Violencia simb¨®lica sin l¨ªmites legales
El espect¨¢culo de las ¨²ltimas semanas con el PP neg¨¢ndose en primer lugar a aceptar legislar sobre la ley contra la violencia hacia las mujeres y qued¨¢ndose solo en la votaci¨®n de la ley propuesta por el PSOE, y por otra parte aceptando en apariencia legislar otras propuestas en comisi¨®n, aceptaci¨®n que r¨¢pidamente fue negada por el presidente Aznar, nos hace reflexionar sobre la verdadera catadura moral del Ejecutivo frente a las leyes.
Presionando y arrasando con la Ley de Partidos para ocultar lo que no son capaces de resolver como partido de Gobierno, no quieren ni o¨ªr hablar de legislar sobre violencia, y a estas alturas no encontramos ninguna raz¨®n plausible para entender su posici¨®n, si no es que no entienden las causas y no conocen las consecuencias de la violencia contra las mujeres.
La mortalidad por malos tratos hacia las mujeres se ha incrementado en el primer semestre de 2002, sin contar los miles de mujeres que son atendidas por fracturas, heridas de arma blanca o quemaduras en todos los hospitales de Espa?a (2.246 lo fueron en los hospitales de Catalu?a durante el a?o 2002), sin contar los centenares de miles que han sufrido y sufren la violencia psicol¨®gica y la destrucci¨®n sistem¨¢tica de sus valores y su autoestima.
Obsesionados en su cruzada particular contra la autonom¨ªa y la vida en libertad de la diversidad espa?ola, disfrazada de lucha contra el terrorismo, se olvidan de otro terrorismo, el de la violencia contra las mujeres, que ha causado m¨¢s v¨ªctimas y que es tolerado por el actual Gobierno. Los planes integrales contra la violencia son muy necesarios, pero se han de prever en los presupuestos del Estado y han de incluir medidas que van desde la atenci¨®n y rehabilitaci¨®n f¨ªsica y ps¨ªquica de las v¨ªctimas, hasta la formaci¨®n profesional, reinserci¨®n laboral, vivienda digna y atenci¨®n a los hijos. Una limosna de tres meses como nos ha propuesto el se?or Zaplana es una verg¨¹enza y una humillaci¨®n que no resuelve nada, como tampoco lo hizo ¨¦l mismo en su abandonada autonom¨ªa valenciana -en aras del sill¨®n presidencial-, donde la mortalidad y las agresiones han sido m¨¢ximas en el ¨²ltimo verano.
?D¨®nde est¨¢n las ra¨ªces de la violencia contra las mujeres? El pensamiento que justifica pegar, destruir, mancillar, violar, anular, poseer y matar a las mujeres que deciden tener alguna opini¨®n propia o alg¨²n deseo se remonta a m¨¢s de 4.000 a?os, pero no es inherente a los seres humanos, es tan s¨®lo fruto de la sociedad patriarcal y de los Estados que la justifican. La dominaci¨®n masculina se ha introducido en la mente de los hombres y de algunas mujeres durante siglos, y lo ha hecho, en palabras del malogrado Pierre Bourdieu, por medio de la 'violencia simb¨®lica, violencia suave, insensible e invisible para las mismas v¨ªctimas, que es ejercida esencialmente por las v¨ªas puramente simb¨®licas de la comunicaci¨®n y del conocimiento, o m¨¢s exactamente, del desconocimiento, del reconocimiento o, en ¨²ltima instancia, del sentimiento'. La violencia simb¨®lica justifica y perpetua la discriminaci¨®n, la exclusi¨®n y la agresi¨®n f¨ªsica hacia las mujeres, con la pretensi¨®n de que las mujeres son inferiores y deben ser dominadas por el var¨®n, que es de todo punto superior. No es f¨¢cil el desarraigo de estas creencias y sentimientos, que se introducen a trav¨¦s de la educaci¨®n en el mismo seno de las familias, en las escuelas y a trav¨¦s de las instituciones del mismo Estado. Por todo ello, las posiciones claras de toda la sociedad y de sus instituciones en contra de la violencia contra las mujeres son muy importantes.
Las leyes marcan los l¨ªmites de convivencia con los que se dota una sociedad y obligan a todas las instituciones, gobiernos y organismos locales a luchar contra la violencia de g¨¦nero. Y esta lucha es espec¨ªfica y no se puede englobar en la lucha global contra la violencia y la inseguridad. Los ataques hacia las mujeres no los cometen hombres alcoh¨®licos o violentos cegados por su testosterona ni personas desestructuradas. La mayor¨ªa de las agresiones son causadas por hombres normales, incluso algo sumisos ante sus superiores, pero que se sienten con derecho a ejercer la violencia, porque forma parte de su hombr¨ªa, de su forma de ser. El ¨²nico com¨²n denominador que se ha encontrado en el perfil sociol¨®gico de los agresores ha sido que
hab¨ªan convivido en hogares donde la violencia era la forma de comunicaci¨®n y de resoluci¨®n de conflictos.
Si toda la sociedad no planta cara a los agresores con leyes, planes y cambios de actitud de los mismos gobernantes; si no se hacen visibles las acciones, los trabajos, la ciencia realizada por las mujeres, y se las contempla como pares en la organizaci¨®n pol¨ªtica de la sociedad, se ejerce tambi¨¦n una sutil forma de violencia simb¨®lica que engloba, aunque no seamos conscientes de ello, a toda la sociedad.
Una ley como la propuesta por el PSOE en el Congreso de los Diputados y apoyada por todos los partidos menos el PP no va a resolver todos los problemas, pero ilegaliza de forma contundente y clara todas las agresiones de los hombres contra las mujeres, y su cumplimiento permitir¨ªa la creaci¨®n de redes sociales y locales, en un entramado de soporte, rehabilitaci¨®n y reinserci¨®n social de las v¨ªctimas.
Tal como reconoce el excelente informe sobre los malos tratos en Espa?a (Fundaci¨®n La Caixa, 2002) realizado por In¨¦s Alberdi y Natalia Matas, es exigencia un¨¢nime de todas las asociaciones de mujeres y de las organizaciones que trabajan con mujeres maltratadas una ley integral contra la violencia de g¨¦nero, que facilitar¨ªa la coordinaci¨®n entre todas las instituciones con competencias en la erradicaci¨®n de la violencia. Ser¨ªa una s¨ªmbolo de la importancia que toda la sociedad da a este problema y podr¨ªa ser un instrumento de garant¨ªa y de aceleraci¨®n del necesario cambio social. En definitiva, un 'referente org¨¢nico, coherente y obligatorio que sea utilizado por todos los operadores sociales que luchan contra la violencia de g¨¦nero'.
No se puede denostar al terrorismo por un lado y no hacer todos los esfuerzos posibles para erradicar la violencia contra las mujeres por el otro.
hab¨ªan convivido en hogares donde la violencia era la forma de comunicaci¨®n y de resoluci¨®n de conflictos.
Si toda la sociedad no planta cara a los agresores con leyes, planes y cambios de actitud de los mismos gobernantes; si no se hacen visibles las acciones, los trabajos, la ciencia realizada por las mujeres, y se las contempla como pares en la organizaci¨®n pol¨ªtica de la sociedad, se ejerce tambi¨¦n una sutil forma de violencia simb¨®lica que engloba, aunque no seamos conscientes de ello, a toda la sociedad.
Una ley como la propuesta por el PSOE en el Congreso de los Diputados y apoyada por todos los partidos menos el PP no va a resolver todos los problemas, pero ilegaliza de forma contundente y clara todas las agresiones de los hombres contra las mujeres, y su cumplimiento permitir¨ªa la creaci¨®n de redes sociales y locales, en un entramado de soporte, rehabilitaci¨®n y reinserci¨®n social de las v¨ªctimas.
Tal como reconoce el excelente informe sobre los malos tratos en Espa?a (Fundaci¨®n La Caixa, 2002) realizado por In¨¦s Alberdi y Natalia Matas, es exigencia un¨¢nime de todas las asociaciones de mujeres y de las organizaciones que trabajan con mujeres maltratadas una ley integral contra la violencia de g¨¦nero, que facilitar¨ªa la coordinaci¨®n entre todas las instituciones con competencias en la erradicaci¨®n de la violencia. Ser¨ªa una s¨ªmbolo de la importancia que toda la sociedad da a este problema y podr¨ªa ser un instrumento de garant¨ªa y de aceleraci¨®n del necesario cambio social. En definitiva, un 'referente org¨¢nico, coherente y obligatorio que sea utilizado por todos los operadores sociales que luchan contra la violencia de g¨¦nero'.
No se puede denostar al terrorismo por un lado y no hacer todos los esfuerzos posibles para erradicar la violencia contra las mujeres por el otro.
Carme Valls-Llobet es diputada del PSC-Ciutadans pel Canvi
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