Purcell, revitalizado

Conviene afirmar que el intento de teatralizaci¨®n de La reina de las hadas, de Henry Purcell, la English National Opera (ENO) lo consigue brillantemente a trav¨¦s de la producci¨®n de David Pountney. Resulta curioso c¨®mo una producci¨®n de acusada modernidad casa tan bien con una m¨²sica estrenada en 1692. Abigarrada abundancia de gags y de gui?os (algunos de estos de problem¨¢tica comprensi¨®n para el p¨²blico espa?ol), salpicada por presencias un tanto chuscas, que en ese contexto parecen hasta indicadas y evidentemente imaginativas, como esa pin-up especie de Marilyn Monroe, o unos rockeros a lo Elvis Presley cantando m¨²sica barroca o unos chinos mao¨ªstas, libro rojo en mano.

Pero ante tanto derroche en la producci¨®n, no se crea que la parte musical qued¨® en segundo t¨¦rmino, y de ah¨ª el gran m¨¦rito de esta propuesta de la ENO. La direcci¨®n musical de Paul Daniel fue magn¨ªfica, por el pulso, el estilo, el equilibrio y la propiedad. Excelente el coro y notable la orquesta.

No hab¨ªa estrellas en el extens¨ªsimo reparto de cantantes y bailarines, pero dio lo mismo, porque, adem¨¢s, esta obra, en realidad, no los necesita. Lo que s¨ª se precisa es que se d¨¦ un aut¨¦ntico trabajo de equipo, y ¨¦ste se dio con creces, aunque quepa destacar el nombre m¨¢s internacional del reparto, la soprano Joan Rodgers, que hizo una Titania exquisita y musical¨ªsima. Un espect¨¢culo, adem¨¢s, perfectamente rodado, que prestigia a la ENO y que hace que la actual temporada del Liceo haya comenzado bajo los mejores augurios.