'El marroqu¨ª se siente m¨¢s cercano al espa?ol que al franc¨¦s'
Del personal idilio de Lorenzo Silva con Marruecos tiene casi toda la culpa los relatos de las haza?as de su abuelo en la guerra de ?frica. Consciente de que cada palabra de la novela cobra un valor diferente a ra¨ªz de la ¨²ltima crisis con el reino alauita, el que fuera ganador en 2000 del Premio Nadal con El alquimista impaciente afirma que El nombre de los nuestros es una met¨¢fora de la prepotencia europea.
PREGUNTA. 'Estar¨¢ ciego de soberbia quien no advierta que los moros influyen en Espa?a mucho m¨¢s que los espa?oles en Marruecos', dec¨ªa Manuel Aza?a.
RESPUESTA. Ten¨ªa mucha raz¨®n, pero no afirmaba nada nuevo. Eso ya est¨¢ en la tradici¨®n del pensamiento africanista desde Joaqu¨ªn Costa. La influencia francesa en Marruecos ha sido siempre mucho m¨¢s importante que la nuestra. Hay una cita de Manu Leguineche que viene a decir m¨¢s o menos que a diferencia de los franceses, los espa?oles ni pagaban ni pegaban.
P. Sin embargo, fuimos m¨¢s permisivos con el nacionalismo marroqu¨ª que los franceses.
R. Fuimos menos f¨¦rreos, pero ellos siempre han sabido mantener una mejor imagen. A los gobernantes espa?oles no se les recuerda bien por all¨ª, pero el marroqu¨ª se siente m¨¢s cercano al espa?ol que al franc¨¦s.
P. Y ahora la crisis con Marruecos: Ceuta y Melilla, la isla Perejil...
R. Siempre que se iza una bandera llega el momento de arriarla. No me las quiero dar de profeta, pero conozco un poco la historia de Marruecos y esto lo ve¨ªa venir. Adem¨¢s, cuando escrib¨ª este libro en 1998 ya exist¨ªa mucha tensi¨®n. En realidad, la novela no es m¨¢s que una met¨¢fora de la indiferencia y superioridad europea para con los que consideramos salvajes. Cuando ocurri¨® lo de la isla de Perejil se me helaba la sangre al leer en los foros de Internet lo que la gente dec¨ªa: que si hab¨ªa que darles, que ¨¦sos s¨®lo aprenden a palos. Deber¨ªamos de ser m¨¢s conscientes de que vivimos al borde del abismo Norte-Sur. En R¨ªo Grande (la frontera de Estados Unidos con M¨¦xico), la renta per c¨¢pita de los estadounidenses es seis veces mayor que la de sus vecinos mexicanos. En Melilla, la de los espa?oles es 12 veces mayor.
P. Aun en la guerra, los personajes del libro tienen un gran sentido de la realidad. ?Qu¨¦ se puede aprender de ellos?
R. A conocer la angustia y la mierda de una guerra. A los que se ensa?an en el belicismo les har¨ªa falta saber los detalles. Ocurre siempre que los que mandan y se llenan la boca de discursos nunca est¨¢n donde se pasa mal.
P. Los di¨¢logos destilan un humor ¨¢cido y retratan unos personajes esc¨¦pticos, incluso descre¨ªdos.
R. Cuando se convive con el horror de una guerra, el humor es la ¨²nica manera de defenderse. Cuando hablas con testigos y supervivientes constatas que ese humor negro, tan espa?ol, fue una reacci¨®n normal en medio de aquello. En general, el humor es una defensa contra el horror. Se ve en Im¨¢n (1930), de Ram¨®n J. Sender (novela basada en su experiencia en la guerra de ?frica y cuya ¨²ltima edici¨®n, en Destino, ha prologado Silva).
P. A pesar de los horrores que relata el libro, los protagonistas est¨¢n enamorados de Marruecos.
R. Con ?frica ocurre as¨ª. A mi abuelo se le qued¨® grabada aquella experiencia. La guerra fue muy dura, pero le recuerdo escuchando m¨²sica marroqu¨ª, la m¨²sica de sus enemigos, cuando ya ten¨ªa casi 70 a?os. El sentimiento de odio s¨®lo ocurre cuando no le ves la cara al otro.
El nombre de los nuestros. La isla del fin de la suerte. El alquimista impaciente. Booket. Barcelona, 2002/2001. 296, 224 y 228 p¨¢ginas. 5,95, 6,95 y 5,95 euros.
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