Sociedad de los Ciudadanos
Cuando en 1917 Lenin aspiraba a convertirse en el hijo salvador de la 'madre Rusia', la secuencia del genoma humano se encontraba en un proceso de gestaci¨®n al que le restaban 80 a?os para ser, siquiera t¨ªmidamente, alumbrada . Con esa falta de informaci¨®n, no es de extra?ar que Lenin pensase que todos los rusos deb¨ªan ser iguales y que por ello, probablemente con buena fe, sentase las bases de unas pol¨ªticas de igualaci¨®n que, tambi¨¦n 80 a?os m¨¢s tarde, han conseguido sustituir a la oligarqu¨ªa de la nobleza y los terratenientes por la de los magnates y se?ores del petr¨®leo, el gas, los metales, la electricidad, las finanzas, la mafia, etc. En el camino, millones de v¨ªctimas. Menos justificable todav¨ªa es que, con la enorme informaci¨®n que hoy d¨ªa nos proporciona Internet sobre el genoma, contempor¨¢neos como Castro y Kim Jong-il contin¨²en aplicando la guillotina social bajo la bandera de la igualaci¨®n.
Desde una versi¨®n occidentalizada, sociedad es un t¨¦rmino bajo el que, cual alfombra, se suele esconder la falta de rigor y de precisi¨®n de muchas pol¨ªticas p¨²blicas. Los devotos de su uso a mansalva, esgrimen el bien social como un ente sobre el que se act¨²a para redistribuir la riqueza y recomponer la justicia mediante procesos cuantitativamente de suma cero, pero que cualitativamente optimizan un desequilibrio existente. Aqu¨ª, y ahora, parece ser que la sociedad tampoco se crea ni se destruye individualmente, tan solo se transforma colectivamente, a pesar de los miles de sites sobre el genoma y de la diligencia de algunos buscadores.
Resulta un tanto grotesco que concedamos a la tecnolog¨ªa de los chips la posibilidad de anunciarnos que se ha terminado la leche en la nevera, incluso indicar a qu¨¦ colector de basura fue a parar el ¨²ltimo envase, y que neguemos su aplicaci¨®n en cometidos pol¨ªticamente relevantes. Cualquier tarjeta inteligente de tipo medio puede almacenar el historial sanitario de un ciudadano, su situaci¨®n efectiva ante la seguridad social y la hacienda p¨²blica e, incluso, ante la autoridad de tr¨¢fico y las farmacias.
Frente a esta catarata de informaci¨®n individual potencial, coexistente con la disponibilidad de potentes motores de almacenamiento / procesamiento y sistemas de seguridad, existe una corriente generalizada entre los responsables de los presupuestos p¨²blicos encaminada a la regresividad de los sistemas fiscales, menos tramos en los impuestos directos, bajo la excusa de la complejidad de su gesti¨®n y, por ende, de la p¨¦rdida de eficacia recaudatoria. Desde la coartada de que el equilibrio presupuestario social prima sobre el ciudadano contribuyente, se intenta justificar el brochazo sobre el pincel fino y la injusticia sobre la justicia. De especial notoriedad es el silencio mantenido ante este debate, tan internacional como amplio en su espectro pol¨ªtico, desde los partidos supuestamente alineados con la izquierda radical. En su concepci¨®n actual, la gesti¨®n del principio de universalidad aplicado a las pol¨ªticas relativas a la sanidad, educaci¨®n y servicios sociales, esconde inconsistencias s¨®lo evidenciadas por la indignaci¨®n que siente el ciudadano medio cuando repasa la publicaci¨®n de la lista de los mayores contribuyentes al fisco.
La identificaci¨®n de la situaci¨®n patrimonial de cada ciudadano, posibilitada desde una estructura tecnol¨®gica b¨¢sica, debe ser el garante de derechos individuales que se soportan con recursos escasos. Este no es un proceso de suma cero, sino que contribuye a la robustez del Estado de bienestar ante un determinado presupuesto, por la fiabilidad procesal en la verificaci¨®n de la cualificaci¨®n de los perceptores.
Cuando las recompensas se aseguran de manera indiscriminada y permanente, con independencia de las posibilidades presupuestarias reales, se contribuye al fomento de la inequidad y a la devaluaci¨®n del m¨¦rito, a medio y largo plazo. Incluso con el mayor rigor en la gesti¨®n de los sistemas p¨²blicos de pensiones, la UE debe afrontar, en espera de que los mercados burs¨¢tiles recobren su eficiencia, pol¨ªticas comunes en materia de incentivos a la suscripci¨®n de planes de pensiones individuales, siguiendo las pautas del Reino Unido y Holanda y, fuera de la Uni¨®n, de Suiza y EE.UU. La subsiguiente y espec¨ªfica armonizaci¨®n contributiva, deber¨ªa correr mejor suerte que las, hasta ahora, fracasadas en los campos generales de la imposici¨®n sobre la renta y sobre sociedades.
Pensar que la emigraci¨®n, carente por otra parte de una pol¨ªtica com¨²n que la ampare, ser¨¢ la fuente financiera de las pensiones de los europeos que ahora tienen menos de 50 a?os, supone, adem¨¢s de un saprofitismo inmoral, destilar cloroformo colectivo de baja intensidad. Las dificultades sociales que Alemania, Francia e Italia est¨¢n teniendo para avanzar, siquiera t¨ªmidamente, hacia el realismo, sugiere que este esfuerzo deba ser promocionado desde una instituci¨®n que, hasta ahora, ha concretado sus mayores ¨¦xitos en materia econ¨®mica y que debe iniciar una etapa de avance radical y posibilista en lo social.
Por otra parte, para millones de ciudadanos, la vivienda, adquirida mediante sus ahorros, es el activo fijo m¨¢s valioso de cara al futuro. Complementar los futuros ingresos por jubilaci¨®n, basados en un sistema p¨²blico de reparto, con un proceso de aportaciones a fondos de capitalizaci¨®n privados, supone un acto de responsabilidad individual que debe ser estimulado desde la esfera pol¨ªtica.
Esta tarea de responsabilizar al ciudadano en el marco de la colectividad supone, tambi¨¦n, otorgarle capacidad de elegir sus opciones de futuro escolar y universitario en cada fase de su educaci¨®n con la ayuda subsidiaria, pero irrenunciable, de los padres a la hora de tomar decisiones cr¨ªticas. Lo 'acient¨ªfico' de las decisiones que uno toma a los 12 a?os sobre su inmediato futuro escolar no es, como muchos sabemos por experiencia, mejorado cuando a los 17 debemos elegir nuestros estudios universitarios. Lo importante es disponer de alternativas de elecci¨®n, de v¨ªas de correcci¨®n basadas en criterios de racionalidad y de ejercer un derecho universal basado en principios de responsabilidad individual.
Las empresas est¨¢n acostumbradas a pensar en t¨¦rminos de empleados, clientes, proveedores, etc. Por eso, aun siendo ambas complementarias, la microeconom¨ªa empresarial es mucho m¨¢s eficiente para el ciudadano medio que la macroeconom¨ªa instrumentada desde los ministerios de finanzas y desde los bancos centrales. Si a la importante labor de controlar el d¨¦ficit presupuestario y la inflaci¨®n, a?adi¨¦semos alguna dosis de imaginaci¨®n para identificar las singularidades y potencial de la ciudadan¨ªa, el Estado de bienestar europeo ser¨ªa m¨¢s ecu¨¢nime, al dedicar la mayor parte de sus recursos a los m¨¢s necesitados, y acotar¨ªa el despilfarro, asegurando su viabilidad financiera en el tiempo.
La pol¨ªtica debe incorporar la cara y los ojos de los ciudadanos, tarea que deviene dif¨ªcil cuando pensamos en la proliferaci¨®n de sistemas electorales basados en listas cerradas de candidatos y en la elecci¨®n indirecta del m¨¢ximo responsable ejecutivo.
Jos¨¦ Emilio Cervera. Economista y ex eurodiputado del CDS (jecervera@mixmail.com)
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