Medios y terrorismo
Pese a la pol¨ªtica partidista y a la controversia, los dirigentes estadounidenses son sin duda sinceros cuando afirman estar mejor preparados para la pr¨®xima vez. Desde el 11 de septiembre se han producido enormes cambios en el aparato de seguridad nacional del pa¨ªs y seguro que se producir¨¢n m¨¢s. Pero, ?es igual de serio el compromiso de los medios de comunicaci¨®n estadounidenses de cara a replantearse su modo de transmitir las noticias y presentar sus an¨¢lisis en esta nueva era del terrorismo?
Prepararse para el futuro, ha escrito este a?o el secretario de Defensa Donald Rumsfeld en Foreign Affairs, la principal revista estadounidense de pol¨ªtica exterior: 'Exigir¨¢ nuevos modos de pensamiento, as¨ª como establecer fuerzas e instrumentos que puedan adaptarse r¨¢pidamente a nuevos retos y circunstancias inesperadas. La capacidad de adaptaci¨®n ser¨¢ fundamental en un mundo definido por la sorpresa y la incertidumbre'.
Las noticias realmente importantes no se encontrar¨¢n en los comunicados de prensa del Departamento de Estado
La capacidad de adaptaci¨®n tambi¨¦n parece fundamental para los organismos de comunicaci¨®n y noticias que deseen evitar en el futuro caer en la irrelevancia. Pero, ?cu¨¢ntos de ellos dan prioridad a la contrataci¨®n de periodistas que hablen ¨¢rabe con fluidez, que conozcan la cultura isl¨¢mica o que sean expertos en las instituciones y en la pol¨ªtica del Tercer Mundo? Porque, de modo creciente, las noticias realmente importantes no se encontrar¨¢n en los comunicados de prensa del Departamento de Estado dirigidos a aquellos informadores enviados a c¨®modos destinos diplom¨¢ticos, sino en el dif¨ªcil trabajo del periodismo de investigaci¨®n; a veces, como descubri¨® Daniel Pearl, en unos contextos extremadamente peligrosos.
Como afirma Rumsfeld (que aqu¨ª se refiere, claro est¨¢, a la reforma del Ej¨¦rcito, pero cuyas palabras se pueden aplicar perfectamente a los medios de comunicaci¨®n de masas): 'Debemos dejar de lado las c¨®modas formas de pensar y planificar y, por el contrario, asumir riesgos y probar cosas nuevas para poder disuadir y vencer a adversarios que todav¨ªa ni siquiera nos han retado'.
Es decir, para que los medios de comunicaci¨®n sean capaces de abrir los ojos ante fen¨®menos, movimientos y personalidades que puedan eludir modos muy arraigados de observar los acontecimientos, comprenderlos y comunicarlos a las audiencias masivas. 'La misma l¨®gica se puede aplicar a la defensa nacional', prosigue Rumsfeld. 'En vez de organizar nuestras Fuerzas Armadas en torno a planes para luchar contra un pa¨ªs determinado, debemos analizar nuestras vulnerabilidades -pregunt¨¢ndonos, como Federico el Grande en los Principios generales de la guerra, '?qu¨¦ plan tramar¨ªa si yo fuese el enemigo?'- y despu¨¦s estructurar nuestras fuerzas de modo a disuadir y derrotar dicha amenaza'.
Si los medios de comunicaci¨®n occidentales fueran verdaderamente honrados, aceptar¨ªan las cr¨ªticas por no haber anticipado las noticias m¨¢s significativas de nuestro tiempo. Tardaron en comprender e informar del profundo c¨¢ncer que consum¨ªa al imperio sovi¨¦tico desde el interior; y cuando finalmente ¨¦ste explot¨®, quedaron tan asombrados como los dem¨¢s. ?D¨®nde estaban los indispensables conocimientos econ¨®micos y pol¨ªticos de los periodistas? La crisis financiera asi¨¢tica estall¨® y se extendi¨® por medio mundo antes de que los medios de informaci¨®n supieran siquiera qu¨¦ estaba sucediendo. Y, por supuesto, el 11-S tambi¨¦n cogi¨® a los medios completamente por sorpresa.
Estos errores no han disuadido a la prensa a tomar parte con excesivo af¨¢n en la agresiva campa?a para determinar la culpabilidad en las tragedias vividas en el World Trade Center y en el Pent¨¢gono. Tal vez sea justo, pero tambi¨¦n deber¨ªan tener la lucidez (y el sentido de la equidad) de analizarse a s¨ª mismos y hacerse esta pregunta: ?qu¨¦ m¨¢s podr¨ªamos haber hecho para ayudar a informar a nuestros dirigentes y lectores sobre el veneno humano que se gestaba en las monta?as y cuevas de Afganist¨¢n?
Nuestra tarea, ha escrito Rumsfeld, 'es cerrar tantas v¨ªas de ataque como sea posible'. Los presidentes, directores, editores y redactores de los medios de comunicaci¨®n tienen tambi¨¦n la importante responsabilidad de tapar los agujeros que se producen en su propio ¨¢mbito.
Como ha dicho el secretario de Defensa estadounidense, aquella guerra que debe librarse est¨¢ pr¨¢cticamente medio perdida. El verdadero genio reside en prevenir estos tr¨¢gicos estallidos. 'Nuestro objetivo no es simplemente librar y ganar guerras', ha afirmado, 'sino prevenirlas'.
En su tradicional papel de instrumento de alerta y de comunicaci¨®n de masas, los medios de informaci¨®n deben realizar una importante funci¨®n de prevenci¨®n, con la ayuda de periodistas mejor informados y preparados. Las empresas de informaci¨®n deben potenciar el sentimiento de que tienen una misi¨®n m¨¢s elevada que simplemente aumentar la tirada, amasar dinero y ganar premios Pulitzer. Los programas de estudio de las escuelas de comunicaci¨®n y de periodismo deben hacer algo m¨¢s que ense?ar una teor¨ªa refinada y aprender a redactar un buen titular: deben ense?ar a los periodistas a comprender, interpretar y comunicar temas complejos. Pocos programas o escuelas realizan esta labor; y los que lo consiguen normalmente ofrecen un diploma compartido con una escuela de ciencias pol¨ªticas o de administraci¨®n de empresas.
'Lo dif¨ªcil es asegurarnos de que, conforme pase el tiempo y se borre lo que nos aconteci¨® ese d¨ªa', ha advertido Rumsfeld, 'no volvamos simplemente a hacer las cosas igual que antes'. Los directores de los medios de comunicaci¨®n verdaderamente responsables tienen que asumir esta sincera advertencia y aplicarla a su propio ¨¢mbito de forma r¨¢pida, tenaz e incansable.
'La transformaci¨®n del Ej¨¦rcito no es un acontecimiento', concluye, 'sino un proceso prolongado. No habr¨¢ un punto en el que podamos declarar que las Fuerzas Armadas estadounidenses han sido 'transformadas'.
Lo mismo ocurre con la necesaria transformaci¨®n de los medios de comunicaci¨®n estadounidenses, que deben pasar de una cultura de complacencia a una de responsabilidad. La tarea nunca estar¨¢ acabada, pero ya es hora de comenzarla.
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