?Podemos dejar fuera de 'esto' a Estados Unidos?
?Trata de Irak la crisis sobre Irak? Fij¨¦monos en las reacciones de los ¨²ltimos 15 d¨ªas, y la respuesta est¨¢ clara; no, trata de Estados Unidos. Para gran parte de la izquierda europea, la guerra con Irak debe de ser algo malo porque el Estados Unidos de Bush est¨¢ a favor de ella. Para una gran parte de la derecha brit¨¢nica, debe de ser algo bueno porque Estados Unidos est¨¢ a favor de ella. Tony Blair, el flexihombre de la derecha y de la izquierda, intenta una vez m¨¢s abrirse de piernas, aunque a estas alturas tiene que tener la entrepierna inc¨®modamente tirante. Su amigo Gerhard Shr?der aspira a ganar unas apretadas elecciones en Alemania resisti¨¦ndose a EE UU en el nombre de la 'paz'. La pol¨ªtica francesa es, como de costumbre, un posicionamiento criptogaullista hacia Washington. Rusia y China est¨¢n en contra de una guerra, principalmente a causa de EE UU. Dime cu¨¢l es tu Estados Unidos y te dir¨¦ qui¨¦n eres.
Se podr¨ªa decir que esto es inevitable. Cuando el pa¨ªs m¨¢s poderoso en la historia del mundo tiene planes misioneros de inter¨¦s nacional -ya presentes en la creaci¨®n de la Administraci¨®n de Bush, pero magnificada por los atentados del 11 de septiembre en una sensaci¨®n de estar 'en guerra'-, cualquier compromiso con el exterior estar¨¢ relacionado con ellos; y tambi¨¦n lo estar¨¢ la reacci¨®n que provoque. Pero esto es asimismo una verdadera amenaza contra el pensamiento claro. La obsesi¨®n con Estados Unidos, no s¨®lo con la pol¨ªtica actual de Washington, sino con el Estados Unidos de nuestras mentes, puede nublar nuestro juicio. De modo que primero debemos darnos un buen trago del esp¨ªritu de George Orwell para limpiar nuestros conductos mentales. Luego intentar decir lenta y claramente, si se es de izquierdas, 'podr¨ªa ser lo correcto, aunque EE UU lo apoye', o, si se es de derechas, 'podr¨ªa no ser lo correcto, aunque EE UU lo apoye'.
Ahora creo que fue correcto usar la amenaza de la fuerza para obligar a Sadam Husein a aceptar el regreso de los inspectores de armamento de la ONU. Es un tirano peligroso. Ha estado burl¨¢ndose de las resoluciones de Naciones Unidas durante m¨¢s de diez a?os, desde que termin¨® la guerra del Golfo. Est¨¢ intentando construir armas de destrucci¨®n masiva. Cuatro a?os sin inspecciones es demasiado tiempo y dudo mucho que hubiera permitido el regreso de los inspectores sin las amenazas de EE UU.
Estas inspecciones de Naciones Unidas deber¨ªan ser invasoras y rigurosas, sin dominios -o s¨®tanos de palacios sadamitas- prohibidos, y garant¨ªas de seguridad aplicables para los que dan informaci¨®n a los inspectores, tal vez el derecho a la emigraci¨®n posterior. Las inspecciones deber¨ªan terminar en el desarme nuclear, qu¨ªmico y biol¨®gico. ?Es eso pedir mucho a un pa¨ªs soberano? Lo es. Pero necesitamos un mundo en el que la soberan¨ªa est¨¦ limitada por algunas normas b¨¢sicas internacionales, en el que un Sadam, un Milosevic, un Pinochet o un Idi Amin sepan: puedo llegar hasta aqu¨ª, pero no ir m¨¢s lejos, o mi pa¨ªs ser¨¢ bombardeado y acabar¨¦ en la Corte de La Haya.
El problema para nosotros, los internacionalistas liberales del centro, es ¨¦ste: estas valientes y buenas ideas del mundo de la posguerra fr¨ªa se han visto fatalmente embrolladas, especialmente en el mundo posterior al 11-S, con ideas en, de y sobre Estados Unidos. Como las ideas de la derecha estadounidense de autodefensa agresiva y persecuci¨®n del inter¨¦s nacional unilateral e incluso profesadamente neoimperialista, formuladas en el nombre de Dios, lo cual da un significado enteramente nuevo a la frase 'cristianismo con m¨²sculo'. Un sentido estadounidense mucho m¨¢s amplio de lo que significa estar en guerra. Pero tambi¨¦n, todav¨ªa m¨¢s, los puntos de vista cr¨ªticos, hostiles, a veces obsesivos e incluso paranoicos sobre Estados Unidos en el resto del mundo.
Este enmara?amiento fatal amenaza con arruinar una gran iniciativa. Tomemos como ejemplo la Corte Penal Internacional. ?sta nunca ser¨¢ cre¨ªble a menos que Estados Unidos se una a ella y someta a los soldados estadounidenses a su jurisdicci¨®n. O la 'intervenci¨®n humanitaria'. Estuvo absolutamente justificado que intervini¨¦ramos militarmente en Bosnia -excesivamente tarde- y en Kosovo, y fue una tragedia que no intervini¨¦ramos para detener el genocidio en Ruanda. Naturalmente, los motivos pol¨ªticos para intervenir estaban mezclados en todos los casos. Siempre lo est¨¢n. Cuando los pol¨ªticos hacen lo correcto, a menudo es por razones equivocadas. Pero hab¨ªa un fundamento claro que empezaba a desarrollarse. ?ste afirmaba que cuando un pa¨ªs se rebaja hasta algo que se aproxima al genocidio, mediante el asesinato o la limpieza ¨¦tnica de gran n¨²mero de sus ciudadanos, entonces otros pa¨ªses tienen el derecho y la obligaci¨®n de detener su acci¨®n. Donde sea posible, con la autoridad de una resoluci¨®n de la ONU. Pero teniendo en cuenta la situaci¨®n que tienen Rusia y China en su propio patio trasero, y sus actitudes hacia Estados Unidos, no siempre se consigue esa resoluci¨®n, como sucedi¨® con Kosovo. La campa?a de Kosovo ha sido agudamente descrita como 'ilegal pero leg¨ªtima'.
El umbral para este tipo de intervenci¨®n humanitaria es muy alto: algo que se aproxime al genocidio. Hoy en d¨ªa, este fundamento se ve degradado porque nos vemos arrastrados a justificar una posible acci¨®n de estadounidenses y brit¨¢nicos en Irak. Tony Blair evoc¨® no hace mucho los espantosos ataques con gas contra Halabja, la matanza y huida de cientos de miles de kurdos. Los albanokosovares, por as¨ª decirlo, del norte de Irak. S¨ª, eso era algo bastante parecido al genocidio, pero aquello era 1988, y no hicimos nada. Cuando los kurdos iraqu¨ªes se alzaron, animados por nosotros, despu¨¦s de la guerra del Golfo, y las tropas de Sadam volvieron una vez m¨¢s en masa para aplastarles, la verg¨¹enza nos oblig¨® a imponer una zona de prohibici¨®n de vuelos que ahora protege a un Kurdist¨¢n semiaut¨®nomo. Sadam dirige un r¨¦gimen muy desagradable, en efecto. Pero, teniendo en cuenta la zona de prohibici¨®n de vuelos, sus cr¨ªmenes no se aproximan al umbral para llevar a cabo una intervenci¨®n humanitaria por la fuerza. Intentar justificar la acci¨®n de esta manera compromete toda la idea de la intervenci¨®n humanitaria.
Y luego est¨¢n las inspecciones de armamentos. Una vez m¨¢s, ¨¦sta es una idea verdaderamente buena para el mundo. Consideren este pensamiento y denle vueltas: probablemente ver¨¢n una guerra nuclear en su vida. A medida que las armas nucleares proliferan, y se vuelven m¨¢s f¨¢ciles de fabricar y de transportar, aumentan las probabilidades de que alg¨²n terrorista o dictador las use. Es dif¨ªcil evitarlo. Probablemente suceder¨¢. Pero una forma de reducir las probabilidades es tener una norma internacional de inspecciones invasoras y rigurosas. La Fundaci¨®n Carnegie en Washington ha propuesto que tales 'inspecciones coactivas' est¨¦n apoyadas por una fuerza militar multinacional de la ONU entrenada especialmente para ese prop¨®sito. Naturalmente, nunca se le dar¨¢ rienda suelta en los emplazamientos de armas en Estados Unidos, Gran Breta?a, Rusia o China, pero es menos probable que estos Estados estables utilicen sus armas nucleares. Los Estados inestables siempre se agitan y se retuercen, como har¨¢ el de Sadam. Pero la posibilidad de que este tipo de inspecciones obtengan una aceptaci¨®n internacional m¨¢s amplia se est¨¢ desvaneciendo, puesto que generalmente se consideran el instrumento de una pol¨ªtica estadounidense agresiva. ?Consideradas as¨ª con raz¨®n o sin ella? En cierto sentido, la respuesta no tiene importancia. La percepci¨®n es la realidad.
As¨ª que ¨¦se es nuestro dilema. Es bueno y necesario hacer el ejercicio mental orwelliano (en el sentido positivo) de preguntarnos: '?Qu¨¦ pensar¨ªa yo de esto si Estados Unidos no estuviera implicado?'. Pero Estados Unidos est¨¢ implicado, pr¨¢cticamente en todas partes. En el mundo real, no podemos limitarnos a decir, 'dejemos a Estados Unidos fuera de esto'. De modo que, si la asociaci¨®n con el Estados Unidos de Bush est¨¢ empa?ando este proyecto liberal internacionalista, ?qu¨¦ hacemos? ?Procurar moderar la posici¨®n de Estados Unidos y apelar al otro Estados Unidos que, sin duda, sigue ah¨ª? ?Intentar componer una voz europea m¨¢s fuerte? S¨ª, las dos cosas. Y, as¨ª, acabaremos como Tony Blair: abri¨¦ndonos de piernas. Muy inc¨®modo.
Timothy Garton Ash es periodista y escritor brit¨¢nico.
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