Cl¨¢sicos sin clasicismo
Seg¨²n el Diccionario de 1884, el clasicismo ser¨ªa 'el car¨¢cter de la literatura greco-romana en la antig¨¹edad gent¨ªlica, a diferencia del de la literatura informada por el esp¨ªritu y gusto de la civilizaci¨®n cristiana'; pero a?ade esta nueva acepci¨®n: 'Sistema y conjunto de doctrinas de los autores cl¨¢sicos, o sea de aquellos cuyas obras se consideran modelos dignos de imitaci¨®n y forman autoridad'. Paralelamente, y para acordar con ella la de cl¨¢sico, afirma que lo es cuanto en arte constituye modelo. (...)
La discordancia entre el desprestigio de lo cl¨¢sico, identificado durante el siglo XIX con la frialdad neocl¨¢sica, y la honra que aquel t¨¦rmino pod¨ªa aportar a una literatura moderna motiv¨® la lentitud del proceso que conducir¨ªa a poder hablar de cl¨¢sicos espa?oles (o castellanos, como atendiendo a la lengua se denominaba desde 1913 una reputada colecci¨®n de textos, abierta con la edici¨®n del Cid -nada menos 'cl¨¢sico'- por Men¨¦ndez Pidal). Men¨¦ndez Pelayo hab¨ªa asumido la contradicci¨®n en bastantes lugares de su obra ingente, haciendo gala de su hoy cada vez m¨¢s olvidado br¨ªo intelectual. En su discurso de recepci¨®n de Rodr¨ªguez Mar¨ªn (1907) en la Real Academia, y elogiando la F¨¢bula de Genil de Pedro Espinosa, afirm¨® que 'esta pieza l¨ªrica, tan cl¨¢sica en fondo y forma, aunque no del m¨¢s puro y aut¨¦ntico clasicismo, sedujo por su pompa y lozan¨ªa a los grandes poetas de la ¨¦poca rom¨¢ntica'. As¨ª, pues, lo no puramente cl¨¢sico pod¨ªa ser cl¨¢sico para don Marcelino: una aparente logomaquia con la cual se pretend¨ªa afirmar que el gran poeta antequerano es tan cl¨¢sico en nuestra literatura como Horacio en la latina. Y eso, sin estar sometida a moldes antiguos, aunque, claro es, sin desconocerlos. (...)
Pero ese car¨¢cter mod¨¦li-
co no es f¨¢cil de demostrar en la obra de Rojas; hace siglos que dej¨® de ser paradigma para constituirse en parte, fundamental, eso s¨ª, pero, al fin, parte de un organismo literario por ella fundado, que en ciertos momentos la imit¨® y que luego evolucion¨® y se extingui¨®, no sin haberse integrado en la savia de otros g¨¦neros. En cierto modo, una obra cl¨¢sica jam¨¢s perece, de igual modo que por la humanidad sigue circulando sangre de los primates. En cuanto a su perennidad, preveng¨¢monos anteponi¨¦ndole un 'hasta ahora'.
La audaz adscripci¨®n de grandes escritores nuestros a un clasicismo espa?ol no fue resolutiva: Men¨¦ndez Pelayo la us¨® pero no hizo de ello cuesti¨®n taxon¨®mica doctrinal. Y la asociaci¨®n de lo cl¨¢sico con el clasicismo antiguo, sobre todo con las reglas establecidas por los preceptistas, sigui¨® perviviendo. As¨ª, Ortega y Gasset afirmaba en 1925: 'Pocas cosas pueden orientar tan delicadamente sobre la diferencia entre los destinos de Espa?a y Francia como la diferencia de estructura entre el teatro cl¨¢sico franc¨¦s y el nuestro castizo. No llamo tambi¨¦n cl¨¢sico a ¨¦ste porque, sin mermar porci¨®n alguna de su valor, es forzoso negarle todo car¨¢cter de clasicismo. Se trata ante todo, de un arte popular y no creo que haya en la historia nada que siendo popular haya resultado cl¨¢sico'.
El tiempo ha ido condu-
ciendo la terminolog¨ªa hacia su estado actual: toscamente definida, nuestra literatura cl¨¢sica es la escrita entre los siglos XVI Y XVII, (...) y esa nota de nobleza recae en escritores y textos de una determinada ¨¦poca, sin examen de su calidad. (...) Cuando hablamos de cl¨¢sicos espa?oles nos estamos refiriendo inequ¨ªvocamente a escritores de las antedichas dos centurias. Sin que ello autorice a hablar de clasicismo espa?ol: la noci¨®n de clasicismo implica homogeneidad porque tiene fundamento est¨¦tico, mientras que es patente en nuestros cl¨¢sicos la diversidad en g¨¦neros y procedimientos formales. Su 'clasicismo' originario refiere a escritores que compusieron con los grandes latinos o neolatinos a la vista, y en hacerlo mediante la imitatio postulada por Petrarca, tal como fue practicada por los l¨ªricos desde Garcilaso, y cuya cima alcanz¨® fray Luis. Pero estaban flanqueados y seguidos a la vez por narradores y dramaturgos nada 'cl¨¢sicos', y que hoy estimamos como tales.
Real Academia Espa?ola.
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