Oportunidad perdida

Un problema transversal y lacerante como el de la violencia dom¨¦stica, que no pasa una semana sin cobrarse una nueva vida, deber¨ªa ser objeto de un tratamiento pol¨ªtico alejado de intereses partidistas a corto plazo. El Partido Popular se qued¨® solo el martes en el Congreso de los Diputados en la votaci¨®n de una propuesta de ley integral contra la violencia dom¨¦stica presentada por el grupo socialista y que cont¨® con los votos de todos los dem¨¢s grupos de la C¨¢mara. La proposici¨®n no prosper¨®, pero la votaci¨®n -165 votos en contra, 151 a favor- est¨¢ lejos de suponer una victoria pol¨ªtica del partido en el Gobierno.

Las legislaturas de mayor¨ªa absoluta son pr¨®digas en desplantes del grupo mayoritario, pero, en este caso, el vac¨ªo total en el banco azul reservado al Gobierno y los argumentos con los que se rechaz¨® la propuesta socialista indican que para el PP era m¨¢s importante en ese momento derrotar al principal partido de la oposici¨®n, que se le hab¨ªa adelantado en una materia socialmente muy sensible, que sentar las bases de una nueva pol¨ªtica contra la violencia dom¨¦stica, y hacerlo adem¨¢s en colaboraci¨®n con todos los grupos de la C¨¢mara. Es decir, de tratar el problema como una cuesti¨®n de Estado, como se le ha reclamado desde distintos frentes pol¨ªticos y sociales y desde instituciones como la del Defensor del Pueblo, alarmados por la magnitud que est¨¢ adquiriendo el fen¨®meno: desde enero de 1998, la violencia dom¨¦stica se ha cobrado 153 v¨ªctimas.

El PP descalific¨® como 'improvisada' la propuesta socialista, obviando que hab¨ªa sido presentada en diciembre pasado, y trat¨® de eclipsar el previsible protagonismo de su principal rival pol¨ªtico anunciando por la ma?ana una serie de medidas para ayudar a las mujeres maltratadas. Las medidas anunciadas por el PP son no s¨®lo necesarias, sino urgentes y van de hecho en la l¨ªnea de lo que tambi¨¦n propon¨ªa el PSOE en su iniciativa parlamentaria. Pero se quedan cortas en algunos aspectos y, en cualquier caso, su aplicaci¨®n no tendr¨¢ la fuerza de una ley, sino que quedar¨¢ al albur de la voluntad pol¨ªtica del Gobierno de turno. Habiendo tan poca diferencia en el planteamiento inicial de las medidas anunciadas y lo que plantea el primer partido de la oposici¨®n, sorprende que el Gobierno se enrocara en una actitud tan intransigente, cuando hubiera podido subirse f¨¢cilmente al carro de una iniciativa que llegaba a la C¨¢mara arropada por un amplio consenso social.

Si realmente el PP se propone abordar este problema, ha perdido una excelente oportunidad de hacerlo y de demostrar, al mismo tiempo, grandeza de miras. Porque algo habr¨¢ de positivo alguna vez en las iniciativas pol¨ªticas del adversario. Si, como declararon sus portavoces en el Congreso, el PP estaba dispuesto a iniciar la redacci¨®n conjunta de una nueva ley siempre que los socialistas retiraran la suya, ?por qu¨¦ no partir del texto socialista y negociar en la tramitaci¨®n parlamentaria las modificaciones que estimara oportunas? Est¨¢ claro que la cuesti¨®n planteada en el Congreso de los Diputados no era para el PP la violencia dom¨¦stica, sino demostrar qui¨¦n manda en esa casa.