Causas y efectos
En su art¨ªculo del domingo sobre la ilegalizaci¨®n de Batasuna, Javier P¨¦rez Royo se quejaba de la atm¨®sfera de hostilidad que ha rodeado a sus tomas de posici¨®n. Al ser un gran aficionado al deporte, tal vez haya encontrado esa explicaci¨®n al contemplar la tristemente famosa entrada con que el pucelano Pe?a parti¨® el peron¨¦ al m¨¢s brillante futbolista espa?ol en activo. Al enjuiciar el hecho, lo que cuenta no es la lesi¨®n sufrida por Valer¨®n, ya que este tipo de percances se produce peri¨®dicamente sin que exista responsabilidad alguna por parte del causante, sino el dato fundamental de que la entrada violenta por la espalda de Pe?a iba a por el hombre, al margen de cualquier intento de alcanzar el bal¨®n. Tal vez inconscientemente, esto es lo que le ha sucedido a P¨¦rez Royo en su af¨¢n pol¨¦mico. Nada tiene de extra?o que en un tema tan complejo un jurista encuentre razones para exponer reservas o cr¨ªticas; lo preocupante es que se haya desentendido por completo de jugar el bal¨®n, que en este caso para un dem¨®crata y manifestante por ?Basta Ya! no puede ser otro que ETA. El fondo de la cuesti¨®n es que Garz¨®n acierta plenamente en la caracterizaci¨®n de Batasuna como parte de ETA y P¨¦rez Royo renuncia a asumir el alcance jur¨ªdico de esa calificaci¨®n, sin invalidarla satisfactoriamente. Es cierto que 'no todo vale contra ETA', pero si estas medidas y estos autos no sirven, la obligaci¨®n pol¨ªtica y moral de un jurista dem¨®crata consiste en plantear alternativas y en ponderar en todo momento las propias apreciaciones de modo que la virulencia de la cr¨ªtica no le convierta en abogado defensor espont¨¢neo de la organizaci¨®n terrorista y de quienes, como ahora el Gobierno vasco, PNV y EA, tratan de conservar la vida legal para su herramienta pol¨ªtica.
De ah¨ª que la sugerencia de la 'prevaricaci¨®n' del juez, asumida por las instituciones nacionalistas, debiera ser para P¨¦rez Royo una amarga victoria, lo mismo que si logra ver triunfar su argumento de que mediante testaferros individuales sigan celebr¨¢ndose manifestaciones de Batasuna en honor de ETA. Este mismo fin de semana tendremos ocasi¨®n de comprobarlo con las ceremonias de homenaje a los dos terroristas autoinmolados en Bilbao: ser¨ªa estupendo que Batasuna fuera de la ley pudiera repetir la parafernalia nazi de exaltaci¨®n de los m¨¢rtires del terror, exhibida hace dos a?os en situaci¨®n similar. De ser as¨ª las cosas, nos encontrar¨ªamos ante un panorama de total indefensi¨®n de la democracia, porque unos juristas renuncian a mirar el verdadero rostro de un terror nazi que se oculta detr¨¢s de la m¨¢scara. Entretanto, hemos pasado de tener como tema central la puesta fuera de la ley de Batasuna a los conflictos con el Gobierno vasco que ensaya el 'se obedece pero no se cumple', para desembocar en un cerco a Garz¨®n. Por una vez, el presidente Aznar ha dado con el adjetivo preciso: esperp¨¦ntico.
Claro que en este tiempo de nerviosismo no faltan quienes desde otros ¨¢ngulos olvidan tambi¨¦n la exigencia de ponderaci¨®n. Por fortuna ha resultado falsa (y tendenciosa) la informaci¨®n ofrecida la pasada semana en torno a la actitud del director del Instituto Cervantes, Jon Juaristi, de cara a la pr¨®xima manifestaci¨®n de ?Basta Ya!, al declarar, seg¨²n La Raz¨®n, que ir¨¢ all¨ª con la bandera espa?ola y que la ikurri?a es la bandera del nacionalismo y ETA. Normalizar la presencia de la rojigualda en Euskadi constituye una aspiraci¨®n democr¨¢tica. No lo es, en cambio, recusar la ikurri?a, que gan¨® la condici¨®n de ense?a de todos los vascos antifascistas en la guerra civil contra Franco. Y peor a¨²n es volver a una guerra de banderas que anule el planteamiento integrador, propio de quienes no somos aberzales.
Bastante mal est¨¢n las cosas como para ir quebrando los tenues hilos que mantienen la trama de la legalidad pol¨ªtica en Euskadi, y eso debiera tenerlo en cuenta Rodr¨ªguez Ibarra al proponer la aplicaci¨®n precipitada del art¨ªculo 155 de la Constituci¨®n. 'Amaya da asierija', 'el fin es el principio', anunci¨® hace m¨¢s de un siglo un precursor del nacionalismo. M¨¢s vale no ayudar al cumplimiento de la profec¨ªa.
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