El islamismo marroqu¨ª
Uno de los factores m¨¢s relevantes de las elecciones marroqu¨ªes ha sido el ascenso de los islamistas, reflejando as¨ª de manera m¨¢s real el mapa pol¨ªtico del pa¨ªs. Y esto por varias causas. De un lado, el Gobierno de alternancia de 1998 transform¨® profundamente el paisaje pol¨ªtico marroqu¨ª al llevar a ¨¦l a los que hasta entonces representaban la oposici¨®n tradicional. Como los partidos hassanianos, habitualmente gubernamentales, no ten¨ªan credibilidad social para actuar como oposici¨®n, ese espacio ha sido ocupado por los islamistas. Por otro, los islamistas han estado sobre el terreno y sus asociaciones caritativas ayudan verdaderamente a los necesitados.
Es m¨¢s, el Partido de la Justicia y el Desarrollo (PJD) se ha preocupado por estar en contacto con sus seguidores, mientras las otras fuerzas pol¨ªticas viv¨ªan agudas crisis internas y en su mayor parte participaban en un Gobierno que no ha logrado transformaciones socioecon¨®micas que beneficiasen a la poblaci¨®n. Pero un elemento clave de la realidad marroqu¨ª es que las organizaciones islamistas representativas, el PJD y al-'Adl wa-l-Ihsan del shayj Yassin, han contribuido activamente a evitar la argelinizaci¨®n del escenario pol¨ªtico. Son los propios islamistas, coincidiendo con la dem¨¢s clase pol¨ªtica y el palacio, quienes no desean un triunfo arrollador, porque saben que el marco internacional no les favorece y que el sistema marroqu¨ª no lo aceptar¨ªa. De ah¨ª que el PJD s¨®lo se haya presentado en algo m¨¢s de la mitad de las circunscripciones. Pero, eso s¨ª, lo ha hecho en las urbanas, porque el islamismo, como en el resto del mundo musulm¨¢n, no es s¨®lo un movimiento de los pobres en las periferias urbanas, sino que tambi¨¦n tiene arraigo en las universidades y en sectores urbanos muy politizados como los j¨®venes con formaci¨®n (hombres y mujeres). El grupo del shayj Yassin no se ha presentado, pero tampoco ha hecho una campa?a radicalmente contraria a las elecciones. Su posici¨®n es la de tener peso pol¨ªtico sin participar en el sistema, porque, a diferencia del PJD, no acepta el modelo mon¨¢rquico establecido y en ello basa tambi¨¦n su fuerza de oposici¨®n.
Hay que tener en cuenta que el islamismo en Marruecos es hist¨®ricamente reformista o moderado, y no existe una verdadera implantaci¨®n del islamismo violento en este pa¨ªs. Hubo en agosto pasado la detenci¨®n de unos 40 islamistas, vinculados a la Salafiyya Jahidiyya, pero en realidad no son m¨¢s que grup¨²sculos de veteranos de la guerra de Afganist¨¢n que a su vuelta mezclaron la delincuencia con el discurso integrista. Este epifen¨®meno ha sido inflado por los servicios de inteligencia marroqu¨ªes por dos razones principales: mostrar el celo marroqu¨ª en la nueva guerra contra el terrorismo, present¨¢ndose como un pa¨ªs fiable, y perjudicar a los islamistas reformistas de cara a las elecciones. Lo importante es que existe un consenso generalizado, que asumen los propios islamistas, de que su participaci¨®n debe ser tranquila, y esto es un factor que da estabilidad pol¨ªtica a Marruecos y le ofrece unas posibilidades de desarrollo democr¨¢tico que no se perciben en sus vecinos ¨¢rabes.
Gema Mart¨ªn Mu?oz es profesora de Sociolog¨ªa del Mundo ?rabe e Isl¨¢mico de la UAM.
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