Israel y la ONU

Israel permanece indiferente a la ¨²ltima resoluci¨®n del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, adoptada el martes por 14 votos a favor y una abstenci¨®n -la significativa de EE UU-, que le exige el final del humillante cerco a Yasir Arafat, presidente elegido por los palestinos, en lo que queda de su cuartel en Ramala. Un asedio impropio de un Gobierno que todav¨ªa dice creer en la negociaci¨®n y la democracia. Las tropas de Ariel Sharon, aplicando el c¨®digo de martillear al enemigo hasta conseguir su destrucci¨®n, desencadenaban en Gaza una de sus m¨¢s sangrientas ofensivas recientes mientras el Consejo deliberaba en Nueva York sobre un acuerdo que reclama tambi¨¦n su retirada a las posiciones previas al comienzo de la segunda intifada, en septiembre de 2000, y que exige al l¨ªder palestino juzgar a los autores de actos terroristas.

En una ajustada victoria diplom¨¢tica palestina, Washington ha preferido abstenerse en vez de vetar la resoluci¨®n como suele hacer cuando se condena a Israel y considerando que la inmisericorde presi¨®n sobre Arafat agrava una situaci¨®n ya incendiaria. La actitud estadounidense tiene mucho m¨¢s que ver con Irak que con el convencimiento de que la pol¨ªtica de tierra quemada de Sharon hace imposible cualquier entendimiento. La Casa Blanca quiere enviar una se?al amistosa a los pa¨ªses ¨¢rabes ante un ataque contra Bagdad y crear en el Consejo de Seguridad un ambiente propicio a la aprobaci¨®n del ultim¨¢tum a Sadam que va a presentar en los pr¨®ximos d¨ªas en forma de proyecto de resoluci¨®n.

Israel viola sistem¨¢ticamente resoluciones del Consejo desde la hist¨®rica 242, de 1967, que consideraba inadmisible la apropiaci¨®n de territorios por la guerra. Una treintena de decisiones del m¨¢ximo ¨®rgano ejecutivo de Naciones Unidas han sido ignoradas por sucesivos Gobiernos. En este contexto, las cr¨ªticas de George Bush a la ONU, el pasado d¨ªa 12, por su incapacidad para hacer respetar sus resoluciones por el r¨¦gimen de Sadam Husein, se vuelven contra el l¨ªder estadounidense, que no ha formulado semejante cuesti¨®n a prop¨®sito de esa suerte de alegalidad internacional en la que Israel se coloca frente a los palestinos, escudado en su f¨¦rrea alianza con la ¨²nica superpotencia. Un desentendimiento, el israel¨ª, que no le ha enajenado los favores de EE UU, proveedor de 3.000 millones de d¨®lares anuales en ayuda militar y econ¨®mica.

La situaci¨®n no es nueva. El propio Kofi Annan ha admitido que el Consejo es consciente de la existencia de un doble rasero con relaci¨®n a Israel. El mayor peligro de este reiterado desaf¨ªo a las decisiones de la ONU es que socava gravemente la credibilidad de la organizaci¨®n mundialista, cuyas resoluciones se supone que obligan a todos por igual. Es hora, por tanto, de que las presiones sobre Israel se ejerzan sin contemplaciones desde donde se suponen m¨¢s eficaces, l¨¦ase EE UU y el Consejo de Seguridad. Y de que la Uni¨®n Europea, tradicionalmente un convidado de piedra en Oriente Pr¨®ximo y ella misma dividida en la percepci¨®n de la tragedia palestino-israel¨ª, esgrima sus armas econ¨®micas -el trato comercial preferencial- tan en¨¦rgicamente como sea necesario para forzar el camino del di¨¢logo.