Seguridad privada a destajo
Salarios bajos y jornadas cargadas de horas extraordinarias caracterizan un sector en alza desde que gobierna el PP
Haga un breve ejercicio. Sit¨²ese en la principal arteria comercial de su ciudad, ¨¦sa donde menudean bancos y tiendas de post¨ªn. Cuente a todos los vigilantes privados de seguridad que vaya viendo en su paseo tras las puertas de los establecimientos. Si la calle elegida es la de Serrano de Madrid, el paseo de Gracia de Barcelona o la calle Larios de M¨¢laga ver¨¢ que abundan los uniformados de todos los colores, con pistola o porra o las dos cosas. M¨ªreles al pecho: si llevan una chapa met¨¢lica blanca con la leyenda Vigilante de Seguridad en rojo seguida de un n¨²mero, ser¨¢n uno de los m¨¢s de 90.000 vigilantes legales y acreditados por el Ministerio del Interior. Si no la llevan, desconf¨ªe: ser¨¢n uno de esos 10.000 intrusos del sector.
La distinci¨®n tiene su miga. El legal tiene que cumplir una serie de requisitos establecidos por ley, hacer un curso y superar un examen. Y generalmente tiene el respaldo de una empresa que responde por ¨¦l. El ilegal es otra cosa: 'A los legales nos piden muchas condiciones y a los otros, a los intrusos, a veces les vale una formaci¨®n de gimnasio, modelo musculatura para que les pongan una camiseta negra que pone seguridad y basta', explica Ram¨®n Domingo Arnau, vigilante y vocal de formaci¨®n del ¨¢rea de Seguridad Privada del CSI-CSIF de Baleares.
Juan Antonio Bejarano, coordinador delegado de Alternativa Sindical, una central profesional en expansi¨®n, agrega que no hay que recurrir a la figura del portero de discoteca sin titulaci¨®n, modelo armario ropero de dos puertas. 'Nosotros hemos denunciado casos de intrusismo en lugares como el Metro de Madrid, el aeropuerto de Barajas o Renfe, pero el Ministerio del Interior no nos hace ni caso', explica. S¨®lo el Defensor del Pueblo les ha facilitado alguna informaci¨®n, firmada por Maria Luisa Cava de Llano, adjunta primera al Defensor. Por ejemplo: localiz¨® a dos empleados de Prosegur en la Terminal I de Barajas sin la habilitaci¨®n correspondiente, otro en una tienda Aldeasa de la firma Prose SA, con la misma irregularidad o uno de Falcon Servicios de Seguridad Integral que vigilaba el Metro sin cumplir los requisitos.
No obstante, el principal problema de la seguridad privada es la falta de personal (la patronal Aproser afirma que puede ofrecer ya 10.000 puestos de trabajo), que obliga a recurrir a las horas extraordinarias para cubrir servicios. 'La escasez de personal de seguridad obliga a muchas compa?¨ªas a ampliar las horas extras de los empleados, sobrepasando en muchos casos la jornada laboral pactada con los sindicatos, de 164 horas mensuales', explica Aproser.
El convenio colectivo firmado a primeros de a?o fija, efectivamente esa jornada, pero hay quien hasta triplica en un mes esas horas. 'Podemos decir que en Madrid hay meses en el que se firman hasta un mill¨®n de horas extras', explica Bejarano, quien aporta el dato de un compa?ero que bati¨® en la capital de Espa?a todos los r¨¦cords: 'Un trabajador de Prosegur se hizo, sin que nadie le obligara, 333 horas, adem¨¢s de las 164, con alguna jornada de 36 horas seguidas'. Eso significa que, de media, hizo 16 horas durante todos y cada uno de los d¨ªas del mes.
La hora extra, seg¨²n convenio, se paga a 1.004 pesetas (6,03 euros). 'En las empresas serias no se obliga a nadie a hacer horas de m¨¢s. Yo, por ejemplo, s¨ª hago algunas horas, pero sin tonter¨ªas; a lo mejor un d¨ªa hago 16 horas, pero no 24 como algunos compa?eros', explica Arnau. Las horas suelen completar un sueldo m¨¢s o menos magro. Las tablas de retribuciones del convenio marco del sector se?alan que un vigilante de seguridad debe cobrar, como m¨ªnimo, un sueldo bruto mensual de 136.943 pesetas ) 823,04 euros. La retenci¨®n media por IRPF para esos sueldos est¨¢, seg¨²n los casos entre el 11% y el 13%, por lo que, un segurata nuevo viene a salir por unas 106.000 pesetas limpias al mes, 120.000 si van con pistola. 'Un padre de familia, y somos muchos, no da de comer con ese dinero: y encima trabajas de noche, solo, expuesto y sin reconocimiento de la gente: oiga, que les estamos protegiendo', concluye Arnau. Eso es para los vigilantes a pie de calle. Lo de los directivos es otro cantar: el anterior Comisario General de Polic¨ªa Judicial, Julio Corrochano, acaba de pasarse como directivo a la seguridad privada.
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