Otro art¨ªculo in¨²til
1. La cuesti¨®n de la inutilidad de la literatura no puede ser m¨¢s lacerante para los escritores vascos: nada de lo que hayamos escrito o podamos escribir parece capaz de detener la espiral de violencia y venganzas en la que nos hallamos sumidos. Menos a¨²n un art¨ªculo como ¨¦ste, uno m¨¢s de los que ya se cuentan por miles, publicados durante todos estos a?os en decenas de peri¨®dicos y revistas. Y sin embargo...
2. Asistimos estupefactos a un acto m¨¢s de nuestra tragedia colectiva: la suspensi¨®n de actividades de un partido pol¨ªtico, Batasuna, y la apertura de un proceso que llevar¨¢ a su casi segura ilegalizaci¨®n. Decisiones como ¨¦stas, de por s¨ª graves en cualquier democracia que merezca tal nombre, lo son m¨¢s en nuestro caso, pues dejan sin cobertura pol¨ªtica legal a una parte minoritaria pero importante de nuestra sociedad, y son rechazadas por una mayor¨ªa significativa de la ciudadan¨ªa vasca. A pesar de las conexiones, connivencias o complicidades que puedan unir a Batasuna con ETA (a¨²n por demostrar judicialmente), impedir que los postulados del independentismo radical puedan tener un cauce de expresi¨®n en el sistema pol¨ªtico no conduce m¨¢s que a alimentar la idea de que sus propuestas no tienen cabida en esta democracia: precisamente lo que las fuerzas de la llamada izquierda abertzale vienen defendiendo desde la ¨¦poca de la transici¨®n. Dicho de otra manera, y como ya se ha subrayado m¨¢s de una vez: no nos cabe ninguna duda de que las relaciones entre el Sinn Fein y el IRA eran o son similares a las que unen el mundo de Batasuna a ETA; pero: ?qu¨¦ hubiera sido del proceso de paz irland¨¦s -a¨²n no finalizado- si el Gobierno brit¨¢nico hubiera dejado fuera de la ley a dicho partido independentista? No condenar un asesinato, por muy repugnante que nos pueda parecer, no es suficiente prueba para llevar adelante un proceso de la excepcionalidad como el que proponen las Cortes, el Gobierno y la fiscal¨ªa; Javier P¨¦rez Royo ya lo ha explicado con claridad en estas mismas p¨¢ginas. Pero es que, adem¨¢s, es contraproducente, si lo que verdaderamente se quiere lograr es un escenario permanente de paz y convivencia y no ahondar m¨¢s la fractura social.
Las medidas del Gobierno, adem¨¢s de ser antidemocr¨¢ticas, no van a solucionar nada
3. Dicho esto, queremos subrayar que, pese a todo, seguimos creyendo que el problema m¨¢s inmediato es el de la continuidad de la violencia de ETA y su entorno. Que nos mostremos contrarios a la ilegalizaci¨®n de Batasuna no quiere decir que estemos de acuerdo con sus postulados. Nos negamos a admitir la argumentaci¨®n casi biologista, repetida hasta la saciedad por los portavoces de la 'izquierda abertzale', de que todo, hasta las mayores aberraciones que puedan haberse cometido, son consecuencias naturales de un conflicto cuyas ra¨ªces se pierden en la noche de los tiempos. La situaci¨®n de los cargos p¨²blicos del PP y del PSE, as¨ª como otras muchas personas que se han significado por su opci¨®n pol¨ªtica, no ha hecho sino empeorar y nos produce una gran repugnancia moral. Todo esto no lo decimos porque sea pol¨ªticamente correcto, por disculparnos o porque este tipo de condenas se hayan convertido en un imperativo legal (lo que, por cierto, vac¨ªa a¨²n m¨¢s de contenido el concepto de 'condena'), sino porque as¨ª lo creemos, y pensamos que es necesario repetirlo todas las veces que haga falta.
4. Ahora bien, creemos que las medidas impulsadas desde el Gobierno de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, adem¨¢s de ser antidemocr¨¢ticas, no van a solucionar nada, sino todo lo contrario; ha sido el mismo presidente quien nos ha augurado 'm¨¢s sufrimiento'. Sobre todo teniendo en cuenta cu¨¢les parecen ser las motivaciones que han llevado a tomar decisiones tan graves: un intento a corto plazo de cambiar el mapa electoral del Pa¨ªs Vasco, por un lado, y la venganza, por otro. Nos gustar¨ªa equivocarnos, pero no podemos arrojar de nuestras mentes la idea de que tras la iniciativa de la Ley de Partidos hay un intento por parte del pacto PP-PSE de llevar a cabo, por la v¨ªa de la excepcionalidad, lo que no pudieron lograr en las elecciones auton¨®micas de mayo de 2001: eliminada Batasuna del mapa electoral, les ser¨ªa m¨¢s f¨¢cil conseguir una mayor¨ªa en los ayuntamientos m¨¢s importantes y en las diputaciones, en las pr¨®ximas elecciones municipales, y en el Parlamento vasco, en las siguientes auton¨®micas. Ni que decir tiene que creemos que es absolutamente leg¨ªtimo que las fuerzas denominadas constitucionalistas aspiren a la mayor¨ªa pol¨ªtica en el Pa¨ªs Vasco; nos parece reprobable, sin embargo, el c¨¢lculo que subyace en esta situaci¨®n de excepcionalidad pol¨ªtica. En cuanto al deseo de venganza, de hacer pagar a todo aquel que se percibe como el enemigo por las afrentas y el dolor sufridos -un deseo de venganza comprensible quiz¨¢s a nivel personal, si bien injustificable en el plano pol¨ªtico-, no hay m¨¢s que leer o escuchar las declaraciones de algunos portavoces del PP y del PSOE para darse cuenta de hasta qu¨¦ punto late la idea del 'ojo por ojo', ni siquiera en el fondo, sino en la superficie de sus discursos. No creemos que la venganza y el odio sean una buena gu¨ªa en pol¨ªtica. Primo Levi dej¨® escrito con respecto a la venganza: 'Creo en la raz¨®n y en la discusi¨®n como supremos instrumentos de progreso, y por eso antepongo la justicia al odio'. Nosotros tenemos serias dudas sobre la justicia de las acciones emprendidas por Gobierno y judicatura.
5. Desde luego, hay que enmarcar todo este proceso en el clima involucionista y de recorte de las libertades que viven las democracias occidentales al menos a partir de los atentados del 11 de septiembre de 2001, y probablemente desde antes. La manera de afrontar retos como el de la inmigraci¨®n, las desigualdades econ¨®micas o conflictos como los de los Balcanes, Chechenia o Palestina, as¨ª como los ataques de represalia en Afganist¨¢n, dan cuenta del auge creciente de la opci¨®n militarista como gu¨ªa de la pol¨ªtica a seguir. Desde esta perspectiva, la gesti¨®n por parte del Gobierno espa?ol del conflicto vasco es significativa en tres sentidos: por una parte, le es ¨²til para ocultar sus carencias en materias pol¨ªticas marcadas por la controversia (como la educaci¨®n, las relaciones laborales, la pol¨ªtica de inmigraci¨®n...); por otra parte, afianza una idea de Espa?a totalmente unitarista, que desconf¨ªa de cualquier nacionalismo que no sea el propio y est¨¢ cada vez m¨¢s alejada de una visi¨®n plurinacional de la misma (y en la que cupiera, por lo tanto, el derecho a la secesi¨®n); finalmente, parecer¨ªa una muestra, a escala, de la orientaci¨®n que al tema de la resoluci¨®n de conflictos est¨¢n dando pa¨ªses como Estados Unidos o Israel. La ilegalizaci¨®n de Batasuna es un paso m¨¢s, muy grave si se quiere, pero uno m¨¢s, que se a?ade a otros problemas que ya vienen de largo como la situaci¨®n de los presos de ETA y sus familiares, las continuas denuncias de torturas, las exageradas penas que recaen sobre los j¨®venes acusados de kale borroka (el mismo delito, quemar un contenedor, tiene un castigo much¨ªsimo mayor que si se llevara a cabo, por ejemplo, en Valencia), o la reiterada discriminaci¨®n a la que, por parte de los poderes p¨²blicos, es sometida la minor¨ªa vascoparlante en Navarra, aut¨¦ntico laboratorio de pruebas de la pol¨ªtica del PP en este campo.
6. La instalaci¨®n de un Estado absoluto de excepci¨®n en la pol¨ªtica del Pa¨ªs Vasco es una condici¨®n imprescindible para la aplicaci¨®n definitiva de una soluci¨®n exclusivamente policial (o, si se quiere, militarista) al conflicto vasco, frente a las opciones que hacen hincapi¨¦ en el di¨¢logo y la conciliaci¨®n. No somos tan ingenuos como para pensar que la v¨ªa militarista no tiene ninguna posibilidad de acabar con ETA y de pacificar el pa¨ªs: la historia nos ofrece m¨¢s de un ejemplo en este sentido; entre otros, el del propio Pa¨ªs Vasco durante los ¨²ltimos dos siglos. Otra cuesti¨®n es la del precio: el precio que habr¨ªamos de pagar ahora, desde el punto de vista material y moral, y el de que el conflicto se reprodujera con toda su violencia, una vez m¨¢s, dentro de una o dos generaciones. Franco logr¨® la pacificaci¨®n, pero plant¨® la semilla del odio en una parte de la sociedad vasca (y de la espa?ola), y a¨²n estamos pagando las consecuencias; ETA tambi¨¦n lo ha hecho, a su manera: durante estos ¨²ltimos 30 a?os es quien m¨¢s m¨¦ritos ha hecho para generar odio y desprecio en una buena parte de la sociedad vasca (y, evidentemente, de la espa?ola). Nos preguntamos si es l¨ªcito y, sobre todo, qu¨¦ futuro tiene que el Estado siga por ese mismo camino, alimentando esta espiral de miseria moral en la que nos hundimos m¨¢s y m¨¢s.
La suspensi¨®n, de facto, del derecho de manifestaci¨®n (ya denunciada por Amnist¨ªa Internacional) y los acontecimientos del pasado s¨¢bado en Bilbao, en los que la Ertzaintza bloque¨® violentamente una marcha, en principio pac¨ªfica, de miles de personas, auguran lo peor a este respecto.
7. Los firmantes de este art¨ªculo no tenemos certezas inamovibles, como los pol¨ªticos que, de uno y otro lado, nos conminan: 'o conmigo o contra m¨ª'. Tenemos dudas, preguntas, temores. Escribimos, desde el filo de la navaja, art¨ªculos in¨²tiles como ¨¦ste.
Sin embargo, estamos obligados a escribirlos.
Firman tambi¨¦n este art¨ªculo los escritores Ana Arregi, Bernardo Atxaga, Jorge Gim¨¦nez, Joxemari Iturralde, Anjel Lertxundi, Inazio Mujika y Jabier Muguruza.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Ilegalizaci¨®n
- Opini¨®n
- Plan Ibarretxe
- Conflicto vasco
- Batasuna
- VII Legislatura Pa¨ªs Vasco
- Independentismo
- Comunidades aut¨®nomas
- Gobierno auton¨®mico
- Parlamentos auton¨®micos
- Gobierno Vasco
- Debates parlamentarios
- Administraci¨®n auton¨®mica
- Pol¨ªtica auton¨®mica
- Pa¨ªs Vasco
- Parlamento
- Ideolog¨ªas
- Espa?a
- Partidos pol¨ªticos
- Conflictos
- Derecho
- Administraci¨®n p¨²blica
- Pol¨ªtica
- Justicia