Viento de poniente
Los valencianistas disponen de un amplio cat¨¢logo de refranes para cargar todos los males reales o supuestos de este pa¨ªs/reino/regi¨®n/comunidad a Castilla. Frases ya t¨®picas en el imaginario nacionalista como De ponent, ni vent ni gent, Quan el mal ve d'Almansa a tots alcan?a o Per Mallorca ix el sol i per Castella s'amaga se usan como s¨ªntesis axiom¨¢tica de las causas y los or¨ªgenes que concluyeron con la p¨¦rdida de los fueros, la demediada autonom¨ªa o la postraci¨®n del idioma. La letan¨ªa de asertos, a pesar del tiempo transcurrido, est¨¢ vigente y a¨²n es v¨¢lida para aquellos partidos pol¨ªticos que se reclaman de estricta obediencia valenciana (l¨¦ase Bloc y Uni¨®n Valenciana), pero no tiene ning¨²n valor para los que, como el PP y el PSOE, tienen sus direcciones pol¨ªticas en Madrid y una implantaci¨®n en toda Espa?a.
Populares y socialistas valencianos sienten como nadie la influencia del viento de poniente, que igual levanta fortunas que provoca naufragios en esta tierra. Los protagonistas, tanto da el partido al que pertenezcan, apenas pueden corregir la direcci¨®n del viento por m¨¢s que se esfuercen en ello. Baste con ver los ¨¦xitos de los socialistas entre 1977 y 1991 o los de los populares a partir de 1993 hasta el momento presente. ?stos y aquellos triunfos vinieron determinados por la direcci¨®n del viento de poniente. En definitiva por el viento que soplaba desde Madrid.
Ahora empieza a detectarse un cambio en la orientaci¨®n del poniente que beneficia a los socialistas y empieza a castigar a los populares. No se explica que se acorten las distancias que separan al PP y al PSOE en Espa?a (¨²ltimo sondeo del CIS) si no se produce una recuperaci¨®n del voto socialista en Madrid y en la Comunidad Valenciana. Recuperaci¨®n que se constata en las encuestas internas que manejan las direcciones de los partidos -la ¨²ltima del PSOE arroja un empate t¨¦cnico; la del PP, una escasa diferencia de 5,8 puntos a su favor- y en algunos movimientos t¨¢cticos de los partidos.
Los populares, por ejemplo, han resucitado el fantasma del imperialismo catal¨¢n a cuenta de una reuni¨®n de Pla con Maragall, Antich e Iglesias (ya no se acuerdan de las sesiones de trabajo de Zaplana, Matas y Valc¨¢rcel en las que el ex presidente presum¨ªa y se ofrec¨ªa de lanzadera con Jordi Pujol para hablar del Arco Mediterr¨¢neo) y no han dudado en poner en fila de a uno a los representantes del empresariado valenciano a costa, incluso, de que aparecieran como escolanets d'am¨¦n del partido en el gobierno: callados como muertos ante el retraso que acumula el AVE Madrid-Valencia por Cuenca o la mejora de la l¨ªnea ferroviaria con Barcelona y grandes voceros cuando de atacar a los socialistas se trata.
Los estrategas del PP deben creer que el anticatalanismo es rentable y olvidan que con esa bandera nunca ganaron unas elecciones. Pero deben andar ayunos de ideas (la ¨²ltima de su candidato: una Ley de Embellecimiento y Humanizaci¨®n de las Ciudades tiene algo de concurso de calles engalanadas de la Junta Central Fallera) o se las guardan para un congreso que se ha alargado a tres d¨ªas para que Aznar, Zaplana y Camps salgan mucho en Canal 9, a ver si as¨ª consiguen que el candidato logre alg¨²n plus de popularidad, un tanto alica¨ªda.
El poniente, por el momento, insufla viento en las velas de los socialistas. Tanto que algunos veteranos de ese partido son partidarios de esconder a sus dirigentes locales y auton¨®micos y traer en procesi¨®n a Rodr¨ªguez Zapatero, por ver si con un poco de suerte el del Le¨®n -m¨¢s al oeste, muy dif¨ªcil- les saca las casta?as del fuego sin que Pla se despeine demasiado, y evitan de paso que la hoguera de Alicante no se convierta en un incendio con tanto pir¨®mano como anda suelto entre las sectas de S¨¢nchez Brufal, ?ngel Franco y Diego Maci¨¤.
El poniente, aunque muy suave e insuficiente para ganar las elecciones, favorece ahora a los socialistas en Espa?a y en la Comunidad Valenciana. Queda por saber si ese viento empujar¨¢ al PP hacia abajo con la misma fuerza que le impuls¨® a subir o ser¨¢ tan leve como el que provoc¨® la ca¨ªda del PSOE. Y queda por saber, claro est¨¢, qu¨¦ pasar¨¢ con Irak y con la econom¨ªa. Pero esa respuesta est¨¢ en el hurac¨¢n que, c¨®mo no, tambi¨¦n llega de poniente, desde el otro lado del Atl¨¢ntico.
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