Noches de copas en la 'zona cero'
Los bares que antes frecuentaban 'brokers' y obreros de las Torres son ahora los antros de las fiestas m¨¢s decadentes de Nueva York
La chica de las botas descomunales ya no sabe qu¨¦ hacer para caerle bien al portero. El aplomo se le qued¨® en sonrisa de pena tras la primera negativa. Ahora ha recurrido al viejo truco del zodiaco para enternecer al guardi¨¢n de la puerta, o mejor dicho de unas escaleras angostas y algo cutres que llevan al s¨®tano m¨¢s cool de Nueva York, un viejo bar de brokers y obreros, a dos paso de la zona cero
Desde la calle, donde espera una larga cola de aspirantes a noct¨¢mbulos, se ven perfectamente las siluetas de las gr¨²as y los focos que alumbran las gigantescas obras donde antes se alzaban las Torres Gemelas. Por la noche y durante los fines de semana, el barrio financiero siempre ha sido lo m¨¢s parecido a la cara oscura de la luna. Despu¨¦s de los atentados aquello era francamente siniestro.
En el John Street Bar, veintea?eros de vuelta de todo se mueven a ritmo de 'punk' trasnochado
La devastaci¨®n llev¨® al borde de la ruina a muchos comercios de la zona que de pronto se quedaron sin clientes. Por eso cuando Dave Sheeran recibi¨® una llamada el pasado abril de un grupo de j¨®venes que propon¨ªa organizar fiestas los viernes en su viejo bar de la calle John no se lo pens¨® dos veces: acept¨®, extra?ado pero esperanzado. 'Nunca cre¨ª que funcionar¨ªa'.
Pero ha funcionado y de qu¨¦ manera. Ahora el John Street Bar es el ¨²ltimo antro de moda. Veintea?eros de vuelta de todo en vaqueros de marca se mueven al ritmo de un rock punki trasnochado, deliciosamente decadente. En las llamadas Fiestas del Amor Borracho act¨²an grupos medianamente conocidos y se bebe vodka de garrafa. En las paredes, trofeos de caza de otros tiempos observan impasibles esta nueva fauna. Antes s¨®lo ve¨ªan corbatas, trajes oscuros y monos sucios.
Pasada la medianoche llegan cuatro obreros de la zona cero. Con sus cascos y sus pases especiales no pasan desapercibidos, pero nadie les hace caso. Desentonan como una canci¨®n de Julio Iglesias en un concierto de los Sex Pistols. Se disimulan en un rinc¨®n a beber cervezas y mirar jovencitas. 'Hemos empezado a las siete de esta ma?ana', dice uno de ellos, Mike. 'Nadie nos obliga a trabajar tanto, pero es que pagan muy bien: 60 d¨®lares la hora . Ya ven¨ªamos aqu¨ª antes, pero ahora ha cambiado mucho'.
Alex Burns es uno de los cuatro socios a quien se le ocurri¨® la idea. Alto y desgarbado, actor a ratos, gran conocedor de la noche neoyorquina, asegura que no le importa estar de copas tan cerca de la zona cero. 'Pensamos que ¨¦ste ser¨ªa un buen sitio: barato y sobre todo nuevo. Williamsburg est¨¢ completamente pasado. Me aburren mucho. ?ste es el lugar que hay que descubrir'.
As¨ª empezaron Soho y el East Village, aunque ninguno tuvo que superar la destrucci¨®n de un atentado terrorista. Otros sitios han abierto buscando una clientela similar: el New York City Urban Experience Museum, que organiza exposiciones alternativas y Waxed, una fiesta que s¨®lo se celebra los s¨¢bados en un club de striptease, tambi¨¦n venido a menos sin tanto oficinista desocupado.
Pero lo cool es ef¨ªmero y fr¨¢gil. 'Cuando empezamos ven¨ªa gente estilo Chlo? Sevigny . Ahora ya no somos tan exclusivos. Llegar¨¢ un momento en que aceptaremos a todo el mundo', comenta Alex resignado.
Por ahora el portero sigue restringiendo el acceso. A la chica de las botas se le escapa una sonrisa de triunfo: por fin ha conseguido entrar. Fuera, otros esperar¨¢n hasta la madrugada en la calle desierta, entre montones de basuras sin recoger.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.