Terror y lentejas
PARA SER INSTITUCIONALMENTE operativo y ajustado a derecho, el nuevo pacto pol¨ªtico de libre asociaci¨®n y soberan¨ªa compartida del Pa¨ªs Vasco con Espa?a propuesto por el lehendakari Ibarretxe exigir¨ªa una voladura controlada parcial de la Constituci¨®n de 1978. Los argumentos utilizados para forzar el supuesto encaje constitucional de esa reforma derogatoria del Estatuto de Gernika niegan la evidencia: la creaci¨®n de un Poder Judicial aut¨®nomo capaz de agotar todas las instancias procesales dentro del Pa¨ªs Vasco o el pase foral dirigido a que 'las normas jur¨ªdicas externas' (procedentes de las Cortes Generales y la Uni¨®n Europea) carezcan de fuerza ejecutiva si afectan a competencias exclusivas hasta que las ratifique el Parlamento de Vitoria no tienen cabida dentro del ordenamiento espa?ol.
Los obst¨¢culos jur¨ªdico-constitucionales para que la propuesta de Ibarretxe superadora del Estatuto de Gernika pudiera llegar a puerto por los cauces de la legalidad vigente no parecen sorteables
Ibarretxe ha anunciado el prop¨®sito de desarrollar su audaz iniciativa pol¨ªtica 'mediante la v¨ªa procedimental contemplada en las normas estatutarias y constitucionales vigentes'. Si el lehendakari hiciese honor a su palabra, la propuesta del nuevo pacto pol¨ªtico estar¨ªa condenada al fracaso. La coalici¨®n vasca de Gobierno, formada por 33 representantes del nacionalismo moderado y 3 diputados de Izquierda Unida, ni siquiera dispone en el Parlamento de Vitoria de la mayor¨ªa absoluta -38 esca?os- requerida por el art¨ªculo 46 del Estatuto de Gernika para reformar su texto. Resulta inimaginable, de a?adidura, que las Cortes Generales -donde el PP tiene mayor¨ªa absoluta- pudieran votar la preceptiva ley org¨¢nica ratificadora de una reforma estatutaria aprobada previamente en Vitoria con la oposici¨®n de los populares. Tambi¨¦n cabe descartar que PP y PSOE promovieran la tramitaci¨®n parlamentaria de la revisi¨®n constitucional imprescindible para la aplicaci¨®n del pacto pol¨ªtico: aprobaci¨®n por los dos tercios del Congreso y el Senado, disoluci¨®n de las Cortes, ratificaci¨®n por las nuevas C¨¢maras y refer¨¦ndum popular.
Existen indicios, sin embargo, de que el escrupuloso respeto a la legalidad prometido por Ibarretxe podr¨ªa permitirse ciertas alegr¨ªas. Por lo pronto, la benevolente inclinaci¨®n del lehendakari a escuchar a populares y socialistas en el Parlamento de Vitoria no implica que est¨¦ dispuesto a tomar sus opiniones m¨ªnimamente en cuenta; si lo hiciera -aclara-, los nacionalistas quedar¨ªan encadenados 'al fondo del pozo'. Ibarretxe tambi¨¦n puede lograr la mayor¨ªa absoluta parlamentaria con el apoyo de Batasuna. Y si las Cortes Generales rechazasen el pacto pol¨ªtico aprobado por la C¨¢mara de Vitoria con los votos a favor de Batasuna y la oposici¨®n de PP y PSOE o se negasen a poner en marcha el indispensable proceso de revisi¨®n constitucional paralelo, existir¨ªa todav¨ªa una v¨ªa de escape; seg¨²n Ibarretxe, el asunto sometido a consulta en el refer¨¦ndum vasco no tendr¨ªa que ser necesariamente 'el pacto pol¨ªtico alcanzado con el Estado' mediante los procedimientos legales previstos por la Constituci¨®n: tambi¨¦n podr¨ªa referirse al proyecto aprobado ¨²nicamente por la C¨¢mara de Vitoria.
Hay razones para temer que Ibarretxe no convoque a sus interlocutores del Parlamento vasco o de las Cortes Generales a una negociaci¨®n pol¨ªtica, basada en el di¨¢logo, la argumentaci¨®n y las concesiones, sino que les env¨ªa un contrato de adhesi¨®n para su firma obligatoria. La tentativa de abstraer pulcramente la iniciativa orientada a superar el estatuto del sangriento horizonte de los cr¨ªmenes y amenazas terroristas resulta vana. La conminatoria presentaci¨®n por el lehendakari del pacto pol¨ªtico como un plato de lentejas que los invitados s¨®lo pueden aceptar o rechazar es el reverso del dilema paralelo que les obligar¨ªa a tener que elegir entre las reivindicaciones pac¨ªficas de los nacionalistas moderados por las buenas y las exigencias violentas de los nacionalistas radicales por las malas. Una eventual tregua temporal de ETA, condicionada en su duraci¨®n al ¨¦xito final del pacto pol¨ªtico, plantear¨ªa de nuevo esa mentirosa disyuntiva a las fuerzas democr¨¢ticas.
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