V¨ªctimas
Qu¨¦ ir¨®nica es la vida: esa madre energ¨²mena y frustrada que fue grabada hace pocos d¨ªas en Indiana (EE UU) peg¨¢ndole una fenomenal paliza a su hija de cuatro a?os se apellida Toogood, que literalmente significa 'demasiado buena'. Esta se?ora desquiciada ahora anda llorando por las televisiones diciendo que jam¨¢s hab¨ªa maltratado antes a sus hijos, lo cual no es nada cre¨ªble; pero lo m¨¢s pat¨¦tico de este caso trist¨ªsimo es lo que la ni?a, Martha, le dijo a su madre despu¨¦s del vapuleo, despu¨¦s de haber sido arrastrada por los pelos, abofeteada y metida en el coche a pu?etazos y feroces golpes en la cabeza. Lo que la peque?a coment¨® fue que se le hab¨ªa deshecho la coleta. Supongo que lo dir¨ªa gimoteando, pero no se quejaba, no se extra?aba del maltrato, no protestaba ni se pon¨ªa a berrear hist¨¦ricamente. Al contrario, lo ¨²nico que dec¨ªa la pobrecita era que se le hab¨ªa deshecho la coleta, intentando convertir a su madre verdugo en la madre cuidadora, a esa bestia rabiosa en un ser soportable. Y, por lo visto, funcion¨®. Toogood le rehizo el peinado y se calm¨®.
Martha es una v¨ªctima absoluta. Las verdaderas v¨ªctimas son aquellas criaturas que no pueden ni siquiera imaginar una vida en la que no exista semejante maltrato. Seres que han perdido la voz para quejarse o que nunca la han llegado a construir. Se han acomodado al martirio y a la brutal injusticia y lo ¨²nico que intentan es no morir, cosa que no siempre consiguen. Espanta imaginar cu¨¢ntas silenciosas Marthas debe de haber por el mundo.
Los ni?os son las v¨ªctimas m¨¢s evidentes y completas, pero tambi¨¦n los adultos pueden llegar a un extremo parecido de indefensi¨®n. Estoy pensando ahora en esa foto espeluznante del pueblo de Leitza, de Ayuntamiento abertzale, en donde apenas cuarenta personas protestaban el otro d¨ªa por el asesinato del guardia civil. Qu¨¦ solos se les ve¨ªa. Qu¨¦ imagen angustiosa. Y, sin embargo, la mitad de los votantes de Leitza son de UPN (o sea, PP) y PSN (PSOE). En total, unas quinientas personas, tan aterradas, supongo, que incluso han perdido la voz para protestar. Antes de proponer estrafalarios planes pol¨ªticos, me parece que Ibarretxe deber¨ªa pensar en el clamoroso silencio de las v¨ªctimas.
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