Gris horizonte
Serias amenazas de estancamiento siguen pesando sobre el conjunto de la econom¨ªa mundial. La semana ha sido pr¨®diga en indicadores econ¨®micos que no han alejado esos nubarrones, pese a algunos claros. A los datos sobre el debilitamiento econ¨®mico de EE UU en el pasado trimestre ha seguido un descenso inesperado del desempleo, con una tasa de paro del 5,7%, dos d¨¦cimas inferior a la del mes anterior. En esta favorable evoluci¨®n han influido de forma significativa las contrataciones en el sector p¨²blico, muchas de ellas vinculadas al aumento en las medidas de seguridad y otros servicios que dif¨ªcilmente garantizan la estabilizaci¨®n de los niveles de empleo.
Un indicador determinante es la precaria confianza de los consumidores y de sus decisiones de gasto, responsables de dos terceras partes de la actividad en la primera econom¨ªa del mundo. Y a esta insuficiente confianza de familias y empresas de EE UU tampoco son ajenas las amenazas de guerra en el Golfo y el consiguiente encarecimiento del precio del petr¨®leo, sin olvidar la decepci¨®n, el abierto escepticismo y la p¨¦rdida de riqueza de los ciudadanos-inversores por los fraudes contables y otras actuaciones ilegales de algunas empresas y operadores financieros.
En Europa, los ministros de Econom¨ªa y Finanzas de la UE acaban de dejar constancia de su impotencia pol¨ªtica para neutralizar los serios riesgos de estancamiento en la regi¨®n. Tras un crecimiento del 0,3% en el segundo trimestre en el ¨¢rea euro, la Comisi¨®n ha modificado por cuarta vez este a?o el crecimiento anual esperado en el conjunto de la UE, que dif¨ªcilmente alcanzar¨¢ el 1%. Ante tal panorama, sorprende que la agenda de los ministros europeos se centre en el incumplimiento, por algunos pa¨ªses, del pacto de estabilidad que obliga al mantenimiento del d¨¦ficit p¨²blico por debajo del 3% del PIB. Portugal, de forma manifiesta, pero tambi¨¦n Alemania, Italia y, muy probablemente, Francia, no podr¨¢n cumplir esa restricci¨®n que limita significativamente la capacidad de respuesta frente al estancamiento econ¨®mico. Y la respuesta es necesaria. Esta suerte de autoflagelaci¨®n europea es tanto mayor cuanto que los mercados de bonos p¨²blicos siguen mostr¨¢ndose insensibles a esas desviaciones presupuestarias, al definir tipos de inter¨¦s a largo plazo hist¨®ricamente bajos.
En ese sombr¨ªo contexto, la econom¨ªa espa?ola no ofrece motivos para la tranquilidad. En el segundo trimestre ha seguido creciendo por encima del promedio de la zona, pero seg¨²n un mal patr¨®n: tras seis trimestres seguidos de variaci¨®n negativa, la inversi¨®n productiva privada ha seguido debilit¨¢ndose y la inflaci¨®n sigue siendo relativamente elevada. La previsi¨®n del Gobierno de un crecimiento del 3% para 2003 parece pecar de un excesivo optimismo. En una econom¨ªa con una renta por habitante significativamente inferior al promedio europeo y una productividad a la cola de los pa¨ªses industrializados, no deja de llamar la atenci¨®n que los prop¨®sitos del Gobierno para mejorar el bienestar econ¨®mico en el pr¨®ximo a?o no sean otros que confiar en la recuperaci¨®n internacional y mantener el piloto autom¨¢tico en las finanzas p¨²blicas. A tiempo est¨¢n, Gobierno y oposici¨®n, de hacer un diagn¨®stico serio de las limitaciones de la econom¨ªa espa?ola para elaborar unos presupuestos que, m¨¢s all¨¢ de la huera numerolog¨ªa, contribuyan al necesario fortalecimiento del capital f¨ªsico, humano y tecnol¨®gico que este pa¨ªs necesita. ?sa ser¨ªa la base de un crecimiento m¨¢s eficiente que el exhibido hasta ahora.
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