El 'americano casteller'
'Me gusta participar en los castells porque surgen de un magn¨ªfico esfuerzo conjunto, de un trabajo en equipo en el que cada uno aporta lo suyo y porque entre los castellers te encuentras a gente de todas las clases sociales', comenta Daniel Olivella, con los ojos brillantes de emoci¨®n. 'A m¨ª me toca hacer pinya, en la base, y acabo con el cuerpo hecho polvo, pero siempre salgo con la sensaci¨®n de que el esfuerzo ha valido la pena'.
A Daniel Olivella lo conocen en Vilafranca del Pened¨¨s como El americano. Naci¨® en Vilafranca hace 41 a?os, pero lleva m¨¢s de 20 en Estados Unidos. En 1979 se fue a Chicago a estudiar m¨²sica, pero por una pirueta del destino acab¨® triunfando como cocinero. La cr¨ªtica de San Francisco lo tiene entre sus preferidos y hace tan s¨®lo unos meses el diario USA Today eligi¨® uno de sus platos (un arr¨°s negre) entre los 20 mejores del pa¨ªs. En su restaurante de San Francisco, el B44, Olivella ha apostado por la cocina catalana y por una decoraci¨®n con fotos de los Castellers de Vilafranca y con monitores de televisi¨®n que muestran paso a paso c¨®mo se construyen los castells, las human towers como los llaman los norteamericanos.
Daniel Olivella regenta un restaurante en San Francisco. Cada 'diada' de San F¨¦lix vuelve a Vilafranca para ser 'casteller'
'La fiebre de los castells me cogi¨® hace tan s¨®lo unos a?os', explica Olivella. 'Hab¨ªa participado en ellos de peque?o, pero no me entusiasmaban demasiado. A finales de la d¨¦cada de 1990, sin embargo, los redescubr¨ª y me qued¨¦ enganchado. Ahora me reservo cada a?o unos d¨ªas de vacaciones para participar en las jornadas castelleres, en especial la de San F¨¦lix [30 de agosto], fiesta mayor de Vilafranca. Cuando llego al Casal Casteller y me empiezan a saludar al grito de 'Eh, americano!', se me pone la piel de gallina. Es algo fabuloso, ¨²nico'.
Daniel Olivella ha participado este a?o en cuatro jornadas castelleres y ha luchado como todos por levantar uno de los grandes para la Diada de San F¨¦lix. Han sido muchas horas de ensayo, muchos esfuerzos y muchas ilusiones. De las m¨¢s de 500 personas que participan en los Castellers de Vilafranca, la palma ex¨®tica se la llevan ¨¦l (en tanto que americano), un alem¨¢n y un australiano. La devoci¨®n por los castells, por estas construcciones ef¨ªmeras de equilibrio precario, ha roto fronteras.
La plaza del Ayuntamiento de Vilafranca estaba abarrotada el pasado viernes. Un total de 10.000 personas pendientes de la pugna de las cuatro mejores colles del momento: los Castellers de Vilafranca, los Minyons de Terrassa y la Jove i la Vella de Valls. M¨¢s de 2.000 castellers dispuestos a dar el m¨¢ximo por conseguir varios castells de gama extra, uno de los momentos culminantes de la temporada.
'Al entrar en la plaza del Ayuntamiento el d¨ªa de San F¨¦lix siento una gran emoci¨®n', confiesa Daniel Olivella. 'Cuando empezamos a levantar los castells ya me tranquilizo y s¨®lo me concentro en el esfuerzo. Estar en medio de la pi?a es como estar en un intrincado bosque de brazos y piernas. Todos somos colegas y todos estamos implicados. Es algo indescriptible. Est¨¢ oscuro y casi no ves nada, pero oyes los gritos del cap de colla. 'Vinga, amunt!', 'Ara, els dosos!', 'Ara els tresos!'... Es un momento irrepetible. Yo sufro a veces de claustrofobia, pero nunca la he sentido en los castells. All¨ª lo ¨²nico que buscas es aguantar y contribuir con tu esfuerzo a que todo salga bien. Oyes c¨®mo la m¨²sica marca los distintos pasos y est¨¢s atento al toque de las gralles, que significa que el castell empieza a levantarse. A partir de aqu¨ª, la concentraci¨®n aumenta y todos confiamos que salga bien'.
Al t¨¦rmino de la jornada, en el bar Coro reina la calma despu¨¦s de la batalla. Es el momento de tomar una cerveza y de comentar las incidencias del d¨ªa. Este a?o no pudo ser el tres de deu amb folre i manilles, que hizo llenya por dos veces, pero El americano se siente satisfecho con los ¨¦xitos obtenidos: un quatre de nou amb folre i agulla, un dos de nou amb folre i manilles, un tres de nou amb folre y un pilar de vuit amb folre i manilles. Un ¨¦xito.
A media tarde, despu¨¦s del esfuerzo, la comida de fiesta mayor sirve para recuperarse. En Vilafranca, sin embargo, Daniel Olivella no cocina; deja que lo haga su madre, la se?ora Encarna, una artista de los fogones que en una visita a San Francisco deslumbr¨® a la cr¨ªtica gastron¨®mica con su sabidur¨ªa culinaria y le rob¨® protagonismo al hijo. A continuaci¨®n, Daniel se planta ante el televisor para repasar la retransmisi¨®n en diferido de la Diada de San F¨¦lix. Mientras observa c¨®mo se van levantando los sucesivos castells, le pregunto qu¨¦ siente. 'Ahora lo ¨²nico que siento es una tort¨ªcolis muy fuerte y el cuerpo machacado', sonr¨ªe. 'Pero cuando est¨¢s all¨ª es la gloria'.
Sin embargo, a pesar del cuerpo dolorido, Daniel no piensa perderse por nada del mundo lo que queda de la fiesta mayor. Vilafranca la vive a fondo, con mucha participaci¨®n en la calle. El drac centenario abre la procesi¨®n, seguido de grupos de demonios, de trabucaires, de gigantes, de cap grossos, de bailes folcl¨®ricos... La imagen de San F¨¦lix paseada a hombros cierra la fiesta y su entrada en la iglesia marca el momento culminante, con un estallido de fuegos artificiales, de jolgorio, de castells y de felicidad.
Dentro de unos d¨ªas, Daniel Olivella subir¨¢ al avi¨®n para regresar a Estados Unidos. El americano, con las pilas recargadas, volver¨¢ a su restaurante de San Francisco y volver¨¢ a so?ar con el pr¨®ximo mes de agosto, cuando viajar¨¢ unos d¨ªas a Vilafranca del Pened¨¨s para ver a la familia y a los amigos y para ejercer de casteller dispuesto a dar lo m¨¢ximo en la Diada de San F¨¦lix. 'Mi ilusi¨®n ser¨ªa llevar un d¨ªa a los Castellers de Vilafranca a Estados Unidos', comenta. 'Ser¨ªa fabuloso'.
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