Lula, Ch¨¢vez,Josemar¨ªa
Me gusta Lula por ese nombre de mulatita oscilante de R¨ªo; por el recuerdo de Lula de Lara, jefa en la Secci¨®n Femenina, junto a Pilar Primo de Rivera: una buena amiga falangista. Se tiene amigos aparte de su afiliaci¨®n, incluso de su acci¨®n. Ahora que santifican a ese hombre recuerdo que uno de los suyos me ofreci¨® un cargo, y yo le dije: 'Sabes de sobra que no tengo nada que ver con vosotros'. 'Eso no nos importa'. 'M¨¢s claro: que soy un ateo tranquilo'. 'Eso crees: tal como eres, tienes todas las virtudes de un creyente'. Me lo han dicho otras veces y siempre me he enorgullecido por lo que era su elogio. (Quitemos los antifaces: ¨¦l era Enrique Gim¨¦nez Arnau y el cargo era la direcci¨®n de Informaciones, que era un peri¨®dico importante).
Tengo ahora amigos entre los que fueron a Roma a la santificaci¨®n y los quiero: yo s¨¦ que sus virtudes podr¨ªan ser las de un ateo, si tuvieran un poco de fe en la nada. Con estos rasgos autobiogr¨¢ficos se entender¨¢ mejor que me guste Lula porque me sugiere una danzarina de carnaval y una falangista de acci¨®n; se a?ade que le han izado los pobres, y ser pobre en Brasil es grav¨ªsimo. Pero entre mi retratillo a l¨¢piz est¨¢ una socarroner¨ªa de aldeano, de mis antepasados de Tierra de Campos, de un pueblo al que a¨²n llaman 'el de los jud¨ªos' (aqu¨ª dejo el antifaz), que me hace pensar que si realmente fuese a hacer una rep¨²blica de pobres no habr¨ªa llegado a ser candidato. Y, presidente, no habr¨ªa podido hacer sus mejoras, como no puede hacerlas Ch¨¢vez, continuamente asediado, insultado en los peri¨®dicos del mundo. Un candidato popular nunca sale de las urnas, a no ser por equ¨ªvocos gigantes. La democracia es as¨ª: se enga?a a los votantes antes de que lleguen a las urnas. No se hace la trampa con la papeleta, sino con la persona. Y los candidatos entre los que se puede elegir tienen una uni¨®n hipost¨¢tica, de Sant¨ªsima Dualidad, por medio de pactos y palabras sacras. Esto, claro, requiere un grado de civilizaci¨®n pol¨ªtica; en pa¨ªses m¨¢s inteligentes, como Marruecos, a¨²n se manipulan las papeletas y se encuentra el resultado querido. El islamismo real es como el catolicismo aznarista (retuerzo esta columna como si fuera salom¨®nica): es como el Opus gubernamental: 'Se rumorea' que los altos cargos del Gobierno o emparentados han recibido instrucciones de no estar juntos en las ceremonias, ni siquiera por las calles de Roma, sino como individuos aislados. ?Es tan del Opus ese disimulo! Qu¨¦ ingenuidad.
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