El aumento de la potencia de los radares militares acaba con ballenas y delfines
Los cet¨¢ceos varados en las playas de Fuerteventura es la ¨²ltima prueba de la coincidencia de maniobras militares navales y 'despistes' de animales marinos - En julio, Bush aprob¨® el LFAS, sonar de baja frecuencia
Un total de 14 cet¨¢ceos murieron en la playa de Fuerteventura y el Ministerio de Defensa no sabe c¨®mo ha sido. Ah¨ª va una idea: sus cerebros conten¨ªan hemorragias y sus t¨ªmpanos estaban reventados.
Otra idea: de las ocho veces que ha habido cet¨¢ceos varados en Fuerteventura, en seis coincidi¨® con maniobras militares, y en las otras dos no se descarta que hubiera submarinos, seg¨²n Ricardo Sargaminaga, presidente de la Sociedad Espa?ola de Cet¨¢ceos.
M¨¢s pistas para el Ministerio de Defensa, que se descolg¨® con que 'No est¨¢ demostrado en absoluto que la muerte de los cet¨¢ceos haya sido causada por las maniobras': en marzo de 2000, 17 delfines y ballenas vararon en las Bahamas tras un guerra-ficci¨®n de la Marina americana. Todos ten¨ªan los ojos inyectados en sangre.
Que se lea, por ejemplo, el Ministerio de Defensa el art¨ªculo de Nature publicado en 1991 sobre los efectos en los cet¨¢ceos tras las maniobras militares en las islas Canarias en 1985, 1988 y 1989. O el art¨ªculo de la misma revista sobre la muerte de ballenas en Grecia tras unas maniobras de la OTAN en las que se us¨® el radar LFAS en 1998.
Que se lea el informe militar americano sobre sus experimentos en Hawai: se expusieron los cet¨¢ceos a un sonar a bajo nivel (entre 120 y 203 decibelios). Se despistaron varios hijos y en los a?os siguientes disminuy¨® la visita de ballenas hembras. Basta un sonar a 180 db para que cambie las costumbres migratorias.
Para calcular efectivamente la diferencia, hay que hacer constar que la escala de los decibelios es logar¨ªtmica; es decir un sonar a 246 decibelios representa una intensidad ac¨²stica 20.000 veces m¨¢s fuerte que un sonar a 203 decibelios.
En todas las ocasiones, los cet¨¢ceos no murieron por uma mala digesti¨®n, ni por redes pesqueros ni llevaban clavados arpones japoneses. En todos los casos sus t¨ªmpanos estaban reventados.
La frecuencia de estas muertes aumenta proporcionalmente al aumento de la frecuencia de los radares militares. En julio, la Administraci¨®n Bush aprob¨® pese a los consejos en contra de la sociedades ecologistas y cient¨ªficas una nueva frecuencia para radares, capaces de detectar hasta los submarinos dormidos en el fondo del mar a cientos de kil¨®metros. Es el sonar LFAS, que opera con 230-240 decibelios, una intensidad ac¨²stica 100.000 veces superior a cualquier motor acu¨¢tico, seg¨²n el Instituto Oceanogr¨¢fico de Mam¨ªferos.
En marzo de 1998 (la marina americana lo prueba desde 1995), un humano se expuso en aguas de Hawai al sonar LFAS s¨®lo a 120 dB.
Esta persona qued¨® gravemente desorientada y tard¨® meses en recuperarse. Aunque la alta frecuencia de los radares afecta a todo el ciclo vital marino, los m¨¢s afectados son ballenas y delfines, por ser animales ac¨²sticos. Un delf¨ªn sordo es un delf¨ªn muerto.
Estos radares ya funcionan en el 80% de los oc¨¦anos, aunque se desconoce la frecuencia empleada en las maniobras de la OTAN en aguas Canarias, donde intervinieron 50 buques, cinco submarinos y 30 aeronaves de varios pa¨ªses.
A pesar de varias demandas legales interpuestas por los ecologistas en Estados Unidos, no parece que Bush, el mismo que dijo: 'Para evitar incendios de los montes, lo mejor es cortar los ¨¢rboles', rectifique. Rectificar no es de tejanos.
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