Una ni?a motera

A los cuatro a?os le rob¨® la moto a su hermano Joan, que entonces ten¨ªa siete, y se dio una vuelta por un descampado frente a la casa de su abuela en Corbera de Llobregat (Barcelona). 'Nadie se hab¨ªa dado cuenta', relata Laia Sanz, 'hasta que me vieron con esa Montesa 25 [dise?ada para ni?os]. Entonces mis padres se llevaron las manos a la cabeza. Pero no parec¨ªan muy asustados. Sab¨ªan que un d¨ªa u otro aquello iba a ocurrir'.

La afici¨®n a las motos le lleg¨® pronto a esta piloto que ahora, ya con 16 a?os, ha ganado el pasado fin de semana su tercer t¨ªtulo mundial femenino absoluto consecutivo y liderado al equipo espa?ol, campe¨®n en el Trial de las Naciones, en Pagos de Ferreira (Portugal). En su caso vuelve a asomar la contradicci¨®n de una legislaci¨®n que no permite a los menores de 18 a?os circular con una moto -s¨®lo con ciclomotores- y de unas federaciones que, sin embargo, alientan a los ni?os a someterse a los rigores de la gran competici¨®n a pesar de los inequ¨ªvocos riesgos que entra?a.

A los 4 a?os le rob¨® a su hermano, de 7, su Montesa 25 y se fue a dar vueltas a un descampado

La historia de Laia es similar a la de otros campeones catalanes, como ?lex Crivill¨¦, Sito Pons o Toni El¨ªas- que convivieron con el olor a gasolina y la pasi¨®n por las motos casi desde la cuna. Los padres de El¨ªas le montaron en una, de juguete, antes de que caminara. Y en el caso de Laia fue su padre, Jes¨²s, un ingeniero apasionado por las dos ruedas, quien la incentiv¨® y la motiv¨® para que siguiera en su aventura trialera.

Laia no tiene carn¨¦ de conducir y, por tanto, no puede circular con la moto con la que compite, una Beta 250cc. Sin embargo, esta situaci¨®n no es nueva para ella. Tampoco a los seis a?os pod¨ªa y, en cambio, particip¨® por primera vez en el Campeonato de Catalu?a para ni?os, organizado por la federaci¨®n.

'Era la ¨²nica chica', recuerda Laia. 'Pero eso me ha estado ocurriendo durante muchos a?os. En Espa?a no hay competiciones de trial para mujeres y eso me obliga a codearme con los hombres para abrirme paso'. Lo hizo en 1998 y 1999 cuando particip¨® en los nacionales de su categor¨ªa y estuvo al nivel de los mejores chicos.

Y lo repiti¨® el a?o de su explosi¨®n, el 2000, cuando al final levant¨® la copa de ganadora en el Campeonato de Espa?a cadete. Entonces ten¨ªa s¨®lo 14 a?os. 'Y compet¨ªa ya con chicos de mi edad e incluso mayores. Pero aquello no me inquietaba', dice.

Su progresi¨®n fue brutal. Aquella misma temporada consigui¨® ya el primero de sus tres t¨ªtulos mundiales femeninos absolutos. 'Fue entonces cuando decidimos trabajar juntos con m¨¢s intesidad porque ella comenz¨® a tomarse el trial muy en serio', recuerda Joan Pons, campe¨®n europeo (1992) y tercero del Mundial (1994), su mochilero, el hombre que se ocupa de prepararle la moto.

En Pons y su padre, Jes¨²s, Laia encuentra la seguridad indispensable para afrontar las peligrosas adversidades que plantea el trial en algunas zonas. 'En las carreras femeninas no existe peligro para Laia', asevera Pons; 'sin embargo, este a?o estamos compitiendo en el Campeonato de Europa masculino y en algunos momentos ha dudado, no s¨¦ si por temor o por respeto'.

Frente a una pared rocosa de hasta ocho metros, el miedo est¨¢ ah¨ª: 'Entonces su padre se coloca al final de la zona y yo en la parte intermedia, y ella sabe que le ayudaremos si ocurre algo malo: intentaremos empujarla o le aguantaremos la moto si pierde el control'. Hasta ahora no ha sufrido accidentes serios. S¨®lo dos roturas de dedos y varias ca¨ªdas de aquellas en que la m¨¢quina da vueltas y rebotes hasta alcanzar el suelo.

Pero Laia no se conforma con el Mundial femenino. All¨ª domina a placer, es excesivamente superior a sus poco m¨¢s de 40 rivales. Ella quiere competir dentro de un par de a?os en el masculino, junto a Lampkin o Colomer. 'En el Europeo acab¨® por encima de los 25 en las dos pruebas que realiz¨®. En el Mundial lo tiene todav¨ªa crudo', reflexiona Pons; 'el nivel es alt¨ªsimo. Ser¨ªa un ¨¦xito si finalizara alguna prueba entre los diez y los quince primeros'.