabes. Les pregunt¨¦ d¨®nde iban y me dijeron que se dirig¨ªan a su base en Tora Bora', relat¨® Ahmad Sdiq, un comerciante de Jalalabad, a la periodista brit¨¢nica Janes Corbin, autora de La base (Simon & Schuster), un libro sobre la persecuci¨®n de los l¨ªderes de Al Qaeda. 'Todo el mundo sab¨ªa que viv¨ªa all¨ª', se?ala en las mismas p¨¢ginas un ni?o del pueblo de Choprikor, en cuyos alrededores se encontraba el escondite de Bin Laden, creado durante la invasi¨®n de la URSS. Otras fuentes independientes aseguran haber visto tambi¨¦n a Bin Laden en aquella zona. Dos ex militantes talibanes declararon a la revista Newsweek que ayudaron a huir de Afganist¨¢n al jefe de Al Qaeda y uno de ellos relat¨® c¨®mo Bin Laden viaj¨® en diciembre a caballo por las Monta?as Blancas afganas en compa?¨ªa de otras 28 personas y bajo fuego de la artiller¨ªa estadounidense. No hay que olvidar que el saud¨ª conoc¨ªa ese terreno como la palma de su mano, ya que fue uno de aquellos guerreros de Dios, y que busc¨® financiaci¨®n para construir esos complejos de t¨²neles y cuevas, que los muyahidin utilizaban para refugiarse de los bombardeos sovi¨¦ticos.
Estados Unidos quiso que el asedio a Tora Bora fuese la tumba de Al Qaeda, pero acab¨® siendo su mayor fracaso de la guerra en Afganist¨¢n. Sus mandos militares cometieron un grave error: en lugar de lanzar una ofensiva en toda regla contra los seguidores de Bin Laden, optaron por minimizar los riesgos para sus hombres y dejar la ofensiva en manos de muyahidin locales agrupados en la llamada Alianza del Este, el equivalente a la Alianza del Norte en esa zona de Afganist¨¢n. S¨®lo enviaron a la zona a unos pocos soldados de sus Fuerzas Especiales, apoyados desde el aire por cazas F-14 y bombarderos B-52. Los comandantes afganos subcontratados por EE UU para hacer el trabajo sucio a cambio de fuertes sumas de dinero, Haji Mohamed Zaman y Hazrat Ali, eran rivales irreconciliables y, en lugar de dedicarse a la caza de Bin Laden, aprovecharon la coyuntura para resolver disputas internas e intentar hacerse con el control de la regi¨®n de Jalalabad. Los aliados de EE UU no supieron, o no quisieron, tapar las salidas a los atrincherados y les dejaron el camino libre hacia Pakist¨¢n. Seg¨²n una investigaci¨®n del diario estadounidense The Christian Science Monitor, el propio comandante Hazrat Ali dej¨® escapar a militantes de Al Qaeda y puso a controlar las posibles v¨ªas de escape a uno de sus subordinados que hab¨ªa trabajado antes para Bin Laden. Los combatientes de Al Qaeda le pagaron m¨¢s y escaparon del infierno. Haji Zaman hab¨ªa recibido 10.000 d¨®lares de la CIA y un tel¨¦fono satelital Thuraya de ¨²ltima generaci¨®n. Tampoco sirvieron de nada. EE UU ha distribuido 'decenas de millones de d¨®lares' en met¨¢lico para encontrar a Bin Laden y en otras operaciones encubiertas.
La mayor¨ªa de las investigaciones de la prensa estadounidense y brit¨¢nica concluyen que Bin Laden fue uno de los que lograron cruzar las Monta?as Blancas. El comandante Hazrat Ali reconoci¨® a la BBC que muchos de sus hombres traicionaron a EE UU. 'Fue muy dif¨ªcil porque todos simpatizaban con Osama. ?l dio armas a la gente, les dio dinero; todas las casas de las monta?as cooperaron con ¨¦l'. Muchos expertos militares han confesado que ¨¦se fue su principal error: delegar el trabajo m¨¢s dif¨ªcil en los se?ores de la guerra locales, que resultaron no ser precisamente fiables, en vez de encarg¨¢rselo a sus soldados. 'Nuestra relaci¨®n con los afganos del sur y del este de Afganist¨¢n era completamente diferente. No es un secreto que ten¨ªamos una relaci¨®n mucho m¨¢s madura con la Alianza del Norte', dijo, diplom¨¢ticamente, el general Tommy Franks, jefe de las fuerzas estadounidenses. Olivier Roy no se anda por las ramas: 'Creo que Bin Laden pag¨® a se?ores de la guerra para escapar'.
Pero hubo un momento en el que pareci¨® que el cerco iba a dar resultado. 'S¨®lo s¨¦ lo que he escuchado: se perdi¨® una oportunidad, aunque no fue fatal', dice Larry C. Johnson. Este ex agente de la CIA no quiere dar m¨¢s precisiones sobre aquel momento, pero Jane Corbin lo describe en su libro La base. Fuerzas especiales brit¨¢nicas tuvieron a Bin Laden a su alcance en Tora Bora. Unos 70 miembros del Special Boat Squadron (SBS) estaban realizando una operaci¨®n encubierta cuando recibieron un chivatazo, al parecer completamente fiable, sobre el lugar en el que se escond¨ªa Bin Laden. Pero estaban bajo mando de EE UU y los miembros de la Delta Force -sus rivales estadounidenses- se encontraban en la zona. Los generales estadounidenses quisieron que fueran sus propios hombres los que capturasen al l¨ªder de Al Qaeda. Cuando pusieron en marcha la operaci¨®n era demasiado tarde.
Desde Tora Bora s¨®lo existen especulaciones. Las tropas estadounidenses han lanzado dos ofensivas -Operaci¨®n Anaconda, en marzo, y Operaci¨®n Puma, en mayo- en la frontera de Afganist¨¢n con Pakist¨¢n. Cerca de 50 soldados estadounidenses han muerto, adem¨¢s de miles de civiles, desde que comenz¨® la campa?a militar, el 7 de octubre, y miles permanecen todav¨ªa en este pa¨ªs; pero Al Qaeda sigue mandando amenazas a trav¨¦s de v¨ªdeos y portavoces. Entre las tropas hay 350 miembros de las fuerzas especiales, bregados en mil batallas, sobre los que un personaje de La chaqueta met¨¢lica dijo: 'Se comer¨ªan sus propios huevos y pedir¨ªan otra raci¨®n', cuya ¨²nica misi¨®n es desplazarse all¨ª donde se localicen miembros de Al Qaeda, capturarlos y enviarlos a Guant¨¢namo.
Sin embargo, a pesar de los millones, de las tropas, de la Delta Force, de la guerra en Afganist¨¢n que todav¨ªa contin¨²a, el cartel de 'Se busca. Vivo o muerto' sigue colgado. 'Lo que no comprendo es que si Bin Laden est¨¢ muerto, ?por qu¨¦ no ha sido proclamado a los cuatro vientos?', escribi¨® el comentarista brit¨¢nico Alexander Chancellor. Victoria Clarke, portavoz del Pent¨¢gono, resumi¨® lo que sabe Estados Unidos sobre su archienemigo: 'Tenemos informaciones de que est¨¢ aqu¨ª o all¨¢. Tenemos informaciones de que est¨¢ vivo y otras de que est¨¢ muerto. Simplemente, no lo sabemos'. Es evidente que, si EEUU tuviese datos m¨¢s precisos, no los proclamar¨ªa a los cuatro vientos. La p¨¢gina oficial del FBI, en su lista de los 10 terroristas m¨¢s buscados, dice de ¨¦l: 'Se cree que est¨¢ en Afganist¨¢n. Es zurdo y camina con la ayuda de un bast¨®n'. No es mucho.
La guerra de la informaci¨®n
En la guerra contra Al Qaeda no se trata s¨®lo de atacar, sino de recabar informaci¨®n. La campa?a contra Afganist¨¢n ha logrado desalojar a los talibanes y privar a Al Qaeda de sus principales campos de entrenamiento, por los que se cree que pasaron casi 25.000 militantes isl¨¢micos; pero antes del 11-S por lo menos los servicios de espionaje de EE UU ten¨ªan claro que Bin Laden estaba en alg¨²n lugar de Afganist¨¢n. Ahora no saben ni eso. La guerra de la informaci¨®n es tan importante como el combate sobre el terreno. 'La informaci¨®n que hemos conseguido de diferentes fuentes desde el 11-S se ha revelado muy valiosa. Tenemos un mejor dibujo de c¨®mo funciona Al Qaeda, cu¨¢les son sus estrategias de reclutamiento. Estamos en una mejor posici¨®n para infiltrarnos en esta organizaci¨®n. Adem¨¢s, hay miembros del c¨ªrculo cercano a Bin Laden que se han rendido y que han dado valiosas informaciones sobre su jefe', se?ala Larry Johnson.
Los expertos estadounidenses creen ahora que, aunque la alta tecnolog¨ªa sigue siendo fundamental en la b¨²squeda del l¨ªder de Al Qaeda, el contacto humano es la mejor herramienta para encontrarlo. La ayuda de quienes mejor conocen al hombre m¨¢s buscado del mundo, opinan, puede ser mucho m¨¢s valiosa que el mejor avi¨®n esp¨ªa. Sin embargo, el c¨ªrculo de Bin Laden sigue siendo impenetrable. Olivier Roy cree que la fuerza del saud¨ª y su capacidad para escapar se debe a la fidelidad de su c¨ªrculo m¨¢s ¨ªntimo. 'Bin Laden nunca ha sido traicionado', asegura este investigador franc¨¦s. 'Creo que sigue protegido por su c¨ªrculo m¨¢s ¨ªntimo, que le evita cualquier contacto con los locales'. Por ahora, nadie parece tentado por los 25 millones de d¨®lares que el Gobierno de EE UU ofrece a cualquiera que d¨¦ una informaci¨®n que permita su captura.
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