El comienzo del fin
Hace unas semanas relataban los medios de comunicaci¨®n el hallazgo de restos humanos en el t¨¦rmino municipal de Zaldibia, restos que databan de la guerra civil espa?ola, y que al parecer pod¨ªan pertenecer a j¨®venes de Andoain. El alcalde de este ¨²ltimo municipio, de Batasuna, se traslad¨® al lugar del hallazgo, y con compa?eros de partido, ikurri?as y otras parafernalias organizaron un acto de homenaje a los gudaris.
Comentan los historiadores que los restos pertenecen probablemente a j¨®venes anarquistas de Andoain, ejecutados en la guerra civil. Dos j¨®venes vascos ejecutados por requet¨¦s vascos.
El Ayuntamiento de Hondarribi impulsa, al parecer, la instalaci¨®n de una estatua como homenaje a Sancho III de Navarra, al cumplirse mil a?os de su reinado, aduciendo que se trata del rey del primer Estado vasco. Poco importa que para los historiadores el dicho rey Sancho el Mayor fuera denominado rey de las Espa?as, que incluso ¨¦l se llamara a s¨ª mismo emperador de las Espa?as.
Ignacio de Loyola emprendi¨® el camino a la santidad y a la fundaci¨®n de la Compa?¨ªa de Jes¨²s despu¨¦s de haber ca¨ªdo herido en Pamplona al servicio de los intereses de Castilla: un guipuzcoano herido en batalla en Navarra defendiendo los intereses de Castilla.
Julio Caro Baroja escribi¨®, entre otras muchas importantes obras, una titulada La hora navarra del XVIII, en la que narra c¨®mo familias baztanesas se colocaron, llamadas por la corte, en Madrid, ocupando durante generaciones, gracias al sistema de redes familiares, altos cargos en la administraci¨®n de la monarqu¨ªa espa?ola, en el ej¨¦rcito, en las estructuras eclesiales y en la administraci¨®n de ultramar. Cuentan los historiadores que el fen¨®meno de la regeneraci¨®n de la administraci¨®n real no se reduce a familias navarras, sino que es algo extensible a las provincias vascas.
Uno de esos casos corresponde a un personaje llamado Pedro Agust¨ªn Gir¨®n y las Casas, nacido en San Sebasti¨¢n el a?o 1778, primer duque de Ahumada y padre del fundador de la Guardia Civil, quien refiri¨¦ndose a su traslado a Madrid dentro del proceso citado escribe lo siguiente: en 1783 'fui conducido a Madrid con mi aya, natural de Hendaya, como mi nodriza lo hab¨ªa sido de Zugarramurdi, ¨²ltimo lugar de Espa?a por la parte de Navarra, cri¨¢ndome as¨ª en manos de dos fronterizas. Cuando llegu¨¦ a Madrid no entend¨ªa una sola palabra de castellano, y no perdono a mi madre que me dejase olvidar el vascuence, mi lengua nativa, que muy poco me hubiera costado el conservar sabi¨¦ndolo muy bien mi madre y toda mi familia materna, pero el deseo de que yo hablase pronto y bien el castellano la llev¨® a este descuido, si as¨ª puede llamarse, que toda mi vida he sentido' (Citado seg¨²n Jos¨¦ M? Im¨ªzcoz Beunza, El patrocinio familiar. Parentela, educaci¨®n y promoci¨®n de las ¨¦lites vasconavarras en la monarqu¨ªa borb¨®nica).
En el Sal¨®n de Plenos de mi localidad natal, Andoain, se encuentran retratados en grandes medallones los prohombres nacidos o vividos en ella. Entre ellos se encuentra Agust¨ªn de Leiza y Latijera, part¨ªcipe en la aventura espa?ola de las Am¨¦ricas, explorador del norte de Argentina y fundador de San Salvador de Jujuy. Tambi¨¦n est¨¢ el gran defensor de los Fueros, el Padre Larramendi S. J., como tambi¨¦n se encuentra un Huici, secretario de Hacienda con los monarcas borbones, y el cura Orc¨¢iztegui, carlista, junto al nacionalista Lekuona.
En Los soldados de Salamina, Javier Cercas retrata a S¨¢nchez Mazas, criado desde los seis meses en Bilbao, part¨ªcipe con Mourlane Michelena del proyecto de la Roma de los Pirineos, cofundador de Falange espa?ola, as¨ª como el autor de la m¨²sica del Cara al Sol fue un Teller¨ªa de Cegama, Gipuzkoa. Y de la misma generaci¨®n son Unamuno, Baroja, Maeztu y otros muchos vascos variopintos.
Concedido que se trata de una selecci¨®n arbitraria de retazos de historia. Una muestra suficiente, sin embargo, para introducir un debate sobre el fundamento de la propuesta de Ibarretxe: la existencia desde tiempos inmemoriales de una naci¨®n vasca que lucha por su reconocimiento. Si algo caracteriza la historia vasca es su extremado car¨¢cter de h¨ªbrida, de diferencia y participaci¨®n, de impulsora de proyectos generales para Espa?a, manteniendo la reserva de una institucionalizaci¨®n privativa.
Una propuesta pol¨ªtica como la de Ibarretxe que se fundamenta en una voluntad homog¨¦nea de ser naci¨®n como Estado libre a partir de la legitimidad hist¨®rica tiene que empezar, necesariamente, por limpiar la historia de todos los testimonios hist¨®ricos que desmienten esa pretensi¨®n. Los fueros no constituyeron nunca una situaci¨®n de Estado Libre Asociado, puesto que la asociaci¨®n de v¨ªnculo por pacto en el fuero es fruto de la interrelaci¨®n hist¨®rica, de las necesidades y debilidades mutuas, es producto de una historia de profunda relaci¨®n e imbricaci¨®n mutua, y nunca resultado de la voluntad aut¨®noma de entidades mutuamente extra?as. Todo lo contrario.
La limpieza de la historia, la eliminaci¨®n de elementos considerados espurios, con la gravedad que conlleva en s¨ª misma, es a¨²n m¨¢s grave teniendo en cuenta que las personas que en el presente constituyen la sociedad vasca est¨¢n constituidas en buena parte, y ¨¦ste es un argumento nacionalista por excelencia, por sus propias referencias hist¨®ricas. Limpiar la historia implica necesariamente dividir la sociedad actual y presente, tratar de hurtar a miembros de la sociedad vasca sus referentes hist¨®ricos, robarles buena parte de su personalidad y de su identidad, y en esa medida excluirlos de la identidad nacional en la que se fundamenta la reclamaci¨®n de un Estado Libre Asociado.
A la limpieza del pasado y a la divisi¨®n del presente le acompa?a la escisi¨®n del futuro: no puede haber, seg¨²n ese planteamiento, futuro pol¨ªtico com¨²n compartido para los vascos que actualmente viven en Euskadi.
La propuesta de Ibarretxe es una propuesta que implica esas tres cosas: limpieza de la historia, divisi¨®n de la sociedad presente y escisi¨®n del futuro. Y lo es porque liquida radicalmente el elemento pol¨ªtico que hace significativo el Estatuto de Gernika: el car¨¢cter de pacto interno entre los vascos nacionalistas y los vascos no nacionalistas. Plantear un Estado Libre Asociado, vincul¨¢ndolo a la celebraci¨®n de un refer¨¦ndum en la sociedad vasca cuyo resultado prevalece por encima de cualquier otra consideraci¨®n, significa liquidar el esp¨ªritu de renuncia a estructurar institucionalmente la sociedad vasca a partir de cualquiera de los sentimientos de pertenencia particulares que existen en la sociedad vasca. Lo que vale, seg¨²n esta propuesta de Ibarretxe, es lo que una determinada mayor¨ªa en un momento determinado diga sobre la validez de un determinado sentimiento de pertenencia. Unos ganan, otros pierden. Los ganadores definen la sociedad, los perdedores se quedan sin reflejo institucional para su sentimiento de pertenencia.
Un determinado nacionalismo siempre ha buscado un sujeto pol¨ªtico distinto al sujeto definido en y por el Estatuto de Gernika. Este sujeto era un sujeto pactado, h¨ªbrido, no puro, de compromiso, no autoconstituyente. Ese nacionalismo ha buscado el momento y la forma de llegar a la autoconstituci¨®n de un sujeto claro, puro, soberano, homog¨¦neo en el sentimiento de pertenencia. Para ETA y el MLNV, ese sujeto aparece en el acontecimiento fundacional que es el nacimiento de ETA. Para otros, ese sujeto se constituye en la declaraci¨®n de Euskadi como Estado Libre Asociado sometido ¨²nicamente al resultado de un refer¨¦ndum en el que formalmente se constituye el sujeto pol¨ªtico vasco. Ambas formulaciones se dan la mano, desde sus diversos puntos de partida, en la reclamaci¨®n del derecho de autodeterminaci¨®n.
Con esta superaci¨®n del sujeto pol¨ªtico definido en el Estatuto de Gernika, un sujeto constituido por renuncias mutuas, renuncias que crean el espacio p¨²blico y pol¨ªtico de convivencia de los diferentes sentimientos de pertenencia, Ibarretxe cree poner la base definitiva para superar la violencia. Esta forma de superar la violencia implica hacerlo a cuenta de la divisi¨®n de la sociedad vasca, a cuenta de instaurar dos clases de ciudadan¨ªa: la de aquellos que votando s¨ª al Estado Libre Asociado en el refer¨¦ndum se constituyen en sujeto pol¨ªtico pleno, declarando su pertenencia exclusiva a la comunidad pol¨ªtica vasca, gozando de plenos derechos pol¨ªticos -votar al Parlamento vasco y decidir as¨ª la formaci¨®n del Gobierno vasco-; y la de quienes quedando fuera del sujeto pol¨ªtico pleno por no querer someterse a la obligaci¨®n de optar por la exclusividad vasca o espa?ola, no podr¨ªan participar de lleno en la comunidad pol¨ªtica vasca constituida por los que desean pertenecer en exclusiva a ella.
Esta forma de acabar con la violencia, de conseguir la paz, significa, en palabras sencillas, lo siguiente: para que ETA deje de matar a los no nacionalistas es preciso que los nacionalistas consigan todo lo que quieren, con camuflaje o sin ¨¦l, dejando con una ciudadan¨ªa de segunda clase a aquellos que han sido las v¨ªctimas de la violencia de ETA. Tremendo. De esta forma se hurta todo significado pol¨ªtico a las v¨ªctimas del terrorismo, se les niega a ¨¦stas su verdad: haber sido asesinadas por no tener lugar en el proyecto de sociedad vasca radicalmente nacionalista. De esta forma todos los discursos de cercan¨ªa con las v¨ªctimas se convierten en puro escarnio. De esta forma se vuelve a matar a las v¨ªctimas, creando una Euskadi en la que no tienen lugar alguno.
La voluntad de que las futuras generaciones de vascos y vascas no tengan que seguir viviendo con el problema de la violencia es algo que se debe dar por supuesto en todos los partidos democr¨¢ticos vascos. Esa voluntad no diferencia en nada a Ibarretxe de los partidos constitucionalistas. La ¨²nica diferencia radica en que muchos no est¨¢n dispuestos a que por una supuesta desaparici¨®n de la violencia, no garantizada de ninguna forma por la propuesta de Ibarretxe, las generaciones futuras de vascos y vascas tengan que asumir la verg¨¹enza de vivir una paz comprada con favores pol¨ªticos, con la divisi¨®n de la sociedad vasca, con el desprecio de las v¨ªctimas y de su verdad.
Como creo que todo esto es impensable en un contexto de cultura democr¨¢tica, como creo que en alg¨²n lugar debe existir nervio moral suficiente para reconocer que m¨¢s importante que la intencionalidad pol¨ªtica del terrorismo de ETA es el significado pol¨ªtico y la verdad de las v¨ªctimas, como creo que es imposible construir naci¨®n c¨ªvica bajo estos supuestos, como creo que sin sociedad no hay naci¨®n, como creo que sociedad dividida es lo contrario de construcci¨®n de naci¨®n c¨ªvica, en la propuesta de Ibarretxe en lugar del comienzo de un nuevo camino est¨¢ inscrito el comienzo del fin: la sociedad vasca, por mucho que mayoritariamente haya aprendido a mirar a otro lado para poder sobrevivir, no lo podr¨¢ hacer si a la tensi¨®n de la amenaza terrorista se le a?ade la tensi¨®n de escisi¨®n contenida en esta propuesta de Ibarretxe. La historia no juzga las intenciones de los gobernantes, sino los efectos que causan en las sociedades que gobiernan. A esa historia me remito.
Joseba Arregi fue consejero de Cultura del Gobierno vasco y parlamentario por el PNV.
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