Las lecciones del tiempo viajado
Cees Nooteboom no ha parado de viajar por todo el mundo, desde los 20 a?os, y es raro el libro suyo, incluidas sus novelas, que no refleje alg¨²n aspecto de esa experiencia. El para¨ªso est¨¢ aqu¨ª al lado, su primera novela, es un viaje en autoestop por Europa; ya desde el mismo t¨ªtulo, En las monta?as de Holanda es la evocaci¨®n de otra geograf¨ªa; en La historia siguiente, el protagonista se acuesta en Amsterdam y se despierta en un hotel de Portugal; en Mokusei, con el pretexto de un reportaje tur¨ªstico, un fot¨®grafo busca en Jap¨®n un punto estable del universo; en El d¨ªa de todas las almas, el amor arrastra a un reportero de Berl¨ªn a Madrid.
Nooteboom es un autor cosmopolita, n¨®mada por pasi¨®n, hu¨¦sped infatigable de hoteles; al cabo de los a?os afirma que viajar es 'una permanente transacci¨®n con los dem¨¢s'. Hay que haber viajado mucho, en efecto, para articular una apreciaci¨®n tan concluyente, que no rechazar¨ªa el turista curtido en aeropuertos, pero tampoco el sedentario m¨¢s poltr¨®n. Viajar, sobre todo, es habituarse a lo inesperado; y antes de nada, optar por el movimiento. La existencia, recuerda Nooteboom, es movimiento, y el propio mundo es un viajero 'en un universo que viaja sin cesar'. Pero un viaje sin relato, sin reflexi¨®n, es una acci¨®n ininteligible. As¨ª el movimiento necesita de la calma, para que la memoria, sometida a la escritura, ordene la multiplicidad de sensaciones del viaje y lo convierta, al fin, en cr¨®nica, es decir, en meditaci¨®n y testimonio.
HOTEL N?MADA
Cees Nooteboom Traducci¨®n de Isabel-Clara Lorda Vidal Siruela. Madrid, 2002 214 p¨¢ginas. 23,50 euros
Hotel N¨®mada re¨²ne una docena de textos, que abarcan m¨¢s de treinta a?os de vida err¨¢til, ajustados a esa ¨ªndole bic¨¦fala. Hay cr¨®nicas de viaje, que tambi¨¦n son an¨¢lisis pol¨ªticos, a pa¨ªses y territorios cuyo sentido del tiempo no coincide con el nuestro: la calurosa y fantasmal Gambia, los 'excesivos pa¨ªses' que componen Mal¨ª, el S¨¢hara con su suave voluptuosidad, Bolivia en el a?o de la muerte del Che, el M¨¦xico de las piedras indescifrables con su Museo de Antropolog¨ªa, donde 's¨®lo un perro podr¨ªa caminar por aqu¨ª sin inmutarse'. Y, junto a la relaci¨®n del viaje, reflexiones sobre la condici¨®n del viajero, que en conjunto trazan un autorretrato del autor. Explorador de lo desconocido, como todo viajero, Nooteboom es un n¨®mada en perpetua atenci¨®n de la palabra, y construye su propio hotel imaginario, erradicado de molestias y equ¨ªvocos: 'Soledad, silencio, meditaci¨®n, sue?o. Para eso pago yo'. Pero en los viajes el dinero no lo puede comprar todo.
No se ha dicho con suficiente
intensidad que el viajero actual es un hombre con reminiscencias de epopeya, que no puede sustraerse al modelo del siglo XIX. Para escapar a esta influencia, Nooteboom articula sus textos como reportajes, pero no puede evitar su moral europea ('siempre, est¨¦s donde est¨¦s, las personas se descalifican las unas a las otras por el motivo que sea'), o bien se deja llevar por la precaria sugesti¨®n ('veo a la mujer m¨¢s bella que he visto en mi vida'), y cuando cita, por dos veces, 'Funes el memorioso', por dos veces su memoria le confunde: Funes no muere por acumulaci¨®n de recuerdos, sino de una trivial congesti¨®n pulmonar.
Hotel N¨®mada no es un libro para asombrar, pues Nooteboom es un viajero demasiado privilegiado, que se mueve en las salas de espera de palacios presidenciales, en hoteles de lujo -su descripci¨®n del Ritz de Barcelona se puede leer como un itinerario por los espejos de la autocomplacencia- y con gruesos libros de fotograf¨ªas. Pese a la acomodada distancia, cuando toca la materia de la desgracia, como en Bolivia, amarga, su prosa se desv¨ªa del gusto metaf¨ªsico y ofrece una severa impugnaci¨®n del 'pa¨ªs m¨¢s triste de las Am¨¦ricas'. Pero esa cr¨®nica tiene hoy m¨¢s de treinta a?os. Nooteboom ahora est¨¢ m¨¢s interesado en contarnos el viaje alrededor de su cuaderno de notas. El viajero escribe sobre el viajero, como la mano que se dibuja a s¨ª misma del grabado de Escher.
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