La anorexia de los fuertes
Crece el n¨²mero de casos de vigorexia, un trastorno del comportamiento relacionado con la obsesi¨®n por estar musculado
La vigorexia hunde sus ra¨ªces en la anorexia. Se trata de una alteraci¨®n de la imagen que el paciente tiene de s¨ª mismo derivada del rechazo que siente por su cuerpo y del deseo de acercarse a los c¨¢nones est¨¦ticos. Tambi¨¦n est¨¢ aparejada a des¨®rdenes emocionales y sus v¨ªctimas suelen ser personas inseguras, introvertidas, con problemas de integraci¨®n y baja autoestima. Pero se manifiesta de forma distinta a la anorexia ya que la distorsi¨®n que percibe el enfermo de su cuerpo es opuesta. En lugar de tener la sensaci¨®n de estar siempre con kilos de m¨¢s, el problema es que nunca se encuentran suficientemente musculados.
'La enfermedad est¨¢ todav¨ªa en fase inicial', apunta la psiquiatra y neur¨®loga Teresa Lartigau en relaci¨®n a los pocos casos diagnosticados. Por su consulta ha pasado media docena de ellos arrastrados por sus padres ante el comportamiento extra?o que mostraban. No son demasiados, pero suficientes para percibir que se trata del 'principio de este fen¨®meno, como hace a?os con la anorexia'.
Desde que trat¨® el primero, hace tres a?os, todos ellos han sido j¨®venes de unos 20 a?os y chicos, ya que frente a la prevalencia femenina en la anorexia, la aplastante mayor¨ªa de estos enfermos obsesionados por los cuerpos musculados suelen ser hombres. 'Llegaban a pasarse hasta siete horas al d¨ªa en un gimnasio con el ¨²nico inter¨¦s de ver como crec¨ªa el m¨²sculo', recuerda. Se trataba de personas marcados por una fuerte personalidad obsesiva que canalizan a trav¨¦s del gimnasio sus frustraciones, como Dami¨¢n, de 19 a?os, a quien el exceso de horas en una sala de musculaci¨®n le llev¨® al psiquiatra. 'Me ve¨ªa bajito y enclenque, y decid¨ª entrar en un gimnasio', recuerda a este diario. A sus padres no les parec¨ªa normal que se pesara cinco y seis veces al d¨ªa o que acudiera al gimnasio cuatro horas diarias. Todo porque 'me ve¨ªa en el espejo y me segu¨ªa viendo raqu¨ªtico, a pesar de que me dijeran que estaba como un toro'.
As¨ª estuvo dos a?os, comiendo s¨®lo pasta y f¨¦cula, y complementando esta estricta dieta con vitaminas y amino¨¢cidos, hasta que un especialista le hizo entrar en raz¨®n.
Los malos h¨¢bitos alimenticios son uno de los s¨ªntomas que sirven para detectar la enfermedad. Otros, como destaca Teresa Lartigau o el jefe de servicio de la unidad de trastornos de la conducta alimentaria del hospital La Fe de Valencia, Luis Rojo, es el consumo de productos dopantes destinados a potenciar la masa muscular. Hormonas del crecimiento, esteroides o anabolizantes son algunas de las sustancias empleadas que, entre los efectos secundarios que pueden provocar, se encuentra el aumento de riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares o hep¨¢ticas.
Dami¨¢n ha tenido suerte y gracias al tratamiento psiqui¨¢trico al que sigue acudiendo est¨¢ abandonando los habitos que marcaron su vida durante dos a?os. Otros no tienen tanta suerte. De un lado supone romper con el c¨ªrculo de amistad creado en el gimasio, muchas veces el ¨²nico sustento afectivo con el que cuentan. Por otro, implica combatir un comportramiento obsesivo muy arraigado en estas personas. Teresa Lartigau recuerda el caso de un paciente en el que el mismo comportamiento obsesivo que le hizo adelgazar de forma descontrolada hasta convertirse en una persona anor¨¦xica, una vez logr¨® salir de la enfermedad y fue ganando peso, le llev¨® a reconducir su man¨ªa hacia la vigorexia, pasando de uno a otro extremo.
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