La primera Diada de las ruinas del Born
Dos ramos de flores y dos claveles, ¨²nicos recuerdos ayer en los restos excavados de la Barcelona de 1714
Las ruinas del Born vivieron ayer su primer Onze de Setembre al descubierto. Y aunque el yacimiento ten¨ªa todos los puntos para convertirse en un nuevo s¨ªmbolo de la peregrinaci¨®n por los lugares santos de la Diada, el lugar estuvo sumido en la m¨¢s apacible tranquilidad durante toda la jornada. Eso s¨ª, algunos de los que se congregaron como cada a?o en el Fossar de les Moreres para recordar a los que murieron en el asedio de Barcelona de 1714 se acordaron tambi¨¦n de que all¨ª, muy cerca, ten¨ªan un nuevo lugar para la conmemoraci¨®n. Un lugar donde la historia de la entrada de las tropas borb¨®nicas en la ciudad y la posterior destrucci¨®n de buena parte del barrio de la Ribera se hace tangible. Pero parece que los s¨ªmbolos necesitan tambi¨¦n su tiempo para consolidarse. Tampoco previ¨® nadie que ayer se abriera el recinto a la visita de los ciudadanos.
La valla de protecci¨®n que esconde la puerta principal del antiguo mercado de abastos sirvi¨® de elemento disuasorio para que se congregara la gente, seg¨²n dec¨ªan muchos de los reunidos en el Fossar: 'Muchos piensan que est¨¢ cerrado', explicaba Raimon, mientras repart¨ªa ejemplares de un peri¨®dico gratuito. 'Creo que la gente est¨¢ m¨¢s pendiente de si construir¨¢n finalmente la biblioteca que de convertirlo en un s¨ªmbolo', opinaba otra chica. Eduard apuntaba que si se da un tratamiento museogr¨¢fico a los restos se har¨¢ con un contenido 'institucional' con el que no se sentir¨¢n identificados 'aquellos para quienes el Onze de Setembre es importante'. Por otro lado, un gran cartel del Plan de Fomento de la Lectura del Ministerio de Cultura que reza 'Llegir et d¨°na (sic) molt' -colocado encima de la valla protectora- es capaz de ahuyentar al menos reivindicativo.
Para asomarse y contemplar los restos arqueol¨®gicos no hace falta m¨¢s que dar un rodeo por las calles laterales y posterior del mercado. Las puertas que dan a las calles de Fusina y de la Ribera sirvieron para que algunos espont¨¢neos colaran ramos de flores. A media tarde hab¨ªa cuatro. Bien, dos ramos y dos sencillos claveles. Muchos menos que los que rodeaban el pebetero colocado el pasado mes de diciembre en el Fossar de les Moreres.
De buena ma?ana los alrededores del Born estaban desiertos. Del otro extremo del paseo del Born llegaban los ecos de los congregados y, del cielo, el estruendo del rotor de un helic¨®ptero de vigilancia policial. Dentro del recinto, cuyo estado empieza a reclamar a gritos una decisi¨®n r¨¢pida sobre su futuro -museo, biblioteca o las dos cosas-, el ¨²nico bicho viviente eran los gatos que han hecho de los restos su casa. Tambi¨¦n se pod¨ªa ver el musgo que crece entre los adoquines de esa trama urbana de los siglos XVII y XVIII y una gran cantidad de deposiciones de las palomas que vuelan libremente bajo la cubierta de Fontser¨¨. Y en plan naturaleza muerta contempor¨¢nea, un surtido de colillas, latas, vasos de pl¨¢stico, bolsas de patatas fritas, una botella de JB hecha a?icos...
Poco a poco, la cosa se anim¨®. Familias que se aproximaban sigilosamente, padres que aleccionaban a sus hijos sobre el significado de las ruinas y los curiosos habituales. Pero nada fuera de lo com¨²n, seg¨²n el vigilante que guarda los restos. Alguien, desde Esquerra Republicana, tuvo la idea de organizar una vigilia para hacer evidente la conexi¨®n entre el Fossar y los restos, pero no cuaj¨®, explican. Ahora, la gran inc¨®gnita es c¨®mo estar¨¢ el lugar en la pr¨®xima Diada. Octubre y noviembre pueden ser dos meses decisivos en los que ministerio, Generalitat y Ayuntamiento anuncien si se lleva adelante la construcci¨®n de la llamada Biblioteca Provincial.
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