Almas sumergidas
Empleando las propias palabras de Marie Darrieussecq, se podr¨ªa decir que Respirando bajo el agua es una novela concebida en un tiempo casi 'real, vac¨ªo pero familiar, que atrapa como un molde y se contrae en objeto, en vi?eta, en fetiche'.
La novela de Darrieussecq se estructura siguiendo una sucesi¨®n de vi?etas, pero tan cargadas de sentido y sentimiento que terminan convirti¨¦ndose en poderosos fetiches en movimiento que parecen tener vida propia: una vida feroz y desatada, envolviendo la levedad de las personas que habitan esas vi?etas y les van dando hilo argumental.
El procedimiento evoca la estructura l¨ªrica e impresionista de Las olas, de Virginia Woolf, y tambi¨¦n el de algunas narraciones de Marguerite Duras situadas en la costa normanda. Y eso s¨ª: es de un impresionismo tan decidido y tan conseguido que dudo mucho que se haya escrito alguna vez en franc¨¦s una novela tan impresionista, donde el argumento (y la tragedia que encierra) se nutre, se configura y se construye a partir de impresiones.
RESPIRANDO BAJO EL AGUA
Marie Darrieussecq Traducci¨®n de Rosa Alapont Anagrama. Barcelona, 2001 141 p¨¢ginas. 9,02 euros
Darrieussecq llena tanto el espacio de impresiones que uno siente a los personajes respirando bajo el agua todo el tiempo, m¨¢s que respirando bajo el aire o el cielo.
Por lo dem¨¢s, es de agrade-
cer una novela como Respirando bajo el agua en la que, partiendo de una generosidad descriptiva admirable y una admirable precisi¨®n en el uso de las palabras, Darrieussecq nos hace sentir que nos est¨¢n contando una historia desde muy adentro y desde muy afuera, pero nunca desde su centro.
Con ello consigue que parajes perfectamente conocidos como Biarritz nos resulten profundamente desconocidos. En esa envolvente y alucinante placenta se mueven los personajes, como ateridos y desconcertados animales marinos, tanteando, mascando la tragedia, que se resuelve con una fuga: final demasiado f¨¢cil.
Pero ya para entonces el lector ha asistido a una traves¨ªa del desamor donde el cielo tiene la misma densidad que el agua, y la felicidad la misma textura que la desesperaci¨®n.
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