Predicado sin sujeto
La semana pasada publiqu¨¦ una columna en la que hac¨ªa una primera valoraci¨®n del plan presentado por el lehendakari Ibarretxe en el debate de pol¨ªtica general del Parlamento vasco. Varias personas se han interesado por el t¨ªtulo de dicha columna -El sujeto, est¨²pidos'- al considerarlo especialmente duro, a¨²n compartiendo la cr¨ªtica que la misma conten¨ªa. Pues bien, nada m¨¢s lejos de mi intenci¨®n que insultar a nadie. Ese t¨ªtulo era un gui?o basado en un conocido motto popularizado por Bill Clinton durante su campa?a a la presidencia de Estados Unidos: '?Es la econom¨ªa, est¨²pido!' Con este lema Clinton puso en el centro del debate una cuesti¨®n fundamental que los republicanos intentaban por todos los medios evitar, la mala situaci¨®n de la econom¨ªa. De igual modo, mi pretensi¨®n era la de llamar la atenci¨®n sobre la principal debilidad del plan de Ibarretxe: la imposibilidad de concebir un sujeto pol¨ªtico sobre el que dicho plan pueda sustentarse. Debilidad infinitamente m¨¢s determinante que la cuesti¨®n de su encaje en la Constituci¨®n. Pues en las condiciones actuales el nacimiento y la constituci¨®n de un sujeto pol¨ªtico no puede producirse mediante la ces¨¢rea de la violencia, pero tampoco mediante la epidural de la ingenier¨ªa jur¨ªdico-pol¨ªtica.
Este domingo hemos sabido que el lehendakari ha expresado a un grupo de periodistas su firme confianza en hallar apoyos a su proyecto en amplios sectores sociales, tambi¨¦n entre no nacionalistas. Pero el caso es que Anasagasti escrib¨ªa este mismo domingo en Deia: 'Nos queda pues un arduo trabajo de recuperar a quienes son propensos a entender nuestras propuestas, sobre todo despu¨¦s de comprobar c¨®mo Llamazares, Sartorius, Maragall, Madina, Tusell, Aguilar, Carnicero, Gabilondo, Mar¨ªa Antonia Iglesias y varios m¨¢s han recibido la propuesta del lehendakari tan de u?as. En unas horas nos hemos quedado sin nadie'. As¨ª est¨¢n las cosas. El pacto de libre asociaci¨®n no s¨®lo ha conocido el rechazo de 'los de siempre'. ?No es este suficiente indicador de su fragilidad? Salvo los muy pero que muy convencidos, representados por los reunidos en Altube, la mayor¨ªa de la sociedad vasca se sit¨²a ante el plan de Ibarretxe entre el turur¨² de quienes ya la han rechazado -en sus dos versiones: la imperial(ista) de Villar y la mercantilista de D¨ªaz Usabiaga, que no quiere la 'mercanc¨ªa averiada' que se le ofrece- y el dejebe tu dejebe con que en la fastuosa vi?eta de Forges respond¨ªa un hastiado ciudadano a la pregunta del entrevistador: '?Usted ser¨ªa partidario de un estado libre asociado cosoberanizante en un marco plurinacional ib¨¦rico aserej¨¦ ja dej¨¦?'. No hay sujeto pol¨ªtico para tan ambicioso plan, y esta ausencia no se resuelve con m¨¢s predicaciones, ni siquiera si estas adoptan, como apuntaba Anasagasti, la forma de 'dec¨¢logo'.
As¨ª y todo, el plan de Ibarretxe parece indicar que en el nacionalismo vasco gobernante existe, por primera vez en su historia, una convicci¨®n dominante de que el futuro del autogobierno vasco est¨¢ inexorablemente vinculado a Espa?a, siendo el c¨®mo de esa vinculaci¨®n lo que quiere discutirse, no la vinculaci¨®n como tal. De ah¨ª el desprecio con que Otegi se despach¨® en el debate del Parlamento diciendo que Ibarretxe pretende 'arreglarle Espa?a' al PP. Por eso sostengo que este proyecto entronca con el plan Ardanza y rompe con Lizarra. Si as¨ª fuera, si realmente se est¨¢ abriendo paso en el nacionalismo una forma de pensar la soberan¨ªa distinta de la tradicional, la respuesta de los dos grandes partidos espa?oles deber¨ªa tener la suficiente firmeza como para impedir al nacionalismo vasco esperar m¨¢s apoyo que el que actualmente tiene para lo que en estos momentos propone, pero la suficiente inteligencia como para que el nacionalismo vasco, lo mismo que el resto de nacionalismos hist¨®ricos, puedan tener la confianza de que contar¨¢n con su colaboraci¨®n para lo que puedan proponer ma?ana. Y quiero decir ma?ana, no dentro de un a?o. Pues un a?o, a?o electoral, no lo olvidemos, es demasiado poco tiempo no ya para hacer una consulta, sino para recuperar a esos cercanos que, hoy por hoy, no pueden liberarse de la sensaci¨®n de pasmo y desasosiego que les ha provocado el plan de un lehendakari que puede pasar a la historia por haber roto la fruct¨ªfera tradici¨®n nacionalista de distinguir con claridad entre el partido y el Gobierno.
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