Un gran torero

El grande en cuesti¨®n no figuraba en los carteles con letras de molde. El grande aparec¨ªa con letras peque?itas en el programa de mano y vest¨ªa un traje azul marino y plata. Pertenece a la cuadrilla de Rivera y se llama Joselito Guti¨¦rrez. Un gran torero, s¨ª se?or. Un pedazo de torero vestido de plata.

Se dispon¨ªa Joselito a banderillear al tercero de la tarde, un toro encastado y con muchos pies. Le gan¨® terreno en la carrera y, en el momento del embroque, lo prendi¨® por la entrepierta, lo levant¨® en volandas y lo despidi¨® contra el suelo, donde lo busc¨® con sa?a pero sin hacer sangre. Joselito se levant¨® blanco -no era para menos-, pero enrabietado y con el valor intacto. En lugar de arrugarse, se vino arriba; cogi¨® otro par y esper¨® su turno. Asent¨® las zapatillas, cit¨® con gallard¨ªa, se dej¨® llegar los pitones hasta la misma chaquetilla y coloc¨® un magn¨ªfico par de banderillas de poder a poder que llev¨® el clamor a los tendidos. Son¨® la m¨²sica en honor de un torero de los pies a la cabeza que se jug¨® el tipo sin necesidad y que dict¨® una lecci¨®n de arte y valor, de verg¨¹enza, de amor propio, de aut¨¦ntica figura.

?ste fue el momento m¨¢s intenso de la tarde. ?Por qu¨¦ no hubo m¨¢s? Que pregunten a las tres figuras modernas que aparecen en los carteles con letras de molde y que se arrugan ante la primera dificultad.

La corrida de Torrestrella no fue c¨®moda, y los toreros no est¨¢n hechos para las dificultades. As¨ª que, con las complicaciones de algunos toros y la falta de recursos y de ambici¨®n de los toreros, no qued¨® nada para el recuerdo.

Caballero hizo lo menos malo. Tore¨® sin apreturas al ¨²nico que embisti¨® como la tonta del bote; y no entusiasm¨® a nadie. Bien en algunos pasajes con la izquierda, un cambio de manos elegante y alg¨²n largo pase de pecho. Una actuaci¨®n entonada, que es como decir que no dio el paso adelante que el toro requer¨ªa. El otro se col¨® -?huy!- y el torero se afligi¨® -?oh!-. Trasteo por la cara y adi¨®s, muy buenas.

Eso fue lo que hizo Rivera toda la tarde. Su lote no fue f¨¢cil, pero ¨¦l no puso a contribuci¨®n ni una de las normas b¨¢sicas de la tauromaquia. Muleta retrasada, fuera de cacho, cortando permanentemente el viaje, y muchas precauciones. As¨ª es imposible.

?Y Finito? Sin ganas ni recursos; descorazonado y son¨¢mbulo. Por all¨ª anduvo, como de vuelta de todo, y tore¨® sin estilo ni hondura a su primero, que era un buey de carreta. El otro necesitaba un torero m¨¢s dispuesto. Vamos, necesitaba un torero, y no a Finito.