La resurrecci¨®n de Juan Rana
Una compa?¨ªa de C¨®rdoba revive el esp¨ªritu del teatro c¨®mico del Siglo de Oro
A Juan Rana le llueven las desgracias. Le persiguen sombras fantasmag¨®ricas, le toman el pelo, le dan de palos, el m¨¦dico le saca los cuartos... Pero ¨¦l se sobrepone y sale triunfante, gracias a un acopio de filosof¨ªa cazurra que le libera de los l¨ªos infinitos de la vida. Juan Rana es el nombre de un personaje creado por Cosme P¨¦rez, un actor camale¨®nico del XVII que domin¨® todos los g¨¦neros y los registros. Para ¨¦l escribieron los mejores autores de su ¨¦poca; se convirti¨® en una especie de Charlot del Siglo de Oro, que divert¨ªa por igual a los aguadores y a la familia real.
En homenaje a esta figura esencial del teatro cl¨¢sico espa?ol ha nacido la Compa?¨ªa de Comedias Juan Rana, que se dedica a representar piezas en verso, sin luces ni escenograf¨ªa en rincones hist¨®ricos de C¨®rdoba. La clave de todo se encierra en los textos, obras breves de car¨¢cter c¨®mico que reciben un tratamiento muy respetuoso, viniendo como vienen de la mano de Quevedo, Calder¨®n de la Barca o Agust¨ªn de Rojas. 'No se toca ni una letra, no se violenta nada; el reto est¨¢ en decir el verso, interpretarlo, y que el p¨²blico lo comprenda', explican los componentes de la compa?¨ªa, los actores Javier Carmona y Federico Monserrat y el director, Daniel Rodr¨ªguez Cibri¨¢n.
'El reto est¨¢ en decir el verso, interpretarlo, y que el p¨²blico lo comprenda', explican
Su intenci¨®n, defienden, es 'representar a los cl¨¢sicos y establecer de nuevo comunicaci¨®n y contacto emocional con el espectador'. No es f¨¢cil. 'Antes la gente iba al teatro muchas veces a ver la misma obra: se aprend¨ªan los versos por repetici¨®n, como pasa ahora con las canciones de la radio', cuenta Cibri¨¢n. 'Las canciones no se oyen s¨®lo una vez; quien diferencia las ton¨¢s o las sole¨¢s es porque las ha escuchado mucho y est¨¢ familiarizado con ellas. Pero hoy el p¨²blico no reconoce los versos y el l¨¦xico le resulta extra?o, lejano'.
Como muestra, una actuaci¨®n de hace unos d¨ªas, en un patio empedrado de la Juder¨ªa. Ponen en escena su ¨²ltimo espect¨¢culo, Que-vedo-doble ('tenemos pasi¨®n por Quevedo', confiesan). Comienzan con unas Prem¨¢ticas, unas s¨¢tiras que se presentan bajo la forma de ordenanzas. En una, por ejemplo, Quevedo decreta que, visto el enorme n¨²mero de poetas que circula por la ciudad, han de gastarse los que hay, y no deben producirse m¨¢s en adelante. En caso de incumplimiento, se anuncia que se proceder¨¢ contra los poetas como contra la langosta. Todo esto con un montaje muy visual, lleno de acci¨®n.
En los primeros minutos el p¨²blico, sentado en el suelo, parece estupefacto. 'Castellano antiguo', se dicen. As¨ª lo relata Cibri¨¢n: 'Los adultos ponen cara de 'teatro cl¨¢sico del bueno, qu¨¦ horror', y los ni?os, que no tienen prejuicios, no ponen ninguna cara. El principio siempre es lo m¨¢s complicado, pero en dos minutos les rompemos las ideas previas; les damos teatro cl¨¢sico, adobado de otra manera. Y se divierten, se acoplan, empiezan a entender y a disfrutar, y los ni?os se dan codazos y se dicen 'ver¨¢s el gordo'.
El gordo es Juan Rana, Javier Carmona con una almohada atada a la barriga, y se cae y se levanta cien veces, como un dibujo animado. El resto de los personajes los encarna Federico Monserrat, cambiando de rostro cada medio minuto.
'Llevamos muchos a?os en el teatro. Hemos hecho cl¨¢sicos y circo, cabaret y tragedia griega, teatro de calle y teatro de c¨¢mara, naturalismo y vanguardia. Quer¨ªamos encontrar un rumbo nuevo, y para eso volvimos al origen, a la primera idea. Buscamos formas que de puro antiguas resultasen nuevas. Y hacemos lo que queremos, donde queremos, para quien queremos y como queremos, sin grandes producciones, ni tecnolog¨ªa, ni pol¨ªtica', dicen.
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