De Madrid a Rabat
La reconstrucci¨®n de las relaciones entre Madrid y Rabat es quiz¨¢ la mayor, y nada f¨¢cil, asignatura pendiente de la pol¨ªtica exterior espa?ola en el nuevo curso. No es que le corresponda necesariamente al Gobierno de Aznar dar el primer paso, pues es Rabat quien ha calentado el ambiente en agosto. Pero s¨ª dise?ar una l¨ªnea de recomposici¨®n, y, sobre todo, una estrategia a largo plazo hacia Rabat que ha faltado en los ¨²ltimos a?os en que tanto Marruecos como Madrid han cometido errores y dado muestras de falta de sensatez y sensibilidad hacia el otro.
Los dos ministros de Asuntos Exteriores, Ana Palacio y Mohamed Benaissa, acordaron en julio reunirse en Madrid en septiembre, pero no acaban de encontrar una fecha para iniciar ese 'di¨¢logo franco y sincero con el objeto de reforzar las relaciones bilaterales' al que se comprometieron. La proximidad de las elecciones, limitadas, del d¨ªa 27, reduce el margen de maniobra marroqu¨ª.
Aunque no necesariamente en la agenda del planeado encuentro, Benaissa y el Consejo de Gobierno han puesto sobre la mesa las reivindicaciones marroqu¨ªes sobre Ceuta y Melilla y otros territorios. No es una novedad. Marruecos nunca ha renunciado a reclamar estas plazas. Pero lo que ha cambiado es el clima en el que vuelve sobre la cuesti¨®n, pues el caso Perejil supuso una profunda crisis, con preocupantes gestos militares en torno a estas diferencias. Espa?a no tiene complejos en reiterar sus t¨ªtulos jur¨ªdicos sobre Ceuta y Melilla. Pero ser¨ªa ilusorio pensar que una eventual soluci¨®n del conflicto con Londres sobre Gibraltar no tuviera repercusiones sobre las plazas en el norte de ?frica. De casi todo se puede hablar -especialmente si sirve para aclarar malentendidos-, pero seg¨²n en qu¨¦ circunstancias y con qu¨¦ presiones.
La crisis de Perejil ha puesto a Marruecos en la situaci¨®n que probablemente buscaba al desatarla: no s¨®lo la de utilizar las reivindicaciones contra Espa?a para generar cohesi¨®n nacional y desviar la atenci¨®n de los problemas internos, sino la de forzar que la recomposici¨®n de las relaciones bilaterales se haga a trav¨¦s de una negociaci¨®n y no meramente de gestos m¨¢s o menos coordinados, como ser¨ªa el regreso de los embajadores.
La gesti¨®n de la inmigraci¨®n legal e ilegal, el futuro del S¨¢hara Occidental, las inversiones, el comercio, el turismo, la pesca, la lucha contra el narcotr¨¢fico, las explotaciones petroleras y otros elementos enriquecen la lista de cuestiones en las que ambos pa¨ªses tienen importantes intereses compartidos y campos de posible coincidencia. Pero lo primero que deben conseguir es superar las sospechas mutuas.
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