Las piezas espa?olas de la trama Al Qaeda
Un a?o despu¨¦s del atentado contra las Torres Gemelas y el Pent¨¢gono, 12 personas est¨¢n imputadas y en prisi¨®n por su presunta vinculaci¨®n con el atentado terrorista de Al Qaeda (La Base) que ha cambiado el mundo: Zacar¨ªas Moussaoui, de 33 a?os, un franc¨¦s de origen marroqu¨ª, en Estados Unidos; Mounir el Motasadek, tambi¨¦n marroqu¨ª, de 28 a?os, en Alemania, y 10 ciudadanos, en su mayor¨ªa sirios, liderados por Imad Eddin Barakat, Abu Dahdah, detenidos en Espa?a y miembros del clan Los Soldados de Al¨¢.
La b¨²squeda de los ¨²nicos cerebros vivos del ataque, el yemen¨ª Ramzi Bin al Shibh y Said Bahaji, los dos pilotos frustrados que viv¨ªan con Mohamed Atta en una casa de Hamburgo (Alemania) y que podr¨ªan relatar c¨®mo se fragu¨® el atentado, ha sido un fiasco y los fiscales de Virginia y Nueva York que persiguen a los c¨®mplices (los 19 autores est¨¢n muertos) tienen un caso de 2.800 v¨ªctimas mortales y el banquillo de los acusados casi vac¨ªo.
Desde el 11-S, 22 personas han sido detenidas en Espa?a por su presunta vinculaci¨®n con Al Qaeda, la mayor redada de Europa
Chej Salah, un palestino barbudo y con aire despistado, intent¨® radicalizar la mezquita madrile?a, reparti¨® propaganda radical y fund¨® Los Soldados de Al¨¢
'Pas¨¦ miedo en el aeropuerto de Amm¨¢n. Estaban los servicios secretos y cre¨ª que me detendr¨ªan por estar en la lista negra', dijo Abu Dahdah
En el cuartel de Canillas se dobl¨® el n¨²mero de int¨¦rpretes de ¨¢rabe. Las escuchas y di¨¢logos, muchos en clave, eran m¨¢s sugerentes e inquietantes
Desde el 11-S, Espa?a ha sido el pa¨ªs europeo donde se ha detenido y encarcelado a m¨¢s personas presuntamente vinculadas con Al Qaeda, 22 entre el grupo de Abu Dahdah y los argelinos del Grupo Salafista para la Predicaci¨®n y el Combate (GSPC). Un informe reciente del Departamento de Estado norteamericano califica a Espa?a como 'campeona' en la lucha contra las redes de Bin Laden, y George W. Bush ha agradecido al presidente Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar la ayuda prestada.
?Qui¨¦nes son Los Soldados de Al¨¢, a los que se acusa en Espa?a de tener vinculaciones con el atentado? ?C¨®mo se han visto involucradas una decena de familias sirias y marroqu¨ªes, con hijos espa?oles, en un ataque perpetrado a miles de kil¨®metros de sus casas en Madrid y Castell¨®n? ?Son suficientes las pruebas que esgrime contra ellos el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garz¨®n? ?Por qu¨¦ ha jugado Espa?a tanto protagonismo en la persecuci¨®n de las redes de Al Qaeda?
En 1994, en el n¨²mero 7 de la madrile?a calle de Anastasio Herrero, sobre la que se levanta la mezquita de Abu Baker, una de las m¨¢s concurridas de la capital, los polic¨ªas que husmeaban por sus alrededores observaron a Anwar Adnan Mohamed Saleh, Chej Salah, un palestino de 36 a?os, un tipo alto, delgado, desgarbado y con poblada barba, que apareci¨® como por arte de magia e intent¨® imponer en el centro religioso una nueva directiva de corte rigorista. Cre¨® un grupo, al que bautiz¨® como Alianza Isl¨¢mica, que intent¨® desbancar al imam Riay Tatari, un sirio respetado dentro y fuera de su comunidad, y reparti¨® propaganda extremista.
La desenvoltura de Chej Salah despert¨® el inter¨¦s de los agentes de la Unidad Central de Informaci¨®n Exterior, que a partir de entonces no le quitaron ojo. ?Qu¨¦ pretend¨ªa este palestino con pinta de despistado en una mezquita que hasta entonces era un escenario de oraci¨®n tranquilo y reposado?, se preguntaron los polic¨ªas.
Pronto hubo novedades en el entorno de la mezquita. Los m¨¢s j¨®venes y radicales de Alianza Isl¨¢mica se escindieron y crearon un nuevo grupo al que denominaron Los Soldados de Al¨¢. Sus miembros eran en su mayor¨ªa sirios y a espaldas del imam repart¨ªan panfletos de Osama Bin Laden, revistas del Grupo Isl¨¢mico Armado (GIA) argelino y propaganda de la Yihad egipcia.
Junto a Chej Salah apareci¨® un hombre calvo, de cara redonda, ojos saltones, barba cuidada y algo grueso. Iba bien vestido y conoc¨ªa a numerosos fieles. A los ojos de la polic¨ªa parec¨ªa el embajador del palestino y hasta su escudero. Cargaba con las fotocopias de propaganda extremista de un lado a otro y ten¨ªa un aspecto tranquilo y servicial. Era Imad Eddin Barakat, Abu Dahdah, un sirio de 31 a?os afincado en Madrid desde hac¨ªa dos d¨¦cadas. Un hombre que se mov¨ªa en ese ambiente como pez en el agua.
Chej Salah y Abu Dahdah, adem¨¢s de intentar imponer una l¨ªnea radical en la mezquita del imam Tatari, buscaban ¨¢rabes para que se integraran en los comandos de muyahidin que, procedentes de todo el mundo, combat¨ªan en Bosnia. Cuando los agentes tuvieron en el cuartel madrile?o de Canillas la autorizaci¨®n de Garz¨®n para intervenir los tel¨¦fonos de los sospechosos, la investigaci¨®n sobre el palestino y su grupo empez¨® a cuajar.
Traslado a Pakist¨¢n
En octubre de 1995, un a?o despu¨¦s de aparecer en la mezquita de Abu Baker, el barbudo Chej Salah dej¨® su casa en Madrid y se traslad¨® a Peshawar (Pakist¨¢n). Su misi¨®n en Espa?a hab¨ªa terminado y al frente de Los Soldados de Al¨¢ sigui¨® su fiel escudero Abu Dahdah, al que di¨® tel¨¦fonos de contacto.
Chej Salah hab¨ªa subido varios escalones en su aportaci¨®n a la guerra santa. Se hab¨ªa integrado en Makhtab Ul Kedhamat, un grupo que reclutaba muyahidin en todo el mundo y dependiente de Osama Bin Laden, un multimillonario saud¨ª desconocido entonces salvo para los servicios de inteligencia. El perfil de Abu Dahdah era similar al de otros sirios que vinieron a Espa?a en los a?os ochenta. Hijo de un general, natural de Alepo, una localidad situada a una hora de avi¨®n de Damasco, vino a Espa?a a estudiar y en busca de oportunidades. Se cas¨® con Marisa Mart¨ªn, una madrile?a que trabajaba en un laboratorio y tuvo cuatro hijos. Viv¨ªa en Fuenlabrada, a las afueras de Madrid, conduc¨ªa un utilitario y al igual que el resto de Los Soldados de Al¨¢ ten¨ªa la nacionalidad espa?ola.
La semilla plantada en los aleda?os de la mezquita germin¨® y Abu Dahdad envi¨® a Peshawar a los primeros muyahidin captados en el madrile?o barrio de Tetu¨¢n. En Pakist¨¢n los recib¨ªa el palestino, les daba cobijo, ropa t¨ªpica past¨²n y los conduc¨ªa hasta la frontera con Afganist¨¢n para indicarles la senda que llevaba hasta los campos terroristas de Bin Laden, una docena de enclaves en los que se experimentaba con armas qu¨ªmicas. ?sa fue la primera prueba que vincul¨® a Abu Dahdah a las redes del terrorista saud¨ª, seg¨²n la investigacion policial que aparece en el sumario.
A finales de 1995, los polic¨ªas que vigilaban la mezquita y espiaban las conversaciones telef¨®nicas de los activos Soldados de Al¨¢ remitieron un informe al juzgado en el que defin¨ªan al grupo como 'c¨¦lula de integristas isl¨¢micos' y se?alaban que 'estas personas no tienen medios para mantener el ritmo de vida que llevan con continuos gastos, viajes al extranjero y distribuci¨®n de folletos y libros fundamentalistas sin cobrar nada'. 'Apoyan a determinados hermanos en sus necesidades y se han detectado env¨ªos de dinero para mantener campamentos, adem¨¢s de crear y financiar uno nuevo en L¨ªbano'.
El informe policial a?ad¨ªa que mediante el uso fraudulento de tarjetas de cr¨¦dito financiaban actividades de organizaciones terroristas y pon¨ªa el acento en Abu Dahdah, el l¨ªder del grupo. 'No tiene trabajo conocido, se le han detectado muchos viajes al extranjero, hace poco ha cambiado de coche, encontr¨¢ndose el anterior en buen estado; a diario recorre muchos kil¨®metros visitando a sus hermanos y llenando el dep¨®sito dos veces al d¨ªa'.
Los polic¨ªas hac¨ªan tambi¨¦n hincapi¨¦ en Osama Darra y Mohamed Needl, dos de los ac¨®litos de Abu Dahdah, que acababan de alquilar una tienda de decomisos en la madrile?a calle de los Hermanos Machado y un garaje que en opini¨®n de la polic¨ªa no ten¨ªan casi actividad. ?De qu¨¦ viven estos sirios que viajan al Reino Unido, Alemania, Turqu¨ªa y Yemen y hablan por tel¨¦fono hasta la extenuaci¨®n?, se preguntaban los agentes.
En 1996, en el cuartel de Canillas se doblaron los int¨¦rpretes que traduc¨ªan las escuchas autorizadas por el juez y que cada d¨ªa parec¨ªan m¨¢s sugerentes e inquietantes. Darra recib¨ªa llamadas desde Yemen en las que le comentaban que 'los j¨®venes de Cachemira necesitaban material' y faxes desde L¨ªbano en los que le ped¨ªan dinero para veinte combatientes. El sirio hablaba con Abu al Hassan, l¨ªder del grupo terrorista palestino Hezbollah Palestina. ?ste le coment¨® que ten¨ªan posibilidad de entrenar a cualquier muyahidin que venga 'del pa¨ªs que sea'. Un fax fechado el 11 de agosto le anunci¨® la creaci¨®n de 'un campamento para llevar a cabo una aut¨¦ntica instrucci¨®n militar, ya que ha llegado el momento de la lucha contra los jud¨ªos y que los j¨®venes est¨¦n preparados. Hay armas donde Abu al Hassan'.
Los agentes se limitaron a seguir la misma pol¨ªtica que aplicaban desde hac¨ªa a?os en sus indagaciones sobre terrorismo isl¨¢mico: ver, o¨ªr y acumular toda la informaci¨®n posible. Espa?a, puerta de entrada a Europa y ?frica, es un territorio caliente para los grupos fundamentalistas, pero ¨¦stos lo utilizan como base organizativa y retaguardia, no como escenario para sus acciones terroristas. Los polic¨ªas ten¨ªan en su punto de mira a 200 sospechosos, entre ellos a un grupo de salafistas argelinos en Navarra, Valencia, Murcia, Almer¨ªa y Huelva que m¨¢s tarde contactar¨ªan con Essid Sam¨ª Ben Khemais, Saber, enviado por Bin Laden a Mil¨¢n (Italia) para cometer atentados.
Faxes comprometidos
Mientras, los faxes que recib¨ªa Darra eran cada vez m¨¢s comprometidos. 'En el nombre de Al¨¢ todopoderoso y misericordioso. Querido hermano, quiero que sepas que tengo todo tipo de armas, pero no hay j¨®venes luchadores palestinos que ense?en sacrific¨¢ndose por nosotros, ya que hemos preparado una sede de exploraci¨®n en la cual se ense?ar¨¢ la ley isl¨¢mica, los temas y preparaciones militares. No tenemos quien financie este proyecto educativo', dec¨ªa una de las cartas de Abu Hassan. Darra le recrimin¨® los excesivos detalles de sus misivas, que a su juicio eran 'muy peligrosas'.
El 22 de mayo de 1997, los agentes que espiaban las llamadas tel¨¦fonicas de Abu Dahdah se llevaron una sorpresa. Chej Salah, el palestino que fund¨® el grupo en Madrid, le inform¨® que de la coordinaci¨®n de los muyahidin que llegaban a Pakist¨¢n se encargaba Abu Zubaida, uno de los pesos pesados de Al Qaeda. 'Entonces comprendimos que est¨¢bamos ante un tema importante', dice uno de los investigadores.
Abu Dahdah, el l¨ªder de Los Soldados de Al¨¢, vend¨ªa coches usados que tra¨ªa desde Alemania, y su inseparable Darra mercadeaba con veh¨ªculos, oro y piedras preciosas. La investigaci¨®n avanz¨® tanto que los agentes pidieron al juez la identidad de los titulares de 60 tel¨¦fonos.
La fren¨¦tica pasi¨®n viajera de Abu Dahdah convirti¨® las pesquisas sobre Los Soldados de Al¨¢ en un asunto de inter¨¦s internacional: el Reino Unido, Turqu¨ªa, B¨¦lgica, Dinamarca, Suecia, Indonesia, Malaisia, Jordania. En cada aeropuerto al que llegaba le esperaban polic¨ªas locales que informaban de sus pasos a los hombres del cuartel de Canillas. ?Por qu¨¦ viajaba tanto este sirio de aspecto bonancible?
El 25 de mayo de 1997 fue a Yemen a 'visitar a los j¨®venes y ver c¨®mo est¨¢ la situaci¨®n', seg¨²n se desprende de una llamada de Abu Kutada, de 41 a?os, el l¨ªder espiritual de Al Qaeda afincado en Londres con el que hablaba a menudo y en cuya casa se alojaba Abu Dahdah acompa?ado de Marisa, su mujer, y de sus hijos. 'Kutada es un l¨ªder religioso, como aqu¨ª un cura, y si ib¨¢mos a Londres le visit¨¢bamos. Nos abr¨ªan las puertas', dice Marisa.
'Ha salido la revista. ?Cu¨¢ntas copias quieres para los j¨®venes de Madrid?', le pregunt¨® Kutada al sirio en aquella llamada. 'He escrito el libro Tahawiyeh sobre el ate¨ªsmo de los infieles y te mandar¨¦ 10 copias para que las distribuyas'.
Los viajes de Abu Dahdah dibujaron su extensa red de contactos internacionales. En B¨¦lgica, con Tarek Maaroufi, reclamado por Italia por sus vinculaciones con Bin Laden; en Alemania, con Mamoun Darkanzanli, Abu Ilyas, contactado con las finanzas del terrorista saud¨ª; en Turqu¨ªa, con Mohamed Bahaiah, Abu Khaled, correo de Al Qaeda con Europa; en Jordania, con Riad Oqla, Abu Nabil, l¨ªder de un grupo extremista. La lista de pa¨ªses y contactos era un rosario interminable, demasiado larga para un vendedor de coches usados.
Las conversaciones de Abu Dahdah eran cada vez m¨¢s cr¨ªpticas y despertaban las sospechas y quiz¨¢ la imaginaci¨®n de sus perseguidores. En una llamada desde Londres, un tal Abu Wali le pidi¨® que cogiera urgentemente un avi¨®n, ya que ten¨ªa que mandar una 'mercanc¨ªa de lana' a Madrid para los enemigos de Al¨¢. Los agentes interpretaron que se refer¨ªan a 'alg¨²n tipo de arma'. Desde Rotterdam (Holanda), Maher le pregunt¨® si le hab¨ªa vendido 'los zapatos de deporte', y Tawfik, de L¨ªbano, le anunci¨® que hab¨ªa tra¨ªdo 'cien tablas'.
En julio de 1997, los agentes enviaron a Garz¨®n un informe en el que recog¨ªan la conversaci¨®n que mantuvo con un tal Mohamad, que le llam¨® para pedirle 'miel'. Abu Dahdah le coment¨® que no ten¨ªa, pero que un amigo la exportaba a Yemen y que era de romero. Los polic¨ªas escribieron en su informe que cuando los muyahidin hablan de miel 'suelen referirse a explosivos'.
Listas negras
De las charlas intervenidas se desprendi¨® que la mayor¨ªa de los sirios agrupados en Los Soldados de Al¨¢ ten¨ªan prohibida su entrada en el pa¨ªs por haber militado en la organizaci¨®n extremista Hermanos Musulmanes, algo que ahora corroboran fuentes diplom¨¢ticas. El propio Abu Dahdah confes¨® en una de sus charlas que en un viaje a Amm¨¢n (Jordania) 'pas¨¦ miedo porque estaban los servicios secretos' y pens¨® que lo detendr¨ªan, ya que figuraba 'en la lista negra'.
Ese mismo verano de 1997, Ghasoub al Abrash Galyoun, otro sirio del c¨ªrculo de Abu Dahdah afincado en Madrid, viaj¨® a EE UU junto a varios militantes de los Hermanos Musulmanes. En Nueva York, como un turista m¨¢s, enfoc¨® reiteradamente su c¨¢mara de v¨ªdeo a las Torres Gemelas y lo hizo desde diversos ¨¢ngulos y distancias. Tambi¨¦n grab¨® la Estatua de la Libertad y el Empire State. En San Francisco film¨® el pilar de sustentaci¨®n del Golden Gate y apostill¨® que era 'uno de los pilares b¨¢sicos'. ?B¨¢sicos para qu¨¦?
En plena grabaci¨®n, Ghasoub a?adi¨® otra frase enigm¨¢tica: 'Esta cinta no ir¨¢ a Siria, a no ser que Al¨¢ quiera que me cojan aqu¨ª en Estados Unidos', y reproch¨® a uno de sus acompa?antes que mencionara su nombre cuando estaba filmando. Ghasoub dec¨ªa en voz alta que mostrar¨ªa las cintas a sus 'hermanos' de Castell¨®n, y en concreto a Mohamed Kheir Saqqa, Abu al Darda, un empresario de cer¨¢mica que da trabajo a 120 familias, otro de los contactos de Abu Dahdah.
Todos los s¨ªmbolos filmados ya eran entonces objetivos potenciales de Al Qaeda. ?Fue un simple viaje tur¨ªstico o se ocultaba algo m¨¢s? ?Por qu¨¦ se recre¨® tanto en estos edificios emblem¨¢ticos?
Cuatro meses despu¨¦s lleg¨® a Madrid Mohamed Bahaiah, Abu Khaled, un destacado correo de Al Qaeda, que antes hab¨ªa vivido en Canarias, y avis¨® a Abu Dahdah, que ir¨ªa a Castell¨®n para contactar con el empresario de cer¨¢mica 'porque all¨ª ten¨ªa unas cosas' para recoger. ?Eran las copias de las cintas de v¨ªdeo grabadas por Ghasoub?
La polic¨ªa vigilaba tambi¨¦n a un socio de Ghasoub y amigo de Abu Dahdah: Muhamad Galeb Kalaje, Abu Thala, de 41 a?os, otro sirio en Madrid y due?o de una peque?a constructora. Kalaje vest¨ªa con americana y corbata y su promotora trabajaba con ¨¦xito. Era natural de Alepo, igual que Abu Dahdah y Bassan Dalati, otro de los vigilados por la polic¨ªa. Su hermana peque?a estaba casada con Abu Khaled, el correo de Al Qaeda que hab¨ªa estado en Castell¨®n 'recogiendo unas cosas'.
El constructor sirio hab¨ªa donado 670.000 euros, parte de los beneficios de la venta de 47 viviendas, a mezquitas de EE UU, Kosovo, Jordania y Siria, y a dos ONG, y, supuestamente, el dinero acab¨® en manos de Al Qaeda. ?Su promotora era parte del entramado empresarial de Bin Laden?
Cualquier persona que se relacionara con Abu Dahdah, incluso su amigo Tayseer Alouny, de 55 a?os, un sirio que trabajaba en Granada como traductor de ¨¢rabe de la agencia Efe, atrajo la atenci¨®n policial. Garz¨®n autoriz¨® que se pinchara su tel¨¦fono, y directivos de la agencia fueron informados por la polic¨ªa del inter¨¦s del FBI por las relaciones que manten¨ªa con radicales isl¨¢micos. En febrero de 2000, Alouny pidi¨® la baja y acept¨® la corresponsal¨ªa en Kabul de la cadena Al Yazira. Un destino que le llevar¨ªa un a?o despu¨¦s a ser el ¨²nico periodista autorizado por los talibanes para cubrir la guerra en esa ciudad, a recoger los v¨ªdeos amenazantes de Bin Laden y a entrevistar al hombre m¨¢s buscado del planeta.
Clases de aviaci¨®n
El 27 de agosto de 2001, cuando la investigaci¨®n iniciada en la mezquita cumpl¨ªa ocho a?os ininterrumpidos, el tel¨¦fono de Abu Dahdah volvi¨® a sonar. Un tal Shakur, un marroqu¨ª de unos 34 a?os, bajo, gordo, con poco pelo y tez oscura, le comunic¨® que 'ha cortado todas las comunicaciones. 'En estos momentos estoy haciendo una cosa, estoy dando clases y dentro de las clases hemos entrado en el campo de la aviaci¨®n e incluso hemos degollado al p¨¢jaro'. Sakur insisti¨® en que la conversaci¨®n era entre los dos y que no se lo dijera a nadie. 'Mi objetivo es el objetivo y no quiero entrar en detalles', a?adi¨®. Para Abu Dahdah, Sakur no era m¨¢s que 'un chiflado con el que no me gustaba hablar'.
Tras el 11-S, la lectura de estas conversaciones, la misteriosa cumbre de Mohamed Atta y otros pilotos suicidas en Tarragona semanas antes del ataque y la aparici¨®n del tel¨¦fono de la casa de Abu Dahdah en la agenda de Said Bahaji, uno de los aspirantes a piloto que resid¨ªa con Atta en la casa de Hamburgo (Alemania) donde se planific¨® el atentado, empuj¨® la detenci¨®n de Los Soldados de Al¨¢ y llev¨® a prisi¨®n a los salafistas argelinos. Garz¨®n mantiene en su auto que los v¨ªdeos de Ghasoub se enviaron a Al Qaeda y que son 'la informaci¨®n preliminar de los atentados contra las Torres Gemelas'.
?D¨®nde est¨¢ Chej Salah, el fundador de Los Soldados de Al¨¢? Mariano Ray¨®n, comisario de la brigada exterior, por cuyo despacho han desfilado en el ¨²ltimo a?o los responsables de los servicios secretos de varios continentes, responde: 'Creemos que vive en Pakist¨¢n o Afganist¨¢n junto a la gente que protege a Bin Laden'.
Ma?ana, lunes, segundo cap¨ªtulo de la serie: El rastro de Atta en Espa?a.
No hay pruebas, seg¨²n los familiares y las defensas de los detenidos
ESTUPEFACCI?N, SORPRESA y temor son las reacciones de los familiares de los 10 detenidos en Espa?a tras el 11-S a los que el juez de la Audiencia Nacional Baltasar Garz¨®n acusa indiciariamente de m¨²ltiples delitos de terrorismo, tantos como el n¨²mero de muertos y heridos que se produjeron en el atentado terrorista. Marisa Mart¨ªn, madrile?a, madre de cinco hijos y esposa de Imad Eddin Barakat, Abu Dahdah, presunto responsable de Al Qaeda en Espa?a, declar¨® hace varios meses a este peri¨®dico que su marido era inocente y asegur¨® que se falsearon pruebas. 'El caso de mi marido es vergonzoso. Lo han detenido porque Garz¨®n tiene que complacer a Aznar y ¨¦ste a Bush. Con las pruebas que hay no es serio llevar a una persona a la c¨¢rcel. Tengo plena confianza en ¨¦l, pero no creo en la justicia'. Abu Dahdah ha declinado contestar a un cuestionario remitido a la c¨¢rcel a trav¨¦s de su familia. En sus declaraciones al juez y al fiscal Pedro Rubira reconoce sus contactos con diversos dirigentes de Al Qaeda en todo el mundo, pero asegura que desconoc¨ªa sus actividades. 'Jam¨¢s he conocido a Bin Laden. Alguno, si tiene inter¨¦s, pues va a verle. Se puede. Antes no hab¨ªa problema. Yo no me interesaba por eso'. Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Ramos, el abogado de Mohamad Khair al Saqqa, due?o de tres f¨¢bricas de cer¨¢mica en Castell¨®n, al que Garz¨®n acusa de recoger y entregar a un correo de Al Qaeda las cintas de v¨ªdeo en las que se grabaron las Torres Gemelas, define a su cliente como un hombre honesto, trabajador y cumplidor. 'No hay pruebas contra ¨¦l. Sus 120 trabajadores han escrito a Garz¨®n pidiendo su libertad'. Al constructor sirio Mohamed Galeb Kalaje, presunto gerente de las empresas de Osama Bin Laden, seg¨²n lo defini¨® Interior, lo defiende Mar¨ªa ?ngeles Ruiz. La letrada asegura que ya 'ha desmontado' la mitad del dinero que, seg¨²n la acusaci¨®n, no ha justificado Galeb. Ruiz critica el r¨¦gimen de aislamiento que han impuesto a su defendido en la c¨¢rcel de Soto del Real (Madrid), la misma en la que est¨¢n Abu Dahdah y Ahmed Brahim, otro presunto financiero de Al Qaeda. 'El caso se va a caer', dice. La defensa de Bassan Dalati, en libertad provisional bajo fianza, piensa lo mismo. Marcos Garc¨ªa Montes, Jacinto Gil Ujena y Eduardo Molina, que defienden a otros imputados, opinan igual. Un letrado ha solicitado la autopsia de los 2.800 muertos, y otro defensor, un informe pericial sobre la causa que provoc¨® la ca¨ªda de las torres.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
Archivado En
- Terrorismo internacional
- Comandos terroristas
- Detenciones
- Osama Bin Laden
- Investigaci¨®n antiterrorista
- Operaciones antiterroristas
- 11-S
- Infraestructura terrorista
- Al Qaeda
- Atentados terroristas
- Financiaci¨®n terrorista
- Investigaci¨®n judicial
- Lucha antiterrorista
- Grupos terroristas
- Espa?a
- Proceso judicial
- Terrorismo
- Justicia