'Con toda naturalidad'

Una de las facetas del lehendakari Ibarretxe que m¨¢s desconcierta a sus interlocutores es su capacidad de plantear propuestas intr¨ªnsecamente rupturistas como si fueran un ejercicio de moderaci¨®n. 'Con toda naturalidad', como invit¨® ayer a que se reconozcan las aspiraciones ¨²ltimas de su partido. Seguramente, el propio Ibarretxe se sorprender¨ªa ante la estupefacci¨®n que caus¨® en los no nacionalistas (y sobre todo en los nacionalistas que no lo son con la intensidad requerida) el desvelamiento de su proyecto de cuasi independencia indolora. Pues no otra cosa significa un 'estatus de libre asociaci¨®n' con Espa?a, previo reconocimiento de la soberan¨ªa originaria del pueblo vasco.

Desde julio se aguardaba a que, agotado el ultim¨¢tum dado para el total cumplimiento del Estatuto, el lehendakari pusiera en escena un nuevo acto del gui¨®n que perge?¨® hace dos a?os, cuando se sobrepuso a la depresi¨®n de Lizarra, y que tan buenos rendimientos le dio el 13-M. Pero no se esperaba que descubriera el horizonte m¨¢ximo a medio plazo del nacionalismo no violento y lo elevara a la categor¨ªa de programa de gobierno. A diferencia del esquema del Pacto de Lizarra, el plan de Ibarretxe prescinde de ETA y Batasuna, y se vincula al Estatuto de Gernika nominalmente; s¨®lo para hacer palanca y saltarse su esp¨ªritu y significado. Su desarrollo, sin embargo, encuentra dos problemas de gran envergadura. El primero, que no sirve para atraer al mundo de ETA a la senda de la democracia, que fue el se?uelo con el que se intent¨® vender Lizarra a la sociedad vasca. En consecuencia, presentarlo como un 'pacto por la convivencia' y una aportaci¨®n a la 'normalizaci¨®n' pol¨ªtica resulta del todo inexacto. El segundo, y parcialmente asociado al primero, que carece de la suficiente masa cr¨ªtica para llevarlo adelante. Si el Gobierno de Ibarretxe se vio imposibilitado el a?o pasado para sacar adelante los Presupuestos por falta de mayor¨ªa parlamentaria suficiente, dif¨ªcilmente puede aspirar a obtener el respaldo superior que requiere una reforma del Estatuto. Al menos, si de verdad se pretende que sea pactada con los vascos no nacionalistas.

Es por ello que su estrategia se fundamenta en el tensionamiento institucional salpicado de conceptos biensonantes y en el amago demorado. El ruido del debate esencialista sobre la 'voluntad' y los 'derechos' del pueblo vasco en abstracto distrae la mirada del principal problema concreto de los vascos y, al mismo tiempo, es ¨²til al nacionalismo gobernante para mantener los 80.000 votos que recibi¨® el 13-M de Batasuna y aspirar a reba?ar otros 50.000 que las encuestas le se?alan como posibles. De ah¨ª el nerviosismo con que recibi¨® la Ley de Partidos y la suspensi¨®n de Batasuna por el juez Garz¨®n.

Con la remisi¨®n a doce meses de la presentaci¨®n del borrador de ese nuevo ?estatuto? Ibarretxe vuelve a ganar tiempo a la espera de lo que pueda suceder en las elecciones municipales y en otros frentes. Pero lo hace a costa de crear en el seno de la sociedad vasca m¨¢s dudas y conflictos de los que dice querer resolver.