El Pe?¨®n, atrapado entre Vitoria y Rabat
Que las negociaciones entre Madrid y Londres sobre Gibraltar no van bien es cosa sabida. Pero por detr¨¢s de algunos puntos resolubles (como la cuesti¨®n de la soberan¨ªa compartida sobre la base, aunque el control operativo de estas instalaciones siga siendo brit¨¢nico) se han levantado muros. Los brit¨¢nicos tienen un problema de opini¨®n p¨²blica. Pero mayores a¨²n son las dificultades que le han surgido al Gobierno espa?ol con la renovada reivindicaci¨®n marroqu¨ª sobre Ceuta y Melilla tras -o por- el incidente de Perejil, y, sobre todo, la propuesta de Ibarretxe de una 'soberan¨ªa compartida' para, y consulta en, el Pa¨ªs Vasco. Los brit¨¢nicos se han comprometido a tomar en cuenta los deseos de los gibraltare?os, pero la posici¨®n espa?ola evita toda medida que pueda interpretarse como un reconocimiento de un derecho de autodeterminaci¨®n. Claro que el refer¨¦ndum, sin base legal, que ha convocado Peter Caruana en Gibraltar para el 7 de noviembre, se va a pronunciar sobre un acuerdo que no se sabe c¨®mo ser¨¢, ni siquiera si ser¨¢.
?Requerir¨ªa un cambio de la Constituci¨®n una soberan¨ªa compartida hispano-brit¨¢nica sobre Gibraltar? Es cuesti¨®n compleja que no se ha llegado a abordar, aunque la primera aproximaci¨®n ser¨ªa: no necesariamente. Se podr¨ªa resolver, al menos en un primer estadio, a trav¨¦s de un tratado internacional. Cuando se habla de 'soberan¨ªa compartida', adem¨¢s de la Uni¨®n Europea, Andorra es el ejemplo habitual que se suele citar, pese a que, antes de su independencia, era una seudo cosoberan¨ªa. En materia de soberan¨ªa compartida con otro pa¨ªs, o, m¨¢s precisamente, condominio, Espa?a cuenta con un precedente, o un vestigio, con Francia, por turnos semestrales: la isla de los Faisanes, en el Bidasoa (que los abertzales reclaman como territorio vasco).
Formalmente, lo que plantea Ibarretxe ser¨ªa muy diferente del caso gibraltare?o, pues no ser¨ªa un acuerdo entre Estados sobre un determinado territorio, sino de territorio a Estado. Pero la terminolog¨ªa, la carga el diablo, aunque una misma expresi¨®n pueda significar cosas bien distintas. Sea cual sea el objetivo, la propuesta del lehendakari est¨¢ muy medida: no reclama para el Pa¨ªs Vasco una condici¨®n de Estado (pues debe de saber que esto le obligar¨ªa a salir y, si acaso, volver a entrar en la UE), sino un 'estatus de libre asociaci¨®n con el Estado' y de 'regi¨®n o naci¨®n asociada' con la Uni¨®n Europea, que habr¨ªa que inventar en la nueva reforma que est¨¢ abordando la Convenci¨®n sobre el Futuro de Europa.
Hay un problema emergente con las regiones; con algunas. Pues, tras la pr¨®xima ampliaci¨®n que la Comisi¨®n Europea propondr¨¢ el mi¨¦rcoles que se haga a 10 pa¨ªses, de los 25 Estados miembros con que contar¨¢ la UE, 12 tendr¨¢n una poblaci¨®n superior, por ejemplo, a la de Catalu?a (y seis a la del Pa¨ªs Vasco). ?Importa? Cabe pensar que los intereses de todos est¨¢n mejor defendidos a trav¨¦s de un Estado grande si ¨¦ste articula bien internamente la participaci¨®n de las regiones en la conformaci¨®n de la voluntad espa?ola en la UE. No es cuesti¨®n de que la Convenci¨®n ignore esta cuesti¨®n (aunque el Gobierno no ha querido que se formase un grupo de trabajo espec¨ªfico al respecto), sino, sobre todo, de que Espa?a lo resuelva en su fuero interno.
En el horizonte aparecen tambi¨¦n Ceuta y Melilla, cuesti¨®n distinta de la de Gibraltar. Pero era de esperar que Rabat sacara su reivindicaci¨®n a la luz de los avances sobre el Pe?¨®n (y de las dificultades generales entre Marruecos y Espa?a). La cuesti¨®n no desaparecer¨¢. Claro que entre Ibarretxe y Benaissa pueden hacer muy dif¨ªcil, por no decir imposible, un acuerdo sobre Gibraltar. Caruana, sin buscarlo, tiene en ellos sus mejores aliados. Todo se complica. En tal coyuntura, no resulta sorprendente que el Gobierno espa?ol no parezca ahora tener prisa en llegar a un acuerdo con Londres. Pero en esta situaci¨®n, lo importante no es Gibraltar. Disculpen.
aortega@elpais.es
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