Basta de boda
?Qui¨¦n tiene menos futuro que el asesor de imagen de Rodr¨ªguez Zapatero?, preguntaba Nuria Gonz¨¢lez antes de eliminar a uno de los concursantes del despiadado programa El rival m¨¢s debil. Era una pregunta ret¨®rica, por supuesto. Utilizar algo tan as¨¦ptico e inocente como un concurso para hacer humor relacionado con la actualidad es un acierto que incluso valoraron los concursantes con una generosa sonrisa, mucho menos falsa que la que luc¨ªan los emperifollados invitados a una boda que ha unificado el criterio de la prensa m¨¢s palaciega y sensacionalista a casi todo el periodismo.
Blanco sobre blanco
Volvi¨® Lo + Plus, con cambio de decorado. Del radiante blanco de dise?o hemos pasado a un plat¨® en el que predomina la madera y la, con perd¨®n, lata curvil¨ªnea. Los mismos presentadores, la misma orquesta contundente e hiperactiva y, como invitado de honor para el estreno de esta nueva temporada, Emilio Arag¨®n, que protagoniz¨® una incolora entrevista en la que, vestido de Javier Ya No Vive Solo, anunci¨® su incorporaci¨®n a El club de la comedia. La colorterapia de Agatha Ruiz de la Prada deber¨ªa prever la transparencia como sin¨®nimo de soser¨ªa.
Hacer comedia
El club de la comedia ha popularizado el mon¨®logo. Se dice que la cosa viene de Estados Unidos, pero, en la realidad, ya lo hac¨ªan Gila, Capri, Escriv¨¢ de Balaguer, Felipe Gonz¨¢lez y, antes de que naciera Lenny Bruce, algunos protagonistas de la Biblia. Actualmente se trata de soltar una verborrea filos¨®fico-costumbrista y, con el bistur¨ª del humor, diseccionar nuestras aceleradas vidas. Una amiga me cuenta que desde que se ha puesto de moda El club de la comedia abundan los hombres que se le acercan y que, con la ayuda de un taburete, le tiran los tejos en plan monologuista, crey¨¦ndose esa solemne chorrada seg¨²n la cual lo que m¨¢s les gusta a las mujeres es que las hagan re¨ªr. Al final, cuenta mi amiga que accede a sus intenciones no por la calidad de los mon¨®logos sino para que se callen. Conclusi¨®n: el monologuista no liga por gracioso sino por plasta.
Letras muertas
Otra forma de degeneraci¨®n sexual es la que propone el anuncio de una colecci¨®n de cl¨¢sicos contempor¨¢neos de la literatura espa?ola. Vemos a un matrimonio en la cama. La mujer est¨¢ leyendo un libro de Juan Mars¨¦. De repente, el marido se acerca con la intenci¨®n de iniciar el ritual de apareamiento, pero la mujer est¨¢ tan abducida por la prosa de Mars¨¦ que se niega a satisfacer los t¨®rridos deseos del esposo. Total: que el marido se queda con las ganas, mientras escuchamos una voz en off que dice: 'No podr¨¢s dejarlo'. Se?ores publicistas: los ¨ªndices de lectura de este pa¨ªs ya son lo bastante deprimentes para que, adem¨¢s, ustedes hurguen en la herida y acusen a los escritores de impedir posibles relaciones sexuales. Con la mala fama que tenemos, s¨®lo nos faltaba eso.
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