Protagonistas
Veinticinco a?os no son nada y a¨²n as¨ª, dan para mucho. El Pa¨ªs Valenciano as¨ª lo puede atestiguar si repasa este cuarto de siglo que ahora acaba y que vio luz aquel m¨ªtico 9 de octubre de 1977. Ha transcurrido desde entonces un largo per¨ªodo de tiempo, lo suficientemente generoso e intenso, tal vez demasiado, como para no aventurar alg¨²n tipo de lectura pol¨ªtica que pueda explicar las transformaciones acaecidas que han facilitado el arreglo de fachada y cimientos de este pa¨ªs. En efecto, mi intenci¨®n es aprovechar estas l¨ªneas para brevemente exponer mi lectura que, c¨®mo no, intenta dar acomodo al papel jugado por el valencianismo.
Si bien el valencianismo no ha llegado, hasta fechas m¨¢s recientes, a operar electoralmente como oferta pol¨ªtica diferenciada y con unos m¨ªnimos resultados municipales como aval de competitividad, s¨ª que desde los inicios de la transici¨®n tuvo un protagonismo p¨²blico nada desde?able que no podemos obviar. No entrar¨¦ en detalles, pero cierto es que buena parte de la ¨¦lite antifranquista valenciana se vio seducida por la modernidad que supo aportar aquella generaci¨®n universitaria de los sesenta, que cont¨® con el magisterio de Fuster.
El valencianismo era, por entonces, el proyecto modernizador y regenerador que demandaban buena parte de los sectores m¨¢s din¨¢micos de este pa¨ªs, el ¨²nico con garant¨ªas de seducci¨®n y posible ¨¦xito. Eran tiempos en los que no se pod¨ªa contrastar esta intuici¨®n mediante unas elecciones y, por tanto, calibrar su efectividad. Pero s¨ª que al menos podemos afirmar que atrajo a su seno a toda la ¨¦lite que despu¨¦s estuvo llamada a abrir la transici¨®n, gestionar la incipiente democracia y recuperar la Generalitat.
Como bien es sabido, el valencianismo fracas¨® electoralmente en todos y cada uno de los comicios que se celebraron con la vuelta de las libertades, pero su capacidad de seducci¨®n impregn¨® a buena parte del sistema pol¨ªtico valenciano, no dejando a nadie indiferente sobre sus propuestas. Algunos lo explican con t¨¦rminos como transversalidad, entrismo y otros fen¨®menos por el estilo tan al uso en los ochenta.
Sea lo que fuere, en aquellos primeros a?os de la transici¨®n, y ante el descalabro electoral antes comentado, se hizo un trabajo m¨¢s que aceptable, desde la sociedad civil, universidad, asociaciones culturales y tambi¨¦n desde aquellos reductos institucionales en los que se refugi¨® el valencianismo pol¨ªtico, para que los m¨ªnimos de aquel proyecto regenerador de or¨ªgenes universitarios tuvieran su parte de ¨¦xito, que lo tuvo. Eso explicar¨ªa el hecho de que ahora tengamos el Estatuto de Autonom¨ªa que tenemos, que da juego a la identidad valenciana y encauza institucionalmente nuestra realidad particular, con un autogobierno impensable vista la demanda popular de entonces y con la oficializaci¨®n del valenciano y su recuperaci¨®n como lengua de uso administrativo, educativo y social. Todo estos logros eran, justamente, la base central del programa de valencianismo nacido en los sesenta.
A¨²n as¨ª, tenemos que ser sinceros y reconocerlo. Nunca, por aquel entonces, en el conjunto de la sociedad valenciana, hubo los anhelos suficientes que justificaran llevar a la pr¨¢ctica buena parte de estas propuestas del valencianismo. Pero, como hemos visto, algunas se han materializado. Y ha sido as¨ª porqu¨¦ el valencianismo, adem¨¢s de actuar -en parte- como envoltorio cultural de la izquierda como lo fue el conocido blaverismo de la derecha (lo que m¨¢s o menos favoreci¨® su operatividad), supo recuperarse y crecer desde su refugio institucional para condicionar con el paso del tiempo la pol¨ªtica ind¨ªgena con su presencia p¨²blica, cre¨¢ndose su propio espacio social y electoral y ampliando la base de acci¨®n de sus propuestas. El valencianismo, con su protagonismo, ha hecho que este pa¨ªs bascule, aunque todav¨ªa no en la medida de lo esperado, hacia planteamientos m¨¢s valencianistas, que ciertamente ahora, en el 2002, s¨ª que justificar¨ªan lo que hace veinticinco a?os no lo pod¨ªan hacer.
O si no, a santo de qu¨¦ ahora se enzarzan todos los partidos a discutir sobre una reforma de l'Estatut, cuando contin¨²a totalmente desaprovechado y tiene a¨²n unas potencialidades insospechadas que no han sido desplegadas por el hecho antes comentado. O si no, a santo de qu¨¦ el requisito ling¨¹¨ªstico ha marcado el debate p¨²blico durante meses y as¨ª continuar¨¢. O si no, a santo de qu¨¦ el discurso del agravio territorial y de la discriminaci¨®n ejercida por el estado ha ido ganando protagonismo con el paso del tiempo. O si no, a santo de qu¨¦ se inventan muletillas al estilo del poder valenciano y otros maravillas de la ret¨®rica. O si no, a santo de qu¨¦ algunos critican la huida de Zaplana a Madrid cuando su antecesor hizo algo parecido.
Son muchos los ejemplos que podr¨ªamos citar para demostrar que el valencianismo est¨¢ condicionado en gran medida la pol¨ªtica de este pa¨ªs y ha obligado a la competencia a tomar en consideraci¨®n este discurso. Es m¨¢s, un conocido m¨ªo, m¨¢s de una vez, me ha comentado que el valencianismo, para su peso electoral, hab¨ªa estado sobredimensionado social y pol¨ªticamente durante los ochenta y noventa. Parte de raz¨®n ten¨ªa, pero puedo decir que esto se deb¨ªa a la particularidad identitaria de este pa¨ªs, a que no somos ni carn ni peix, sobredimensi¨®n que con el paso de tiempo vamos corrigiendo. Cada d¨ªa m¨¢s, el equilibrio entre peso electoral, representaci¨®n institucional y dimensi¨®n social del valencianismo es m¨¢s patente. Y s¨®lo faltar¨¢ validarlo en las pr¨®ximas auton¨®micas para que el valencianismo se resarza y abra otra nueva ¨¦poca en la pol¨ªtica valenciana, dejando atr¨¢s ese desajuste del proyecto valencianista, para mantener, ahora s¨ª, un equilibrio acompasado con la representaci¨®n institucional, creciente y m¨¢s influyente.
El valencianismo ha marcado, en cierta medida, la pol¨ªtica valenciana de los ¨²ltimos veinticinco a?os, se quiera o no. Le ha costado, pero lo ha hecho, obligando a todos los actores a posicionarse en torno a este eje. Ahora, resarcidos del pecado original, sabedores de que no podemos caer en los mismos errores, y con un discurso y una base social consolidada, es hora de que el valencianismo d¨¦ el salto institucional que permita consolidar el camino recorrido, para continuar siendo, cada vez m¨¢s, protagonistas de nuestro presente.
Pere Mayor es presidente del Bloc
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